30/11/2017, 02:12
Y es que aunque aquel no fuera el momento más oportuno para que él pudiera increparle nada a nadie, al gyojin le era físicamente imposible no sentirse ultrajado y ofendido por el hecho de ser el jodido descartado de conocer tan importante verdad. Porque, a pesar de que se tomaba la misión muy en serio —no todos los días un jounin va a tu casa, a petición de la mismísima Amekoro Yui, así que motivación no le iba a faltar— si hubiese sabido desde el inicio que Ayame era la guardiana, no hubiese ido tan a ciegas. Y, desde luego, que no se habría comido tanto la cabeza acerca del por qué los Kajitsu Hozuki cometerían semejante agravio en contra de Amegakure, arriesgándolo todo por una simple niña que sólo compartía sus genes, cuando de esos podían haber muchos.
Ayame, a sus ojos, nunca fue especial. Y se preguntó, una y otra vez, por qué lo era ella para los Kajitsu. Y ahora, esa interrogante tenía el espacio lleno. Con la palabra jinchūriki bien trazada sobre la línea.
Y es que si se le echaba un poco de cabeza, tener a Ayame en tus filas debía significar una clara ventaja en pro de cuales fueran los objetivos propuestos. Añádele a un Hozuki capaz de convertirse en un poderoso usuario de sus habilidades un bijuu, y tendrás un gran prospecto. Una gran arma.
Zetsuo, visto lo visto, no estaba dispuesto a permitir aquello. Así que como buen líder, sencillamente ordenó, y comandó.
—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!
Sin peros que valieran, el hombre arrancó hacia su más imperioso destino: su amada hija.
Kaido, aún un poco colgado, les vio avanzar a lo largo del pasillo central, y luego tuvo que buscar con la mirada a Kiroe.
—Habrá que conformarse con salvarle el culo a Mogura, Kiroe-chan. Venga, vamos
Pero el gyojin no fue a ningún lado, no hasta que la madre de Daruu tomara también su curso. Cuando ella se moviera, él la seguiría, dispuesto a acabar con todo aquello de una buena jodida vez.
Ayame, a sus ojos, nunca fue especial. Y se preguntó, una y otra vez, por qué lo era ella para los Kajitsu. Y ahora, esa interrogante tenía el espacio lleno. Con la palabra jinchūriki bien trazada sobre la línea.
Y es que si se le echaba un poco de cabeza, tener a Ayame en tus filas debía significar una clara ventaja en pro de cuales fueran los objetivos propuestos. Añádele a un Hozuki capaz de convertirse en un poderoso usuario de sus habilidades un bijuu, y tendrás un gran prospecto. Una gran arma.
Zetsuo, visto lo visto, no estaba dispuesto a permitir aquello. Así que como buen líder, sencillamente ordenó, y comandó.
—¡Kiroe y Kaido, iréis a buscar al otro chico! ¡Kiroe, estaremos en comunicación por el trasmisor, el canal es el mismo de siempre! ¡Daruu y Kōri, venís conmigo a buscar a Ayame! ¡Vamos!
Sin peros que valieran, el hombre arrancó hacia su más imperioso destino: su amada hija.
Kaido, aún un poco colgado, les vio avanzar a lo largo del pasillo central, y luego tuvo que buscar con la mirada a Kiroe.
—Habrá que conformarse con salvarle el culo a Mogura, Kiroe-chan. Venga, vamos
Pero el gyojin no fue a ningún lado, no hasta que la madre de Daruu tomara también su curso. Cuando ella se moviera, él la seguiría, dispuesto a acabar con todo aquello de una buena jodida vez.