13/11/2017, 17:37
Y en el momento de la verdad...
La pluma se volvió un ala.
No era una ilusión. El filo azabache de la espada se había envuelto en chakra elemental sin ningún problema.
Y entonces alguien rompió el silencio, tomando la palabra.
—Aaahhh... mi querida Hane, cuánto te he echado de menos...
Mogura llevó sus ojos hasta la pared diferente a las demás, detrás de esta se encontraba la fuente de aquella voz.
«¿Acaso... Hōzuki Marun...?»
Frunció su ceño claramente. Prácticamente nadie sabía sobre la espada que el médico cargaba además de él y algunos más que no se encontrarían presentes en la escena. Pero si realmente era él, de una cosa podía estar seguro, no esperaba encontrarse con él de esa forma, no en ese momento.
—¿Qué clase de modales os enseñan en la Academia estos días? ¿Acaso no sabes que coger las cosas de los demás sin su permiso no está bien?
Cerró los ojos un segundo e hizo un esfuerzo por recuperar su mirada habitual. Fue entonces que se escucharon pasos alejándose.
Bueno, no importa. No tengo prisa. La recuperaré después de tu cadáver.
¿Qué?
Mogura abrió los ojos y miró en todas direcciones buscando el origen del chasquido. En el techo y en todas las paredes menos una se había abierto una muesca por la cual había comenzado a salir agua con mucha presión. Y antes de que el joven médico pudiese llegar a hacer algo al respecto, uno de los chorros de agua le dio en la espalda, empujándolo contra el muro.
¡¡Argh...!!
Hane habría golpeado contra el muro también provocando que su filo volviese a la normalidad. El joven médico sacudiría la cabeza mientras daba un golpe con su mano contra la pared. Llevaría esa mano libre hasta su cabeza para arreglarse el cabello solo para ver que el agua que estaba ingresando en el lugar era demasiada. Iba a ahogarse si no salía de ahí.
«No hay que perder tiempo.»
Susurró mientras enfundaba su espada. Apreció un instante más la habitación.
«Toda esta agua...»
Tendría que salir por algún lado después de llenada la habitación. Mogura elevó su seria mirada por encima de su hombro, como si en caso de que no estuviese aquella pared lisa, pudiese ver al Hōzuki alejarse. Entonces, su puño comenzó a golpear la pared como si estuviese desesperado por salir.
«Debería haber una salida para toda esta agua...»
Pensaba mientras miraba el suelo del lugar.
La pluma se volvió un ala.
No era una ilusión. El filo azabache de la espada se había envuelto en chakra elemental sin ningún problema.
Y entonces alguien rompió el silencio, tomando la palabra.
—Aaahhh... mi querida Hane, cuánto te he echado de menos...
Mogura llevó sus ojos hasta la pared diferente a las demás, detrás de esta se encontraba la fuente de aquella voz.
«¿Acaso... Hōzuki Marun...?»
Frunció su ceño claramente. Prácticamente nadie sabía sobre la espada que el médico cargaba además de él y algunos más que no se encontrarían presentes en la escena. Pero si realmente era él, de una cosa podía estar seguro, no esperaba encontrarse con él de esa forma, no en ese momento.
—¿Qué clase de modales os enseñan en la Academia estos días? ¿Acaso no sabes que coger las cosas de los demás sin su permiso no está bien?
Cerró los ojos un segundo e hizo un esfuerzo por recuperar su mirada habitual. Fue entonces que se escucharon pasos alejándose.
Bueno, no importa. No tengo prisa. La recuperaré después de tu cadáver.
¿Qué?
Mogura abrió los ojos y miró en todas direcciones buscando el origen del chasquido. En el techo y en todas las paredes menos una se había abierto una muesca por la cual había comenzado a salir agua con mucha presión. Y antes de que el joven médico pudiese llegar a hacer algo al respecto, uno de los chorros de agua le dio en la espalda, empujándolo contra el muro.
¡¡Argh...!!
Hane habría golpeado contra el muro también provocando que su filo volviese a la normalidad. El joven médico sacudiría la cabeza mientras daba un golpe con su mano contra la pared. Llevaría esa mano libre hasta su cabeza para arreglarse el cabello solo para ver que el agua que estaba ingresando en el lugar era demasiada. Iba a ahogarse si no salía de ahí.
«No hay que perder tiempo.»
Susurró mientras enfundaba su espada. Apreció un instante más la habitación.
«Toda esta agua...»
Tendría que salir por algún lado después de llenada la habitación. Mogura elevó su seria mirada por encima de su hombro, como si en caso de que no estuviese aquella pared lisa, pudiese ver al Hōzuki alejarse. Entonces, su puño comenzó a golpear la pared como si estuviese desesperado por salir.
«Debería haber una salida para toda esta agua...»
Pensaba mientras miraba el suelo del lugar.
Hablo - Pienso