21/12/2017, 16:07
El director pasó junto a su hija dedicándole unas palabras mientras seguía con su camino, con el objetivo de salir de aquella base repleta ahora de nada más que cadáveres. Kaido marcharía a una cierta distancia detrás de él al verle partir. Por su parte, el joven médico esperó a que el superior a cargo diese algo que pareciese una orden.
Si tan solo no estuviese tan magullado, el ascenso se le hubiese hecho un paseo por la planicie. Pero los ataques de Marun, principalmente el veneno del final, le habían dejado bastante tocado. Al punto de que junto con Ayame, fueron los que más problemas tuvieron al subir.
Por un instante pensó en comentarle lo ocurrido a la jinchuuriki, su encuentro con el renegado que había intentado secuestrarla antes, pero quizás en aquel preciso instante no sería lo ideal.
Quizás por el hecho de que era nada más que un médico, una fuerza de apoyo que debía mantenerse al margen del combate y debía evitar esa clase de enfrentamientos o quizás porque no tenía muchos motivos para justificar las medidas que había tomado más allá de sus propios intereses.
Los kajitsu habían sido derrotados, sus miembros y sus ideales yacían ahora en el piso de los fríos pasillos de una base.
Una familia que quizás ya habría sufrido lo suficiente no había perdido una integrante en manos de unos rebeldes.
Y probablemente el grupo entero usaría aquella experiencia para crecer como personas y como ninja.
Afuera el sol comenzaba a ponerse, el día estaba terminando y algunas olas rompían contra el acantilado.
La lluvia caía sobre él como si nada importase, y su paraguas no estaba ahí para evitar que las caprichosas gotas de agua hiciesen lo que tenían ganas.
Su mano se elevó hasta su cabeza y acomodó su peinado, el ascenso y el clima sin duda alguna habrían hecho de las suyas.
Se acercó a su superior, el hermano mayor de la jinchuuriki. Hizo una ligera reverencia y con su usual expresión de seriedad consultó:
Aotsuki-san. ¿Cómo deberíamos organizar el regreso a Amegakure?
Si tan solo no estuviese tan magullado, el ascenso se le hubiese hecho un paseo por la planicie. Pero los ataques de Marun, principalmente el veneno del final, le habían dejado bastante tocado. Al punto de que junto con Ayame, fueron los que más problemas tuvieron al subir.
Por un instante pensó en comentarle lo ocurrido a la jinchuuriki, su encuentro con el renegado que había intentado secuestrarla antes, pero quizás en aquel preciso instante no sería lo ideal.
Quizás por el hecho de que era nada más que un médico, una fuerza de apoyo que debía mantenerse al margen del combate y debía evitar esa clase de enfrentamientos o quizás porque no tenía muchos motivos para justificar las medidas que había tomado más allá de sus propios intereses.
Los kajitsu habían sido derrotados, sus miembros y sus ideales yacían ahora en el piso de los fríos pasillos de una base.
Una familia que quizás ya habría sufrido lo suficiente no había perdido una integrante en manos de unos rebeldes.
Y probablemente el grupo entero usaría aquella experiencia para crecer como personas y como ninja.
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Afuera el sol comenzaba a ponerse, el día estaba terminando y algunas olas rompían contra el acantilado.
La lluvia caía sobre él como si nada importase, y su paraguas no estaba ahí para evitar que las caprichosas gotas de agua hiciesen lo que tenían ganas.
Su mano se elevó hasta su cabeza y acomodó su peinado, el ascenso y el clima sin duda alguna habrían hecho de las suyas.
Se acercó a su superior, el hermano mayor de la jinchuuriki. Hizo una ligera reverencia y con su usual expresión de seriedad consultó:
Aotsuki-san. ¿Cómo deberíamos organizar el regreso a Amegakure?
Hablo - Pienso