4/11/2017, 16:57
Zetsuo alcanzó a su hijo y al azulado genin, con una rápida sucesión de gestos pareció contestar a algo que habrían dicho, o mejor dicho gesticulado, anteriormente.
Lo que siguió a eso fue lo que se podría llegar a considerar un emotivo momento de alumno y maestro. Daruu estaba prácticamente ajeno a la situación, casi totalmente bloqueado e imposibilitado de accionar. Fue entonces que el Director se acercó hasta la burbuja en la que se encerraba.
El hombre más tarde se giraría de nuevo hacía el grupo y con unos gestos más de sus manos preparó su cuerpo y siguió el descenso.
Kōri no tendría reclamo alguno y seguiría el camino marcado por su padre. De igual manera, Mogura continuaría siguiendo el camino marcado por el más joven de los jōnin.
El joven médico de Amegakure no podía evitar desviar su mirada un par de grados del curso, realmente no deseaba perder su respirador a manos del enemigo una vez más.
«Hemos llegado.»
Pensó mientras un montón de burbujas escapaban de su respirador ahogando un profundo suspiro. Habría sido un momento ciertamente tenso para él seguir aquel recorrido, no podía permitir que el enemigo le sorprendiera nuevamente y le arrebatara su respirador una vez más.
«¿Quién será entonces el primero?»
Y casi al momento en que su pregunta llegó a formularse en su mente, la burbuja de los Amedama se abrió camino hasta llegar frente al agujero. Los ojos del médico se posaron sobre el joven Amedama, no había que ser ningún genio para darse cuenta de que la burbuja no iba a caber en aquel hueco. Pero al parecer Daruu lo tenía mas que claro a eso.
Casi al momento en que la burbuja se deshizo, un avivado genin pasaría al frente tomando a la mujer por la cintura y arremetiendo velozmente contra el ingreso de la cueva.
No había que perder tiempo alguno, cada segundo era valioso. Con esa idea en la mente Mogura nadó tan rápido como pudo detrás de aquellos dos, pero no tuvo chance alguna de equipararles en velocidad. De igual manera, las burbujas que dejaría detrás su viejo compañero de academia le servirían de guía.
«Demasiado rápido.»
No podía esperarse menos de un shinobi de Amegakure, después de todo.
Lo que siguió a eso fue lo que se podría llegar a considerar un emotivo momento de alumno y maestro. Daruu estaba prácticamente ajeno a la situación, casi totalmente bloqueado e imposibilitado de accionar. Fue entonces que el Director se acercó hasta la burbuja en la que se encerraba.
El hombre más tarde se giraría de nuevo hacía el grupo y con unos gestos más de sus manos preparó su cuerpo y siguió el descenso.
"Cuidado. Descendamos."
Kōri no tendría reclamo alguno y seguiría el camino marcado por su padre. De igual manera, Mogura continuaría siguiendo el camino marcado por el más joven de los jōnin.
El joven médico de Amegakure no podía evitar desviar su mirada un par de grados del curso, realmente no deseaba perder su respirador a manos del enemigo una vez más.
«Hemos llegado.»
Pensó mientras un montón de burbujas escapaban de su respirador ahogando un profundo suspiro. Habría sido un momento ciertamente tenso para él seguir aquel recorrido, no podía permitir que el enemigo le sorprendiera nuevamente y le arrebatara su respirador una vez más.
«¿Quién será entonces el primero?»
Y casi al momento en que su pregunta llegó a formularse en su mente, la burbuja de los Amedama se abrió camino hasta llegar frente al agujero. Los ojos del médico se posaron sobre el joven Amedama, no había que ser ningún genio para darse cuenta de que la burbuja no iba a caber en aquel hueco. Pero al parecer Daruu lo tenía mas que claro a eso.
Casi al momento en que la burbuja se deshizo, un avivado genin pasaría al frente tomando a la mujer por la cintura y arremetiendo velozmente contra el ingreso de la cueva.
No había que perder tiempo alguno, cada segundo era valioso. Con esa idea en la mente Mogura nadó tan rápido como pudo detrás de aquellos dos, pero no tuvo chance alguna de equipararles en velocidad. De igual manera, las burbujas que dejaría detrás su viejo compañero de academia le servirían de guía.
«Demasiado rápido.»
No podía esperarse menos de un shinobi de Amegakure, después de todo.
Hablo - Pienso