9/12/2017, 20:16
(Última modificación: 9/12/2017, 20:18 por Amedama Daruu.)
Daruu y Zetsuo comprendieron que mientras aquella aguja de chakra siguiera afectando al cerebro de Ayame, no conseguirían convencerla de nada. Parecía mucho más frágil y descompuesta que antes, pero igual de desafiante. Daruu se acercó un paso a ella, y entonces, se dio cuenta de una terrible verdad.
«Si la aguja sigue acti...»
La voz de Reigetsu resonó en la plaza.
—¡Ayame, cuidado!
—¡¡NOOOOOOOOOOOOO!! —Zetsuo corrió hacia su hija, que acababa de sufrir un disparo en el pecho. Se arrodilló ante ella, e inmediatamente sus manos empezaron a sanar la herida de bala.
Daruu, paralizado, de rodillas, observó cómo la aguja de chakra del cerebro se desvanecía, junto al último reguero de vida de Reigetsu. Pero no era motivo de celebración, pues el chakra de la propia Ayame se agotaba como la arena de uno de esos relojes...
Entonces vio algo que le hizo emitir un grito ahogado en voz alta, pero que también le hizo sonreír.
Pero Zetsuo no podía verlo. Él...
—No, no, no no... —La dura coraza que había forjado con los años estaba rota en pedazos. Ese fue el único momento en el que Daruu lo vio así, en toda su vida. Más tarde recordaría sus ojos, anegados en lágrimas, y aquél entrecejo que volvería a estar fruncido, liberado y casi arqueado en la otra dirección. Parecía muchos años más viejo y mucho menos fuerte. Como si fuera... un niño en el cuerpo de un veterano de guerra—. Ayame, Ayame... No mi Ayame... No otra vez... No otra vez... Primero tu madre, y ahora tú... No he podido protegeros... a ninguna de las dos... no...
—Zetsuo... Zetsuo... el chakra del Gobi...
»Se está concentrando en esa herida. Ya lo he visto otras veces... Creo... que está a salvo... Creo... Que está bien.
—Ayame... Ayame...
—Vaya. Creía que no había más de esos hijos de puta, pero Karoi ha debido de encontrarse con otro de ellos. Mogura-san, supongo que nos convendría más tomar el camino contrario y entrar al pasillo central por el otro lado. Ese está despejado, y tú no estás en condiciones de combatir.
»Confío en Karoi. Y ese muchacho amigo tuyo parece duro de roer. Oye, ¿ese color de piel es natural? Y parecía que olía un poco a pescado...
»No debe de llevarse muy bien con mi hijo.
Dicho esto, la mujer echó a correr pasillo abajo, pero pendiente del estado de Mogura. Si era necesario, disminuiría la marcha.
«Si la aguja sigue acti...»
La voz de Reigetsu resonó en la plaza.
—¡Ayame, cuidado!
—¡¡NOOOOOOOOOOOOO!! —Zetsuo corrió hacia su hija, que acababa de sufrir un disparo en el pecho. Se arrodilló ante ella, e inmediatamente sus manos empezaron a sanar la herida de bala.
Daruu, paralizado, de rodillas, observó cómo la aguja de chakra del cerebro se desvanecía, junto al último reguero de vida de Reigetsu. Pero no era motivo de celebración, pues el chakra de la propia Ayame se agotaba como la arena de uno de esos relojes...
Entonces vio algo que le hizo emitir un grito ahogado en voz alta, pero que también le hizo sonreír.
Pero Zetsuo no podía verlo. Él...
—No, no, no no... —La dura coraza que había forjado con los años estaba rota en pedazos. Ese fue el único momento en el que Daruu lo vio así, en toda su vida. Más tarde recordaría sus ojos, anegados en lágrimas, y aquél entrecejo que volvería a estar fruncido, liberado y casi arqueado en la otra dirección. Parecía muchos años más viejo y mucho menos fuerte. Como si fuera... un niño en el cuerpo de un veterano de guerra—. Ayame, Ayame... No mi Ayame... No otra vez... No otra vez... Primero tu madre, y ahora tú... No he podido protegeros... a ninguna de las dos... no...
—Zetsuo... Zetsuo... el chakra del Gobi...
»Se está concentrando en esa herida. Ya lo he visto otras veces... Creo... que está a salvo... Creo... Que está bien.
—Ayame... Ayame...
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—Vaya. Creía que no había más de esos hijos de puta, pero Karoi ha debido de encontrarse con otro de ellos. Mogura-san, supongo que nos convendría más tomar el camino contrario y entrar al pasillo central por el otro lado. Ese está despejado, y tú no estás en condiciones de combatir.
»Confío en Karoi. Y ese muchacho amigo tuyo parece duro de roer. Oye, ¿ese color de piel es natural? Y parecía que olía un poco a pescado...
»No debe de llevarse muy bien con mi hijo.
Dicho esto, la mujer echó a correr pasillo abajo, pero pendiente del estado de Mogura. Si era necesario, disminuiría la marcha.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)