8/10/2017, 20:40
—¡Mogura-kun, es terrible! Bueno... Mogura-senpai
Las palabras de Amedama Daruu se detuvieron en el momento en que reparó que no le correspondía hablar. En su lugar, el superior ambos se volvió el foco de atención. Mogura no estaba enterado de nada pero el tono de las palabras de su amigo no parecían indicar nada bueno.
—Manase-kun, debes acompañarnos. Tenemos prisa, así que te pondré al corriente por el camino, cuando recojamos al otro miembro del grupo. Necesitamos que tomes todas tus armas y herramientas shinobi, y te prepares para salir de la aldea
Entendido.
El joven médico asintió con un gesto de su cabeza y tomó el pergamino que le había sido entregado por el jonin, el mismo resultaría estar redactado y firmado por la propia Arashikage. Cosa que solo sumaba peso a la orden del superior que tenía frente suyo.
Volveré en un momento.
Se limitaría a decir para luego meterse dentro de su casa.
Minutos más tarde, el portón de madera se abriría nuevamente para dejar pasar al muchacho. Ya no estaba vestido con ropa de civil, ahora llevaba puesto las prendas que acostumbraba a llevar cuando se encontraba en servicio. El detalle más notable sería la adquisición del chaleco militar que solo los shinobi que ostentaran el rango de Chuunin en adelante estaban habilitados a usar.
Vestido más acorde a la situación, el grupo podría seguir su camino hacía el próximo destino.
El hogar de Umikiba Kaido no podría haber contrastado más con la residencia Manase. Lejos de contar con un terreno exclusivamente dedicado a contener la totalidad de la estructura, el hogar del azulado chico era un espacio delimitado por la separación de dos torres y con un montón de infraestructura pública contaminando el espacio de ingreso.
—Oh, pero si es nada más y nada menos que ¡Mogura-sama!
Por alguna razón sentía que aquella actitud de Umikiba Kaido no le sorprendía en lo absoluto, como si fuese algo que tenía que haber esperado escuchar por parte de su persona.
Es un honor tenerlo frente a mi puerta, señor; de verdad.
Había pasado un tiempo desde la última vez que le vio pero aún así no parecía haber mejorado para nada sus modales.
No hay necesidad de ser tan formal, Umikiba-san. Con llamarme Manase-senpai será mas que suficiente.
Comentó ni bien encontró la oportunidad de hacerlo.
—Pelopincho-kun, señor Albino. ¿Díganme, qué les trae hasta mi humilde y acogedora morada?
Mogura estaba aprendiendo a lidiar con la actitud del azulado chico, pero no estaba seguro de poder decir lo mismo del resto del grupo. Sin duda alguna la elección de palabras de Kaido le llegó a provocar algo parecido a sorpresa.
«Señor Albino...»
No pudo evitar reparar en el detalle del apodo que había elegido para referirse a Aotsuki Koori, el jonin a cargo de ellos.
Las palabras de Amedama Daruu se detuvieron en el momento en que reparó que no le correspondía hablar. En su lugar, el superior ambos se volvió el foco de atención. Mogura no estaba enterado de nada pero el tono de las palabras de su amigo no parecían indicar nada bueno.
—Manase-kun, debes acompañarnos. Tenemos prisa, así que te pondré al corriente por el camino, cuando recojamos al otro miembro del grupo. Necesitamos que tomes todas tus armas y herramientas shinobi, y te prepares para salir de la aldea
Entendido.
El joven médico asintió con un gesto de su cabeza y tomó el pergamino que le había sido entregado por el jonin, el mismo resultaría estar redactado y firmado por la propia Arashikage. Cosa que solo sumaba peso a la orden del superior que tenía frente suyo.
Volveré en un momento.
Se limitaría a decir para luego meterse dentro de su casa.
Minutos más tarde, el portón de madera se abriría nuevamente para dejar pasar al muchacho. Ya no estaba vestido con ropa de civil, ahora llevaba puesto las prendas que acostumbraba a llevar cuando se encontraba en servicio. El detalle más notable sería la adquisición del chaleco militar que solo los shinobi que ostentaran el rango de Chuunin en adelante estaban habilitados a usar.
Vestido más acorde a la situación, el grupo podría seguir su camino hacía el próximo destino.
. . .
El hogar de Umikiba Kaido no podría haber contrastado más con la residencia Manase. Lejos de contar con un terreno exclusivamente dedicado a contener la totalidad de la estructura, el hogar del azulado chico era un espacio delimitado por la separación de dos torres y con un montón de infraestructura pública contaminando el espacio de ingreso.
—Oh, pero si es nada más y nada menos que ¡Mogura-sama!
Por alguna razón sentía que aquella actitud de Umikiba Kaido no le sorprendía en lo absoluto, como si fuese algo que tenía que haber esperado escuchar por parte de su persona.
Es un honor tenerlo frente a mi puerta, señor; de verdad.
Había pasado un tiempo desde la última vez que le vio pero aún así no parecía haber mejorado para nada sus modales.
No hay necesidad de ser tan formal, Umikiba-san. Con llamarme Manase-senpai será mas que suficiente.
Comentó ni bien encontró la oportunidad de hacerlo.
—Pelopincho-kun, señor Albino. ¿Díganme, qué les trae hasta mi humilde y acogedora morada?
Mogura estaba aprendiendo a lidiar con la actitud del azulado chico, pero no estaba seguro de poder decir lo mismo del resto del grupo. Sin duda alguna la elección de palabras de Kaido le llegó a provocar algo parecido a sorpresa.
«Señor Albino...»
No pudo evitar reparar en el detalle del apodo que había elegido para referirse a Aotsuki Koori, el jonin a cargo de ellos.
Hablo - Pienso