26/07/2017, 15:17
(Última modificación: 26/07/2017, 17:30 por Amedama Daruu.)
—Pues te funcionó...
La respuesta de Eri, tan sincera como contundente, le pilló a contrapié. Fue entonces cuando se dio cuenta, al ver el rostro abatido de la kunoichi, del verdadero alcance de sus palabras. Él la había acusado de traición frente a las tres grandes Villas de Oonindo. Mientras que quizá ella había venido con toda la ilusión del mundo por hacer un buen papel en el torneo y dejar una buena impresión, él había ensuciado el combate con tácticas cuestionables. Sintió que algo se le retorcía en el estómago, subiendo hasta su pecho…
… y oyó los últimos coletazos del público, aplaudiendo y hasta algunos exclamando su nombre. Los retortijones en el estómago se convirtieron en mariposas; y la presión en el pecho, en puro júbilo. Elevó una mano y devolvió el saludo, lanzando un par de besos fugaces aquí y allá.
—No te imaginas cómo odio todo esto de contentar al público y reírle las gracias, ¿sabes? Pero supongo que es nuestro deber y es lo que toca.
Eri no dio muestras de no creerle, pero nada dijo para confirmarlo o desmentirlo. En su lugar, en un gesto que le sorprendió, tomó la mano de Datsue, con la misma delicadeza con que una trampa para osos se cierra sobre una zarpa. Entonces ella realizó una reverencia hacia los Kages, y el Uchiha se vio obligado a imitarla, en un movimiento no tan florido y altanero como hubiese deseado.
Pasados unos segundos, se volvieron a erguir.
—Creo que es hora de que yo me vaya... Suerte en los próximos combates... Y... Bueno... Espero que... Ganes.
—Gracias, Eri —respondió, mientras se masajeaba la mano recién liberada de forma inconsciente—. Espero que… nos volvamos a ver —añadió, sin saber muy bien qué más decir. No estaba acostumbrado a terminar en el lado vencedor. No al menos cuando se trataba de combates.
Sin que se le ocurriese a tiempo alguna despedida ingeniosa, kunoichi y shinobi se separaron en un gesto mudo, cada uno por su lado. El Uchiha regresó al pequeño habitáculo en el que había esperado para combatir, y, ni corto ni perezoso, buscó algún encargado al que comunicar una petición de lo más urgente e importante…
Una petición de Estado:
—¿Amigo? ¡Amigo! Hola, hola. Uchiha Datsue, ese soy yo, sí. El mismo. ¿Oye cómo la gente sigue clamando mi nombre ahí fuera? —preguntó, llevándose un dedo al oído—. Sí, sí. Lo sé —continuó, sin darle tiempo a responder—. Me adoran. Pero… Y no seré yo quien me queje de la organización, eh —aclaró, levantando las manos en señal de tregua—. Pero, ¿no cree usted que podríamos hacer un par de modificaciones para la siguiente ronda? ¿Qué le parecería si anunciasen mi nombre por megafonía justo antes del combate, hmm? Pero mi nombre al completo, el auténtico: ¡Datsue el Intrépido! —rio—. Al público le encantará, hágame caso. Necesitan un héroe con el que sentirse identificados en el Torneo, y ese soy yo, sin duda. Oh, y que digo solo mi nombre… ¡Una música de fondo! Ya sabe, para hacer la entradilla. Algo fuerte y con ritmo. Sí. Sí, sí, la puerta de salida, sí. Ya le veo. No se preocupe. ¿Y qué le parecerían unos fuegos artificiales? Ya sabe, justo a cada lado de mi puerta de salida, para hacerlo más épico, ¿eh?
»La puerta de… Sí, sí. Si ya la veo, no se preocupe. Oh, ¡¿y qué me dice de organizar una firma de autógrafos?! ¡El público lo necesita! ¡Lo exige! Sí, ¿no quiere usted un aut…? ¿La puerta? Ah, ya, sí. Ahora voy, ahora voy. Pero piense en lo que le dije, ¡eh! A sus superiores les encantará la idea, ¡estoy convencido! Ya lo creo que…
¡Plaf! El sonido de una puerta al cerrarse de golpe.
—B-bueno, pues... ¡Piense en lo que le dije! ¡A-adiós!
La respuesta de Eri, tan sincera como contundente, le pilló a contrapié. Fue entonces cuando se dio cuenta, al ver el rostro abatido de la kunoichi, del verdadero alcance de sus palabras. Él la había acusado de traición frente a las tres grandes Villas de Oonindo. Mientras que quizá ella había venido con toda la ilusión del mundo por hacer un buen papel en el torneo y dejar una buena impresión, él había ensuciado el combate con tácticas cuestionables. Sintió que algo se le retorcía en el estómago, subiendo hasta su pecho…
… y oyó los últimos coletazos del público, aplaudiendo y hasta algunos exclamando su nombre. Los retortijones en el estómago se convirtieron en mariposas; y la presión en el pecho, en puro júbilo. Elevó una mano y devolvió el saludo, lanzando un par de besos fugaces aquí y allá.
—No te imaginas cómo odio todo esto de contentar al público y reírle las gracias, ¿sabes? Pero supongo que es nuestro deber y es lo que toca.
Eri no dio muestras de no creerle, pero nada dijo para confirmarlo o desmentirlo. En su lugar, en un gesto que le sorprendió, tomó la mano de Datsue, con la misma delicadeza con que una trampa para osos se cierra sobre una zarpa. Entonces ella realizó una reverencia hacia los Kages, y el Uchiha se vio obligado a imitarla, en un movimiento no tan florido y altanero como hubiese deseado.
Pasados unos segundos, se volvieron a erguir.
—Creo que es hora de que yo me vaya... Suerte en los próximos combates... Y... Bueno... Espero que... Ganes.
—Gracias, Eri —respondió, mientras se masajeaba la mano recién liberada de forma inconsciente—. Espero que… nos volvamos a ver —añadió, sin saber muy bien qué más decir. No estaba acostumbrado a terminar en el lado vencedor. No al menos cuando se trataba de combates.
Sin que se le ocurriese a tiempo alguna despedida ingeniosa, kunoichi y shinobi se separaron en un gesto mudo, cada uno por su lado. El Uchiha regresó al pequeño habitáculo en el que había esperado para combatir, y, ni corto ni perezoso, buscó algún encargado al que comunicar una petición de lo más urgente e importante…
Una petición de Estado:
—¿Amigo? ¡Amigo! Hola, hola. Uchiha Datsue, ese soy yo, sí. El mismo. ¿Oye cómo la gente sigue clamando mi nombre ahí fuera? —preguntó, llevándose un dedo al oído—. Sí, sí. Lo sé —continuó, sin darle tiempo a responder—. Me adoran. Pero… Y no seré yo quien me queje de la organización, eh —aclaró, levantando las manos en señal de tregua—. Pero, ¿no cree usted que podríamos hacer un par de modificaciones para la siguiente ronda? ¿Qué le parecería si anunciasen mi nombre por megafonía justo antes del combate, hmm? Pero mi nombre al completo, el auténtico: ¡Datsue el Intrépido! —rio—. Al público le encantará, hágame caso. Necesitan un héroe con el que sentirse identificados en el Torneo, y ese soy yo, sin duda. Oh, y que digo solo mi nombre… ¡Una música de fondo! Ya sabe, para hacer la entradilla. Algo fuerte y con ritmo. Sí. Sí, sí, la puerta de salida, sí. Ya le veo. No se preocupe. ¿Y qué le parecerían unos fuegos artificiales? Ya sabe, justo a cada lado de mi puerta de salida, para hacerlo más épico, ¿eh?
»La puerta de… Sí, sí. Si ya la veo, no se preocupe. Oh, ¡¿y qué me dice de organizar una firma de autógrafos?! ¡El público lo necesita! ¡Lo exige! Sí, ¿no quiere usted un aut…? ¿La puerta? Ah, ya, sí. Ahora voy, ahora voy. Pero piense en lo que le dije, ¡eh! A sus superiores les encantará la idea, ¡estoy convencido! Ya lo creo que…
¡Plaf! El sonido de una puerta al cerrarse de golpe.
—B-bueno, pues... ¡Piense en lo que le dije! ¡A-adiós!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado