10/12/2017, 20:13
(Última modificación: 10/12/2017, 20:14 por Amedama Daruu.)
Kiroe y Mogura seguían corriendo por el pasillo. Ahora estaban cerca de la biblioteca.
—En un momento de la pelea, el renegado mencionó la posibilidad de que un tal Reigetsu sellase el Gobi en su interior —comentó Mogura—. Por la forma en la que lo dijo sonó como si se tratase de su líder... ¿han peleado contra más gente?
Kiroe esperó el momento apropiado para responder. Ese momento llegó cuando se acercaron más a la biblioteca, y el cadáver de Nezumi se dejó entrever tras la curvatura del pasillo. La mujer señaló al cuerpo sin vida y dijo:
—Sí, contra ese.
Y más tarde, cuando llegaron a la sala por la que habían entrado, añadió también:
—Contra esa también. —Señaló la mujer congelada en el hielo, con la misma mueca de terror—. Ah, y contra otro que ahogó Zetsuo en el agua.
»Vamos, Mogura. ¡Al pasillo central!
Ayame se apretujó contra Zetsuo todo lo que pudo, y el hombre aprovechó el momento, sabiendo que quizás tardasen mucho en repetirlo. Una vez su hija se separase de él, debía trabajar en recomponer la coraza que había dejado derribar. Y tenía que levantar el muro mucho más alto de lo que era. Pero también asegurarse de incluir ciertas ventanas, para que algo como aquello no volviera a pasar jamás.
Quizás aquél idiota pelopincho tuviera algo de razón. Ay, cómo le jodía reconocerlo.
Suspiró, y dejó marchar a Ayame, quien se fue a abrazar a su hermano.
Más tarde se acercó a un Daruu totalmente sin fuerzas, y se disculpó en voz baja, haciendo sus manos mover en nerviosos círculos. Daruu la observó un momento, le dedicó una afable sonrisa, y entonces... Derrumbó su propia y resquebrajada coraza, echándose a llorar a lágrima viva y atrayéndola hacia él, fundiéndose en un sincero abrazo.
—Me da igual todo —dijo—. Lo importante es que todo ha pasado.
Zetsuo suspiró y les dio la espalda, acariciándose la cabeza y reconstruyéndose a sí mismo. Por desgracia, no todo había acabado.
—¿Kiroe? ¿Estás ahí, Kiroe? —dijo, sujetándose el transmisor con la mano—. La misión ha terminado. Hemos recuperado a Ayame. Repito: la misión ha acabado.
Kiroe respondió tan entusiasmada al otro lado del transmisor que tuvo que quitárselo de la oreja y separarlo unos centímetros.
—¡Joder, Amedama, no grites tanto! —gruñó. Daruu pensó que ya se parecía un poco más a él mismo—. ¿Qué? Bien, me alegro que Mogura-kun esté... No, no vengáis. Quedáos en la salida. Ahora vamos nosotros.
Se giró hacia Daruu.
—¡Daruu! ¿Queda algún enemigo en la guarida? ¿Puedes comprobarlo, por favor?
—Sólo una vez más, luego, tendré que descansar. —Daruu se levantó, tomó aire un par de veces y activó su dōjutsu una última vez, visualizando el entorno. Giró sobre sí mismo y oteó rápidamente el lugar. Detectó los chakras de todos, pero no de ningún ene...
—¿Karoi-san...? —Distinguió un tinte de un color familiar bajando por la catarata central, además del chakra de Kaido, que seguía en la primera planta.
—¿Cómo dices?
—En un momento de la pelea, el renegado mencionó la posibilidad de que un tal Reigetsu sellase el Gobi en su interior —comentó Mogura—. Por la forma en la que lo dijo sonó como si se tratase de su líder... ¿han peleado contra más gente?
Kiroe esperó el momento apropiado para responder. Ese momento llegó cuando se acercaron más a la biblioteca, y el cadáver de Nezumi se dejó entrever tras la curvatura del pasillo. La mujer señaló al cuerpo sin vida y dijo:
—Sí, contra ese.
Y más tarde, cuando llegaron a la sala por la que habían entrado, añadió también:
—Contra esa también. —Señaló la mujer congelada en el hielo, con la misma mueca de terror—. Ah, y contra otro que ahogó Zetsuo en el agua.
»Vamos, Mogura. ¡Al pasillo central!
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Ayame se apretujó contra Zetsuo todo lo que pudo, y el hombre aprovechó el momento, sabiendo que quizás tardasen mucho en repetirlo. Una vez su hija se separase de él, debía trabajar en recomponer la coraza que había dejado derribar. Y tenía que levantar el muro mucho más alto de lo que era. Pero también asegurarse de incluir ciertas ventanas, para que algo como aquello no volviera a pasar jamás.
Quizás aquél idiota pelopincho tuviera algo de razón. Ay, cómo le jodía reconocerlo.
Suspiró, y dejó marchar a Ayame, quien se fue a abrazar a su hermano.
Más tarde se acercó a un Daruu totalmente sin fuerzas, y se disculpó en voz baja, haciendo sus manos mover en nerviosos círculos. Daruu la observó un momento, le dedicó una afable sonrisa, y entonces... Derrumbó su propia y resquebrajada coraza, echándose a llorar a lágrima viva y atrayéndola hacia él, fundiéndose en un sincero abrazo.
—Me da igual todo —dijo—. Lo importante es que todo ha pasado.
Zetsuo suspiró y les dio la espalda, acariciándose la cabeza y reconstruyéndose a sí mismo. Por desgracia, no todo había acabado.
—¿Kiroe? ¿Estás ahí, Kiroe? —dijo, sujetándose el transmisor con la mano—. La misión ha terminado. Hemos recuperado a Ayame. Repito: la misión ha acabado.
Kiroe respondió tan entusiasmada al otro lado del transmisor que tuvo que quitárselo de la oreja y separarlo unos centímetros.
—¡Joder, Amedama, no grites tanto! —gruñó. Daruu pensó que ya se parecía un poco más a él mismo—. ¿Qué? Bien, me alegro que Mogura-kun esté... No, no vengáis. Quedáos en la salida. Ahora vamos nosotros.
Se giró hacia Daruu.
—¡Daruu! ¿Queda algún enemigo en la guarida? ¿Puedes comprobarlo, por favor?
—Sólo una vez más, luego, tendré que descansar. —Daruu se levantó, tomó aire un par de veces y activó su dōjutsu una última vez, visualizando el entorno. Giró sobre sí mismo y oteó rápidamente el lugar. Detectó los chakras de todos, pero no de ningún ene...
—¿Karoi-san...? —Distinguió un tinte de un color familiar bajando por la catarata central, además del chakra de Kaido, que seguía en la primera planta.
—¿Cómo dices?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)