10/12/2017, 20:37
La catarata central se abría impiadosa bajo sus pies, y Karoi planeó su descenso tras advertirle al tiburón que aún el peligro podría continuar acechándoles ahí abajo. El escualo asintió, convencido, y anudó a Nokomizuchi en los linderos de su espalda, con las mismas cintas que acordonaba fuertemente a su kodachi. Segura, con aquel par de filosos dientes de sierra protegiéndole los flancos, Kaido observó a Karoi perderse entre los caudales de la catarata y él hizo lo propio, un par de segundos después.
Su cuerpo, al unísono —incluyendo también todos los artilugios unidos a él— se licuaron ipso facto, para mezclarse con la cascada. Descendió víctima de la gravedad, y esperaría hasta sentir el abrazo de la superficie para alzarse él de entre las aguas, formando su azulado y fornido cuerpo frente a los espectadores de aquella cueva.
El tiburón se encontró de lleno con los retazos de la batalla final, con Ayame sana y salva alrededor de sus seres queridos, y todos, sin excepción, vivos. Se sintió bastante aliviado, aunque su rostro no mostró reflejo alguno de su renuente preocupación.
El gyojin observó a Ayame de pies a cabeza, y le sonrió con aquel manojo de dientes de sierra.
Él había estado ahí para salvarla... pero eso ella no lo sabía, ¿cierto?
Su cuerpo, al unísono —incluyendo también todos los artilugios unidos a él— se licuaron ipso facto, para mezclarse con la cascada. Descendió víctima de la gravedad, y esperaría hasta sentir el abrazo de la superficie para alzarse él de entre las aguas, formando su azulado y fornido cuerpo frente a los espectadores de aquella cueva.
El tiburón se encontró de lleno con los retazos de la batalla final, con Ayame sana y salva alrededor de sus seres queridos, y todos, sin excepción, vivos. Se sintió bastante aliviado, aunque su rostro no mostró reflejo alguno de su renuente preocupación.
El gyojin observó a Ayame de pies a cabeza, y le sonrió con aquel manojo de dientes de sierra.
Él había estado ahí para salvarla... pero eso ella no lo sabía, ¿cierto?