9/11/2017, 04:06
El gyojin en su elemento parecía estar debatiéndose más de lo que debería. Podía gozar de una velocidad excelsa e incluso hallarse bajo el agua sin necesidad de un respirador, pero lo cierto era que su cuerpo y sus capacidades físicas no podían contrastar el hecho de que las profundidades del mar no era precisamente un hábitat sencilla. Por lo contrario, la presión y el frío comenzaban a hacerle mella en un renacuajo con delirios de grandeza de gran tiburón.
Maldijo, una y otra vez, mientras trataba de alcanzar a Daruu. No veía superficie, y por un momento temió lo peor. Por ellos, desde luego.
Hasta que, finalmente dieron con la zanja.
La tenue luz les abrazó, y los Amedama tomaron salida. No obstante, el agua no les dejaría tan fácilmente, y apenas asomaron sus cuerpos, sendas esferas de la misma constitución les abrazaron en súbito aunque esta vez sin un espacio para respirar. Kaido pudo ver la lucha desde abajo, hasta que aquella burbuja recibió el impacto de quién sabe qué, pero que la hizo romperse. Luego, un manotazo, y Kiroe también se liberó.
Entonces, fue cuando Kaido aprovechó a salir del fondo. Y pudo comprobar al menos quiénes habían sido los autores de aquella vulgar treta.
Eran tres, con rasgos definitorios de su clan. Tres jodidos Hozuki, frente a frente, interponiéndose entre ellos y ...
«Ayame...»
Kaido no tuvo más remedio que la de respirar tan hondo como le fue posible, mientras sus manos se deslizaban ansiosas alrededor del mango de su kodachi. Con sus ojos aguamarina atravesando a sus primos lejanos, debatiéndose internamente acerca del cómo iba a encarar aquello.
¿Eran esos Hozuki merecedores del beneficio de la duda, o del beneficio de su espada?
Maldijo, una y otra vez, mientras trataba de alcanzar a Daruu. No veía superficie, y por un momento temió lo peor. Por ellos, desde luego.
Hasta que, finalmente dieron con la zanja.
La tenue luz les abrazó, y los Amedama tomaron salida. No obstante, el agua no les dejaría tan fácilmente, y apenas asomaron sus cuerpos, sendas esferas de la misma constitución les abrazaron en súbito aunque esta vez sin un espacio para respirar. Kaido pudo ver la lucha desde abajo, hasta que aquella burbuja recibió el impacto de quién sabe qué, pero que la hizo romperse. Luego, un manotazo, y Kiroe también se liberó.
Entonces, fue cuando Kaido aprovechó a salir del fondo. Y pudo comprobar al menos quiénes habían sido los autores de aquella vulgar treta.
Eran tres, con rasgos definitorios de su clan. Tres jodidos Hozuki, frente a frente, interponiéndose entre ellos y ...
«Ayame...»
Kaido no tuvo más remedio que la de respirar tan hondo como le fue posible, mientras sus manos se deslizaban ansiosas alrededor del mango de su kodachi. Con sus ojos aguamarina atravesando a sus primos lejanos, debatiéndose internamente acerca del cómo iba a encarar aquello.
¿Eran esos Hozuki merecedores del beneficio de la duda, o del beneficio de su espada?