25/07/2017, 17:05
(Última modificación: 25/07/2017, 17:06 por Uzumaki Eri.)
Eri se quedó allí, estática; esperando a que Datsue reaccionase después de lo que ella había dicho pues... Se había rendido, adiós al torneo para ella, adiós a la fama que pueda dar alzarse con al menos una victoria, adiós a demostrar sus habilidades...
Y cuando el Uchiha comenzó a celebrar su victoria, ella solo dejó caer la mirada hacia el suelo, con un mal sabor en la boca que no quería irse, ¿así es como sabía la derrota? ¿A comida en mal estado junto con un sentimiento de malestar general? Sumándole, claro, el dolor punzante que sentía en la espalda, maldito kunai...
Incluso las pullas que habían sido lanzada por el genin de su villa ahora le estaban penetrando en el agujero que le había dejado la derrota, ¿acaso sería verdad? Ella sabía que no había hecho nada malo en su vida, siempre había querido ayudar, cumplir misiones y honorar a la villa de la que provenía, pero... ¿Y si lo había hecho inconscientemente? ¿Y si sí había traicionado a Akame? ¿Y si...?
—Oh, Eri, ¡qué desconsiderado por mi parte! Ahora voy, ahora voy —Esa voz fue de Datsue, que se acercaba corriendo hacia ella con una de sus mejores caras, haciendo gala de su profunda felicidad tras haberse alzado victorioso en el duelo que habían disputado; para sacar su kunai del cuerpo de la joven—. Cuento hasta cinco y te lo quito, ¿vale? Uno. Dos…
«¡HIJO DE PERRA!»
El muy Uchiha se lo había arrancado tal cual, sin dejar que ella se lo pensase o algo, cabrón, mamonazo... Sus ojos lo miraron con odio y su mano izquierda viajó a su hombro para intentar aminorar el dolor.
— Eso duele. — Murmuró su queja mientras seguía con sus ojos fijos en los de él. Sin embargo cuando él habló, sus ojos volvieron a la normalidad y por inercia su mano apretó la de él para dar por finalizado aquel encuentro.
Mas Datsue no deshizo el agarre, sino que tomó la mano de la kunoichi y la levantó y con la otra señalaba su pequeño cuerpo, o cabeza, o bueno, la señalaba a ella misma. Los colores no tardaron en acudir a sus mejillas y aunque quería deshacer el agarre que él tenía sobre su mano, simplemente no pudo hacerlo.
Y con los aplausos entrándole por ambos oídos, escuchó la voz del joven muy cerca, demasiado cerca.
— Oye, sabes que yo jamás hubiese estallado el sello, ¿verdad? Inmolar a una compañera de Villa… No, no, no. ¡Eso nunca! Solo era para que te rindieras… Ni siquiera era de rango A, ¿ves?
No era de rango A, no, era de rango B.
— Si tu lo dices... — Estaba enfadada y dolida, sin embargo utilizó su tono más neutro para contestar a lo que él había dicho para luego encogerse de hombros. — Yo solo quería seguir de una pieza...
— Siento lo que te dije sobre Akame. Era solo una táctica de desestabilización, ¿sabes? Aunque sí que es cierto que Akame me dijo cierta cosa de ti… ¡pero ya habrá tiempo para hablar de eso!
La chica suspiró, sin quitar el ojo del público, aún sin saber muy bien qué hacer; Datsue sabía qué hacer para lograr algo, y lo había conseguido. Sin embargo al escuchar aquellas palabras salir de su boca solo logró desviar la mirada y enterrar sus dedos de la mano que tenía libre en un puño. Luego lo abrió y murmuró:
— Pues te funcionó...
Y aquello sí sonó con tristeza.
Ambos bajaron las escaleras, Eri quería irse de allí, no quería saludar al público y tampoco quería que ellos clavasen sus miradas sobre ella; pero debía hacerlo, por respeto a su villa, a su Kage.
Y a Datsue.
— No te imaginas cómo odio todo esto de contentar al público y reírle las gracias, ¿sabes? Pero supongo que es nuestro deber y es lo que toca.
«Pues parece mentira...»
Cuando el chico seguía lanzando besos y haciendo aspavientos con su otra mano, Eri aprovechó para darle la vuelta y encarar a su kage de una vez por todas, al menos quería hacer una reverencia ante ella y Datsue tendría que acompañarla, así que apretando con fuerza la mano de Datsue —puede que con más rabia de lo que imaginaba— inclinó su cuerpo hacia delante.
Segundos más tarde lo levantó y creyó que con eso sería suficiente.
— Creo que es hora de que yo me vaya... — Alegó la joven mientras volvía a agachar la cabeza y deshacía el agarre de su mano con la de él. — Suerte en los próximos combates... Y... Bueno... Espero que... Ganes.
Aquello lo dijo en voz muy, muy, muy baja, ya que aunque había perdido, no quería que él, quién había ganado su combate; perdiese en la segunda ronda, así que con los mofletes de carmesí, y cuando por fin se hubiese logrado separar del chico, decidiría irse lo más pronto posible del lugar y desaparecer de allí.
Y cuando el Uchiha comenzó a celebrar su victoria, ella solo dejó caer la mirada hacia el suelo, con un mal sabor en la boca que no quería irse, ¿así es como sabía la derrota? ¿A comida en mal estado junto con un sentimiento de malestar general? Sumándole, claro, el dolor punzante que sentía en la espalda, maldito kunai...
Incluso las pullas que habían sido lanzada por el genin de su villa ahora le estaban penetrando en el agujero que le había dejado la derrota, ¿acaso sería verdad? Ella sabía que no había hecho nada malo en su vida, siempre había querido ayudar, cumplir misiones y honorar a la villa de la que provenía, pero... ¿Y si lo había hecho inconscientemente? ¿Y si sí había traicionado a Akame? ¿Y si...?
—Oh, Eri, ¡qué desconsiderado por mi parte! Ahora voy, ahora voy —Esa voz fue de Datsue, que se acercaba corriendo hacia ella con una de sus mejores caras, haciendo gala de su profunda felicidad tras haberse alzado victorioso en el duelo que habían disputado; para sacar su kunai del cuerpo de la joven—. Cuento hasta cinco y te lo quito, ¿vale? Uno. Dos…
«¡HIJO DE PERRA!»
El muy Uchiha se lo había arrancado tal cual, sin dejar que ella se lo pensase o algo, cabrón, mamonazo... Sus ojos lo miraron con odio y su mano izquierda viajó a su hombro para intentar aminorar el dolor.
— Eso duele. — Murmuró su queja mientras seguía con sus ojos fijos en los de él. Sin embargo cuando él habló, sus ojos volvieron a la normalidad y por inercia su mano apretó la de él para dar por finalizado aquel encuentro.
Mas Datsue no deshizo el agarre, sino que tomó la mano de la kunoichi y la levantó y con la otra señalaba su pequeño cuerpo, o cabeza, o bueno, la señalaba a ella misma. Los colores no tardaron en acudir a sus mejillas y aunque quería deshacer el agarre que él tenía sobre su mano, simplemente no pudo hacerlo.
Y con los aplausos entrándole por ambos oídos, escuchó la voz del joven muy cerca, demasiado cerca.
— Oye, sabes que yo jamás hubiese estallado el sello, ¿verdad? Inmolar a una compañera de Villa… No, no, no. ¡Eso nunca! Solo era para que te rindieras… Ni siquiera era de rango A, ¿ves?
No era de rango A, no, era de rango B.
— Si tu lo dices... — Estaba enfadada y dolida, sin embargo utilizó su tono más neutro para contestar a lo que él había dicho para luego encogerse de hombros. — Yo solo quería seguir de una pieza...
— Siento lo que te dije sobre Akame. Era solo una táctica de desestabilización, ¿sabes? Aunque sí que es cierto que Akame me dijo cierta cosa de ti… ¡pero ya habrá tiempo para hablar de eso!
La chica suspiró, sin quitar el ojo del público, aún sin saber muy bien qué hacer; Datsue sabía qué hacer para lograr algo, y lo había conseguido. Sin embargo al escuchar aquellas palabras salir de su boca solo logró desviar la mirada y enterrar sus dedos de la mano que tenía libre en un puño. Luego lo abrió y murmuró:
— Pues te funcionó...
Y aquello sí sonó con tristeza.
Ambos bajaron las escaleras, Eri quería irse de allí, no quería saludar al público y tampoco quería que ellos clavasen sus miradas sobre ella; pero debía hacerlo, por respeto a su villa, a su Kage.
Y a Datsue.
— No te imaginas cómo odio todo esto de contentar al público y reírle las gracias, ¿sabes? Pero supongo que es nuestro deber y es lo que toca.
«Pues parece mentira...»
Cuando el chico seguía lanzando besos y haciendo aspavientos con su otra mano, Eri aprovechó para darle la vuelta y encarar a su kage de una vez por todas, al menos quería hacer una reverencia ante ella y Datsue tendría que acompañarla, así que apretando con fuerza la mano de Datsue —puede que con más rabia de lo que imaginaba— inclinó su cuerpo hacia delante.
Segundos más tarde lo levantó y creyó que con eso sería suficiente.
— Creo que es hora de que yo me vaya... — Alegó la joven mientras volvía a agachar la cabeza y deshacía el agarre de su mano con la de él. — Suerte en los próximos combates... Y... Bueno... Espero que... Ganes.
Aquello lo dijo en voz muy, muy, muy baja, ya que aunque había perdido, no quería que él, quién había ganado su combate; perdiese en la segunda ronda, así que con los mofletes de carmesí, y cuando por fin se hubiese logrado separar del chico, decidiría irse lo más pronto posible del lugar y desaparecer de allí.