13/08/2017, 19:58
(Última modificación: 13/08/2017, 19:59 por Aotsuki Ayame.)
—Ya. Es un sitio muy emblemático, pero dudo que pudieras encontrar algo de información allí —contestó Daruu—. Ni en la biblioteca tampoco, la verdad. A mí me costó mucho encontrar para lo que podía servir ese sello, y todo lo demás han sido conjeturas.
Ayame esbozó un mohín de disgusto. ¿Entonces cómo podría hacerlo? Entre sus planes estaba viajar a la Ciudad Fantasma, y quizás al Cementerio del Gobi, por ser lugares tan emblemáticos para el bijuu que llevaba en su interior. Pero, ahora que se paraba a meditarlo, ¿y si al llegar allí, al igual que había pasado en el Valle del Fin, no encontraba absolutamente nada? ¿Cómo sobrellevaría esa decepción?
—No estuve seguro hasta que te lo dije y te miré a los ojos. A la cara —añadió Daruu de repente, devolviéndola a la tierra. Ayame estuvo a punto de soltar una broma, pero antes de que le diera tiempo a formularla, Daruu volvía a hablar—. ¿Sabes? Todo eso del Valle del Fin me ha recordado algo. El clan que me dio estos ojos viene de la antigua Konohagakure. Tenía curiosidad, y algo me atraía hacia allá, así que un día llegué hasta el cráter. La verdad, era sobrecogedor... Pues allí conocí a una chica de Uzushiogakure. Se llamaba Eri.
[sub=deepskyblue]»Allí nos atacó un ninja vestido con el uniforme de Konoha. ¡Incluso estando la aldea destruida desde hace años y años! En fin, nos largamos de allí corriendo, y llegamos a un pueblecito en el que conocí a otro genin, Uchiha Akame. Teníamos que contárselo a alguien, claro. Pues bien, el tabernero del lugar era un chunin de incógnito, y ¿sabes qué? ¡Ordenó que Eri y Akame me mataran! ¡Estuve a punto de morir!
—¡¿Qué?! —exclamó Ayame, completamente horrorizada.
—Más tarde, Akame y Eri me alcanzaron y me dieron unas disculpas oficiales de parte de la Uzukage. Pero ese tipo, Akame, insinuó que igual que había obedecido con el chunin obedecía en ese instante. ¡Eri parecía dolida por haber tenido que buscarme para matarme, pero ese idiota no! Es como si no le importara cometer una injusticia aunque estuviese obligado a hacerlo. Cómo me gustaría demostrarle que soy tan buen ninja como él. Ojalá me toque contra ese idiota en el torneo.
—Ese tal Akame debe ser un ninja que sólo se guía por las órdenes. Eso es un poco... peligroso. ¿Es que no tiene opinión propia? ¿Sentimientos propios? —comentó, con un estremecimiento. Si de verdad no sentía las disculpas como propias, eso quería decir que le hubiese dado completamente igual seguir las órdenes del chunin que las de la Uzukage. ¿Se podía confiar en alguien así? Ayame sacudió ligeramente la cabeza y ladeó el cuerpo sobre la hierba para mirar a su compañero—. Pero, Daruu-kun, ¿cómo es eso de que habia un shinobi de Konohagakure? ¿Estás seguro de eso? Se supone que de la aldea no quedan más que ruinas. ¿Cómo es posible? ¿Y por qué os atacó? —preguntó, profundamente intrigada.
Ayame esbozó un mohín de disgusto. ¿Entonces cómo podría hacerlo? Entre sus planes estaba viajar a la Ciudad Fantasma, y quizás al Cementerio del Gobi, por ser lugares tan emblemáticos para el bijuu que llevaba en su interior. Pero, ahora que se paraba a meditarlo, ¿y si al llegar allí, al igual que había pasado en el Valle del Fin, no encontraba absolutamente nada? ¿Cómo sobrellevaría esa decepción?
—No estuve seguro hasta que te lo dije y te miré a los ojos. A la cara —añadió Daruu de repente, devolviéndola a la tierra. Ayame estuvo a punto de soltar una broma, pero antes de que le diera tiempo a formularla, Daruu volvía a hablar—. ¿Sabes? Todo eso del Valle del Fin me ha recordado algo. El clan que me dio estos ojos viene de la antigua Konohagakure. Tenía curiosidad, y algo me atraía hacia allá, así que un día llegué hasta el cráter. La verdad, era sobrecogedor... Pues allí conocí a una chica de Uzushiogakure. Se llamaba Eri.
[sub=deepskyblue]»Allí nos atacó un ninja vestido con el uniforme de Konoha. ¡Incluso estando la aldea destruida desde hace años y años! En fin, nos largamos de allí corriendo, y llegamos a un pueblecito en el que conocí a otro genin, Uchiha Akame. Teníamos que contárselo a alguien, claro. Pues bien, el tabernero del lugar era un chunin de incógnito, y ¿sabes qué? ¡Ordenó que Eri y Akame me mataran! ¡Estuve a punto de morir!
—¡¿Qué?! —exclamó Ayame, completamente horrorizada.
—Más tarde, Akame y Eri me alcanzaron y me dieron unas disculpas oficiales de parte de la Uzukage. Pero ese tipo, Akame, insinuó que igual que había obedecido con el chunin obedecía en ese instante. ¡Eri parecía dolida por haber tenido que buscarme para matarme, pero ese idiota no! Es como si no le importara cometer una injusticia aunque estuviese obligado a hacerlo. Cómo me gustaría demostrarle que soy tan buen ninja como él. Ojalá me toque contra ese idiota en el torneo.
—Ese tal Akame debe ser un ninja que sólo se guía por las órdenes. Eso es un poco... peligroso. ¿Es que no tiene opinión propia? ¿Sentimientos propios? —comentó, con un estremecimiento. Si de verdad no sentía las disculpas como propias, eso quería decir que le hubiese dado completamente igual seguir las órdenes del chunin que las de la Uzukage. ¿Se podía confiar en alguien así? Ayame sacudió ligeramente la cabeza y ladeó el cuerpo sobre la hierba para mirar a su compañero—. Pero, Daruu-kun, ¿cómo es eso de que habia un shinobi de Konohagakure? ¿Estás seguro de eso? Se supone que de la aldea no quedan más que ruinas. ¿Cómo es posible? ¿Y por qué os atacó? —preguntó, profundamente intrigada.