20/11/2017, 15:42
—¿Ya te has cansado, chico?
Preguntaría el muchacho desde detrás de la pared una vez Mogura hubiese detenido su golpeteo. Pero no obtendría respuesta alguna por parte del joven médico.
«Debería haberlo previsto.»
Concluyó al ver que el tamaño del hueco no era lo suficientemente grande como para llevarse toda esa agua. Por si fuera poco, el desagüe comenzaba comenzaba a succionar el agua fuera del recinto, generando una corriente en dirección a ese punto. La posibilidad de escapar por ese lugar había quedado descartada.
—¿Sigues vivo, chico?
Al escuchar su voz nuevamente, el médico elevó su mirada por encima del hombro, observó la pared lisa un segundo y entonces se acercó hasta esta.
La barrera lo separaba de una persona sumamente peligrosa. Pero tenía que atravesarla para salir de ahí. Y eso significaba tener que estar a la altura de pelear contra una persona así, no había otra alternativa. Llevaría una generosa cantidad de aire a sus pulmones y lo dejaría escapar en la forma de un profundo suspiro.
«Sigo vivo.»
Con una determinada actitud, el médico de Amegakure se afirmaría lo mejor que pudiese sobre sus pies entonces levantaría su puño y, haciendo un ejemplar uso de su dominio del Okashō, estamparía sus nudillos en el centro de la pared lisa.
Preguntaría el muchacho desde detrás de la pared una vez Mogura hubiese detenido su golpeteo. Pero no obtendría respuesta alguna por parte del joven médico.
«Debería haberlo previsto.»
Concluyó al ver que el tamaño del hueco no era lo suficientemente grande como para llevarse toda esa agua. Por si fuera poco, el desagüe comenzaba comenzaba a succionar el agua fuera del recinto, generando una corriente en dirección a ese punto. La posibilidad de escapar por ese lugar había quedado descartada.
—¿Sigues vivo, chico?
Al escuchar su voz nuevamente, el médico elevó su mirada por encima del hombro, observó la pared lisa un segundo y entonces se acercó hasta esta.
La barrera lo separaba de una persona sumamente peligrosa. Pero tenía que atravesarla para salir de ahí. Y eso significaba tener que estar a la altura de pelear contra una persona así, no había otra alternativa. Llevaría una generosa cantidad de aire a sus pulmones y lo dejaría escapar en la forma de un profundo suspiro.
«Sigo vivo.»
Con una determinada actitud, el médico de Amegakure se afirmaría lo mejor que pudiese sobre sus pies entonces levantaría su puño y, haciendo un ejemplar uso de su dominio del Okashō, estamparía sus nudillos en el centro de la pared lisa.
Hablo - Pienso