5/12/2017, 21:56
Había logrado realizar de manera correcta la incisión por la cual debía ingresar el fluido, pero fue en el momento en que estaba por insertarlo en su cuerpo que un tremendo dolor se hizo con su cuerpo. No pudo consigo mismo, no llegó a tomar el pergamino pues como reflejo la mano se dirigió a su pecho agarrándose con fuerza, fuerza que empezaba a escaparse de su persona.
Todo se estaba poniendo cada vez más borroso y oscuro, llegó a percibir que alguien ingresaba por la puerta pero ya era muy tarde para que él pudiese hacer algo al respecto.
Para su enorme fortuna, eran aliados los que habían entrado.
Kiroe, haciendo gala de su experiencia como kunoichi, reaccionó de la manera correcta, inyectando el antídoto donde correspondía. Por supuesto que en ese instante Mogura no entendía nada pues estaba con un pie del otro lado a esas alturas, no sabía quien estaba salvando su vida.
Tomó una bocanada de aire en cuando su cuerpo pudo hacerlo, como parte del reflejo más primitivo por querer sobrevivir a una muerte casi segura. Pero la siguiente respiración sería menos energética, pero al menos constante. Su piel volvía a recuperar el no color típico de un habitante de un lugar donde el sol no brilla.
Las cosas volvían a recuperar su nitidez poco a poco, aun así tardaría un poco en entender lo que estaba pasando, tanto así que entendería lo que estaba sucediendo solo cuando la mujer habría pronunciado las palabras "Pastel de fresa".
«Kiroe-san...»
Reconoció la voz de la fémina y respiró con alivio en ese momento.
Todo se estaba poniendo cada vez más borroso y oscuro, llegó a percibir que alguien ingresaba por la puerta pero ya era muy tarde para que él pudiese hacer algo al respecto.
Para su enorme fortuna, eran aliados los que habían entrado.
Kiroe, haciendo gala de su experiencia como kunoichi, reaccionó de la manera correcta, inyectando el antídoto donde correspondía. Por supuesto que en ese instante Mogura no entendía nada pues estaba con un pie del otro lado a esas alturas, no sabía quien estaba salvando su vida.
Tomó una bocanada de aire en cuando su cuerpo pudo hacerlo, como parte del reflejo más primitivo por querer sobrevivir a una muerte casi segura. Pero la siguiente respiración sería menos energética, pero al menos constante. Su piel volvía a recuperar el no color típico de un habitante de un lugar donde el sol no brilla.
Las cosas volvían a recuperar su nitidez poco a poco, aun así tardaría un poco en entender lo que estaba pasando, tanto así que entendería lo que estaba sucediendo solo cuando la mujer habría pronunciado las palabras "Pastel de fresa".
«Kiroe-san...»
Reconoció la voz de la fémina y respiró con alivio en ese momento.
Hablo - Pienso