29/11/2017, 11:46
Mogura reaccionó con rapidez y precisión. Lanzó su propio brazo al encuentro del de Marun, un brazo que, en comparación con el armatoste hipertrofiado del Hōzuki, resultaba escuchimizado y ridículo. Sin embargo, el médico estaba a punto de demostrar que las apariencias engañaban, y en el momento del encuentro, liberó toda la energía reunida en torno a su puño en un potente estallido que reverberó por todas las paredes de la guarida.
Marun exhaló un desgarrador aullido de dolor y sorpresa cuando su propio brazo se vio rechazado hacia atrás y su cuerpo volteó en el aire siguiendo la inercia del movimiento. Cayó varios metros más atrás, resollando con esfuerzo y dolor, pero a los pocos segundos se reincorporó hasta quedar de rodillas en el suelo. Eso sí, con el brazo caído, inerte.
—¡MALDITO SEAS! ¡VAS A PAGÁRMELAS, JODIDO IMBÉCIL! —Se desgañitaba, con el rostro rojo por la más primitiva ira.
Su mano izquierda formó un sello, y, sigiloso como un pez león, a las espaldas del médico emergió una réplica del mismo agua que encharcaba la sala. Para cuando se diera cuenta para reaccionar sería demasiado tarde, el clon le había inmovilizado tomándole por debajo de los hombros y el verdadero Marun había sacado un pequeño tubo de su portaobjetos y sopló a través de él.
Mogura sintió un pinchazo en el cuello.
—¡VAS A MORIR COMO DEBIÓ MORIR ESA PUTA DE SHANISE!
—Voy a intentar ser breve, entenderéis por qué —respondió Daruu con voz temblorosa, después de algunos segundos de tensa impaciencia—. Ya teníamos, pero ahora tenemos prisa. Empezaré por lo más importante, pero por favor, ruego que esperéis a que termine por que no hay nada que no lo sea. —El chico tragó saliva, y para todos quedó claro que el asunto era verdaderamente urgente—. El camino del centro se abre a una sala grande con una cascada que cae a un piso inferior. Abajo hay un tipo corpulento y muy alto que se lleva a Ayame hacia el fondo de la cueva, y hasta ahí llego. —Nueva pausa—. Ayame va por su propio pie. No se la llevan a la fuerza, se la llevan de... la mano.
Alarmado e incrédulo, Zetsuo entrecerró los ojos. Pero se contuvo de hacer ningún comentario. ¿Cómo era aquello posible? Todos habían visto que Ayame se había resistido en la playa, habían visto los restos de la bandana y que estaba empapada en sangre... ¿Cómo iba ahora a cooperar con los Kajitsu así como así? El médico intercambió una breve mirada con Kōri, pero tras aquella máscara de hielo, él parecía tan sorprendido como él.
—Ahora los lados —continuó Daruu—. El camino de la izquierda no nos interesa. En el de la derecha hay una persona leyendo libros, distraída. Los libros son sobre técnicas de sellado. Hay libros sobre bijū. Hay una camilla con correas y varias cosas más que no sé qué son. Lo que sí sé es que quizás están engañando a Ayame y que quieren extraer al Gobi.
—¡¿QUÉ?! —exclamó Zetsuo, incapaz de contenerse. Ahora había apretado los puños a ambos lados de su cuerpo y temblaba, preso de ira.
—Al fondo del pasillo, casi al final, hay una sala inundada por un palmo de agua. Mogura está luchando contra un ninja con el pelo marrón. Parece estar en apuros.
Daruu desactivó el Byakugan y, cerrando los ojos, respiró hondo varias veces, visiblemente fatigado.
—¿Qué hacemos, Zetsuo...? —preguntó Kiroe.
—Ella... ella es, ¡¿ella es nuestra jodida guardiana?! —intervino Kaido, que parecía haber comprendido de golpe las implicaciones de las palabras de Daruu, pero aquel no era el momento para ponerle al día después de haber desvelado un secreto así, por lo que nadie respondió.
Zetsuo les dirigió a todos una larga mirada, respirando agitado pero sus afilados ojos de águila analizando fríamente la situación. Si no alcanzaban rápido a Ayame podría desvanecerse de entre la punta de sus dedos. Y quién sabe si podrían encontrarla de nuevo. Por otra parte, si las sospechas de Daruu sobre que lo que en realidad pretendían los Kajitsu eran ciertas y conseguían arrancarle el Gobi, ella...
Tenían que darse prisa, no podían permitirse ir a salvar al otro médico mientras se estaban llevando a Ayame quién sabe donde. Zetsuo apretó aún más los puños, hasta que sus nudillos se convirtieron en manchas blancas. Desconocían la fuerza de los Hōzuki que se encontraban con Mogura y con Ayame, pero Zetsuo sospechaba que su hija, el objetivo principal de los Kajitsu, debía estar resguardada por uno de los peces gordos. Tenían que dividir las fuerzas sin llegar a escatimar en recursos.
Entonces sacudió un brazo en el aire.
—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!
Sin dar tiempo a cualquier tipo de protesta, Zetsuo arrancó a correr por el pasillo central y Kōri siguió su estela.
Marun exhaló un desgarrador aullido de dolor y sorpresa cuando su propio brazo se vio rechazado hacia atrás y su cuerpo volteó en el aire siguiendo la inercia del movimiento. Cayó varios metros más atrás, resollando con esfuerzo y dolor, pero a los pocos segundos se reincorporó hasta quedar de rodillas en el suelo. Eso sí, con el brazo caído, inerte.
—¡MALDITO SEAS! ¡VAS A PAGÁRMELAS, JODIDO IMBÉCIL! —Se desgañitaba, con el rostro rojo por la más primitiva ira.
Su mano izquierda formó un sello, y, sigiloso como un pez león, a las espaldas del médico emergió una réplica del mismo agua que encharcaba la sala. Para cuando se diera cuenta para reaccionar sería demasiado tarde, el clon le había inmovilizado tomándole por debajo de los hombros y el verdadero Marun había sacado un pequeño tubo de su portaobjetos y sopló a través de él.
Mogura sintió un pinchazo en el cuello.
—¡VAS A MORIR COMO DEBIÓ MORIR ESA PUTA DE SHANISE!
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—Voy a intentar ser breve, entenderéis por qué —respondió Daruu con voz temblorosa, después de algunos segundos de tensa impaciencia—. Ya teníamos, pero ahora tenemos prisa. Empezaré por lo más importante, pero por favor, ruego que esperéis a que termine por que no hay nada que no lo sea. —El chico tragó saliva, y para todos quedó claro que el asunto era verdaderamente urgente—. El camino del centro se abre a una sala grande con una cascada que cae a un piso inferior. Abajo hay un tipo corpulento y muy alto que se lleva a Ayame hacia el fondo de la cueva, y hasta ahí llego. —Nueva pausa—. Ayame va por su propio pie. No se la llevan a la fuerza, se la llevan de... la mano.
Alarmado e incrédulo, Zetsuo entrecerró los ojos. Pero se contuvo de hacer ningún comentario. ¿Cómo era aquello posible? Todos habían visto que Ayame se había resistido en la playa, habían visto los restos de la bandana y que estaba empapada en sangre... ¿Cómo iba ahora a cooperar con los Kajitsu así como así? El médico intercambió una breve mirada con Kōri, pero tras aquella máscara de hielo, él parecía tan sorprendido como él.
—Ahora los lados —continuó Daruu—. El camino de la izquierda no nos interesa. En el de la derecha hay una persona leyendo libros, distraída. Los libros son sobre técnicas de sellado. Hay libros sobre bijū. Hay una camilla con correas y varias cosas más que no sé qué son. Lo que sí sé es que quizás están engañando a Ayame y que quieren extraer al Gobi.
—¡¿QUÉ?! —exclamó Zetsuo, incapaz de contenerse. Ahora había apretado los puños a ambos lados de su cuerpo y temblaba, preso de ira.
—Al fondo del pasillo, casi al final, hay una sala inundada por un palmo de agua. Mogura está luchando contra un ninja con el pelo marrón. Parece estar en apuros.
Daruu desactivó el Byakugan y, cerrando los ojos, respiró hondo varias veces, visiblemente fatigado.
—¿Qué hacemos, Zetsuo...? —preguntó Kiroe.
—Ella... ella es, ¡¿ella es nuestra jodida guardiana?! —intervino Kaido, que parecía haber comprendido de golpe las implicaciones de las palabras de Daruu, pero aquel no era el momento para ponerle al día después de haber desvelado un secreto así, por lo que nadie respondió.
Zetsuo les dirigió a todos una larga mirada, respirando agitado pero sus afilados ojos de águila analizando fríamente la situación. Si no alcanzaban rápido a Ayame podría desvanecerse de entre la punta de sus dedos. Y quién sabe si podrían encontrarla de nuevo. Por otra parte, si las sospechas de Daruu sobre que lo que en realidad pretendían los Kajitsu eran ciertas y conseguían arrancarle el Gobi, ella...
Tenían que darse prisa, no podían permitirse ir a salvar al otro médico mientras se estaban llevando a Ayame quién sabe donde. Zetsuo apretó aún más los puños, hasta que sus nudillos se convirtieron en manchas blancas. Desconocían la fuerza de los Hōzuki que se encontraban con Mogura y con Ayame, pero Zetsuo sospechaba que su hija, el objetivo principal de los Kajitsu, debía estar resguardada por uno de los peces gordos. Tenían que dividir las fuerzas sin llegar a escatimar en recursos.
Entonces sacudió un brazo en el aire.
—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!
Sin dar tiempo a cualquier tipo de protesta, Zetsuo arrancó a correr por el pasillo central y Kōri siguió su estela.