4/09/2017, 14:22
Ambos se quedaron en silencio. Tenían unos cuantos minutos antes de que el camarero llegase con su orden. Aiko decidió darles salida bebiendo de su cuerno con ojos placenteros. Juro, sintiéndose algo incómodo, continuó bebiendo de su refresco. El vaso ya había descendido por la mitad.
—Oeh.... mushasha...t-tu ere mu bu-buap-pa...
Hasta a él, que se jactaba de soler ser observador, le pilló por sorpresa la aparición de aquel hombre. Un borracho, tanto por sus pintas como por su voz, y la manera tan extraña de acercarse y caminar hacia Aiko.
Juro lo observó de arriba a bajo: cabellera castaña repeinada, ojos color marrón medio cerrados, vistiendo un kimono verde. El hombre se balanceaba de un lado a otro, en un patético intento de mantener el equilibrio. Llevaba una jarra de cristal entre las manos, que sufría más que él sus vaivenes.
"Esta chica atrae a lo peor de la sociedad" — reflexionó Juro.
Aiko sonrió — Juro la admiró por ello. Él no habría encontrado las fuerzas — y le agradeció el "cumplido". El hombre se quedó unos segundos más, ahí, quietos. De pronto, se fijó en él. A Juro le latió con fuerza el corazón, mientras el hombre le miraba de una forma asesina. Finalmente, se marchó. Juro pudo respirar tranquilo.
—Vaya espécimen mas raro... jajajaja... — dijo Aiko, tras su ida.
— ¡Y que lo digas! ¡Ya es el segundo que te intenta piropear así!— exclamó, dándole otro sorbo al refresco. De pronto, se sentía incómodo —. ¿Suelen acecharte tíos tan raros normalmente, o solo es cuando estoy contigo?
Aiko era guapa. Eso no lo dudaba. Y una persona guapa atraía a la gente. Pero de ahí a atraer a los bichos más raros de la ciudad... Puede que el mercader la quisiese por su inmortalidad, pero Juro vio como la miraba. También la habría querido poseer, si se le hubiese dado la oportunidad.
Le dio otro trago al refresco, casi indignado.
— Alguno va a intentar atacarme a este paso — murmuró. Era ridículo que se sintieran amenazados por su presencia. ¡Si solo era un niño! ¿Qué iba a hacer?
—Oeh.... mushasha...t-tu ere mu bu-buap-pa...
Hasta a él, que se jactaba de soler ser observador, le pilló por sorpresa la aparición de aquel hombre. Un borracho, tanto por sus pintas como por su voz, y la manera tan extraña de acercarse y caminar hacia Aiko.
Juro lo observó de arriba a bajo: cabellera castaña repeinada, ojos color marrón medio cerrados, vistiendo un kimono verde. El hombre se balanceaba de un lado a otro, en un patético intento de mantener el equilibrio. Llevaba una jarra de cristal entre las manos, que sufría más que él sus vaivenes.
"Esta chica atrae a lo peor de la sociedad" — reflexionó Juro.
Aiko sonrió — Juro la admiró por ello. Él no habría encontrado las fuerzas — y le agradeció el "cumplido". El hombre se quedó unos segundos más, ahí, quietos. De pronto, se fijó en él. A Juro le latió con fuerza el corazón, mientras el hombre le miraba de una forma asesina. Finalmente, se marchó. Juro pudo respirar tranquilo.
—Vaya espécimen mas raro... jajajaja... — dijo Aiko, tras su ida.
— ¡Y que lo digas! ¡Ya es el segundo que te intenta piropear así!— exclamó, dándole otro sorbo al refresco. De pronto, se sentía incómodo —. ¿Suelen acecharte tíos tan raros normalmente, o solo es cuando estoy contigo?
Aiko era guapa. Eso no lo dudaba. Y una persona guapa atraía a la gente. Pero de ahí a atraer a los bichos más raros de la ciudad... Puede que el mercader la quisiese por su inmortalidad, pero Juro vio como la miraba. También la habría querido poseer, si se le hubiese dado la oportunidad.
Le dio otro trago al refresco, casi indignado.
— Alguno va a intentar atacarme a este paso — murmuró. Era ridículo que se sintieran amenazados por su presencia. ¡Si solo era un niño! ¿Qué iba a hacer?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60