16/12/2017, 06:05
Finalmente, el grupo volvía a ser uno solo, ambas partes se habrían encontrado.
Kiroe corrió hasta la joven jinchuuriki, apartando a sus parientes del camino. Como resultado de su sincera demostración de afecto, ambas terminarían en el suelo y solo serían interrumpidas por las palabras a todo pulmón del padre de la muchacha.
Mogura por su parte se limitó a apartar ligeramente la mirada de aquella escena.
«Todos parecen contentos de verte, Aotsuki-san.»
Concluyó para si mismo, aquel pensamiento ciertamente lo incluía a él tambien dentro de aquel conjunto.
Con intención de evitar prestar demasiada atención al afectivo momento de Kiroe y Ayame, el joven médico de Amegakure buscó con la mirada a los demás miembros del grupo. Casi al instante su mirada se cruzaría con la del azulado kajitsu, Umikiba Kaido.
—¿Todo bien, compañero?
Diría mientras le estiraba la mano, Mogura se quedaría un par de segundos apreciando el gesto y seguidamente realizaría una ligera reverencia. No eran tan cercanos como para ese tipo de trato, su reverencia estaba totalmente de más, pero por una mera cuestión de cortesía no quiso dejarlo pintado.
¿qué tal ese veneno, sabroso?
Agregaría con aquella sonrisa de dientes afilados que solo había podido ver en otras personas, personas muy importantes y fuertes. Hasta el humor le recordaba vagamente a esas personas.
Me temo que no tuve oportunidad de degustarlo, Umikiba-san.
Apresuró a contestar con su usual tono de voz.
Pero en Amegakure debo tener una muestra de él, por si te interesa probar su sabor.
Agregaría finalmente, Mogura se encontraba lo suficientemente bien como para contestar a las palabras de Kaido con la habitual contundencia. Incluso pensó en arrojar una interrogante sobre la mesa pero quizás no sería el momento más apropiado para eso.
Kiroe corrió hasta la joven jinchuuriki, apartando a sus parientes del camino. Como resultado de su sincera demostración de afecto, ambas terminarían en el suelo y solo serían interrumpidas por las palabras a todo pulmón del padre de la muchacha.
Mogura por su parte se limitó a apartar ligeramente la mirada de aquella escena.
«Todos parecen contentos de verte, Aotsuki-san.»
Concluyó para si mismo, aquel pensamiento ciertamente lo incluía a él tambien dentro de aquel conjunto.
Con intención de evitar prestar demasiada atención al afectivo momento de Kiroe y Ayame, el joven médico de Amegakure buscó con la mirada a los demás miembros del grupo. Casi al instante su mirada se cruzaría con la del azulado kajitsu, Umikiba Kaido.
—¿Todo bien, compañero?
Diría mientras le estiraba la mano, Mogura se quedaría un par de segundos apreciando el gesto y seguidamente realizaría una ligera reverencia. No eran tan cercanos como para ese tipo de trato, su reverencia estaba totalmente de más, pero por una mera cuestión de cortesía no quiso dejarlo pintado.
¿qué tal ese veneno, sabroso?
Agregaría con aquella sonrisa de dientes afilados que solo había podido ver en otras personas, personas muy importantes y fuertes. Hasta el humor le recordaba vagamente a esas personas.
Me temo que no tuve oportunidad de degustarlo, Umikiba-san.
Apresuró a contestar con su usual tono de voz.
Pero en Amegakure debo tener una muestra de él, por si te interesa probar su sabor.
Agregaría finalmente, Mogura se encontraba lo suficientemente bien como para contestar a las palabras de Kaido con la habitual contundencia. Incluso pensó en arrojar una interrogante sobre la mesa pero quizás no sería el momento más apropiado para eso.
Hablo - Pienso