27/10/2018, 21:53
—¿Me estás diciendo que…? ¿¡Me estás diciendo que…? Joder, ¡yo pensaba que tú y Eri hablabais de estas cosas! —
— Pero, tio, ¿qué te crees que nos vemos Eri y yo? ¿Cada día al ir a comprar el pan? No. Nos vemos poco más o menos como tú y yo, es decir, casi nada. Sois unos cabrones escurridizos.
Siempre ocupados para el bueno e inocente de Nabi. Claro que no tenía ni idea de lo que había ocurrido a mis espaldas aquel día, estaba ocupado teniendo enfrente a media Kusagakure intentando destruir nuestra villa. Y después nadie se había parado un momento a ponerme al día, Datsue se fue con sus amigos importantes y Eri se fue por su lado sin importarle una mierda lo que yo hiciese o dejase de hacer. ¿Y después esperaban que yo supiese algo? ¡Si siempre era el último en enterarme de todo!
Pronto me olvidé de las ofensas de Datsue y Eri, cuando la historia que me contaba el Uchiha superaba cualquier obra de ficción fantástica que se pudiese escribir. Una vez había acabado, aún tenía, sentía más bien, la necesidad de confirmar que no me habían reventado los tímpanos y había escuchado todo mal.
— A ver si lo he entendido. ¿Me estás diciendo que el amenio loco que se lanzó a abrazar a Ayame la psicopata, el bueno de Daruu, después de salvarle a él y a su novia, la jinchuriki de Amegakure, se dedicó a apuñalar a su salvador como si tal cosa? — era una pregunta retorica, así que seguí — Pero ¿qué coño? ¡Esa gente no está bien! Es que simplemente les falta gran parte de lo que viene siendo el sentido común. Panda de desagradecidos, traidores, hijos de... No me lo puedo creer.
Tras soltar la última oración bajé la cabeza hasta que mi frente tocó con el borde de la mesa, con cuidado de no meter nada en ningún recipiente ni tirar nada. Miré al suelo unos segundos y seguí sin entenderlo, así que volví a mirar a Datsue, algo más sereno.
— Deberíamos haberlos matado a todos, varias veces, y colgar sus cabezas en estacas en el Valle del Fin, los muy traidores.
— Pero, tio, ¿qué te crees que nos vemos Eri y yo? ¿Cada día al ir a comprar el pan? No. Nos vemos poco más o menos como tú y yo, es decir, casi nada. Sois unos cabrones escurridizos.
Siempre ocupados para el bueno e inocente de Nabi. Claro que no tenía ni idea de lo que había ocurrido a mis espaldas aquel día, estaba ocupado teniendo enfrente a media Kusagakure intentando destruir nuestra villa. Y después nadie se había parado un momento a ponerme al día, Datsue se fue con sus amigos importantes y Eri se fue por su lado sin importarle una mierda lo que yo hiciese o dejase de hacer. ¿Y después esperaban que yo supiese algo? ¡Si siempre era el último en enterarme de todo!
Pronto me olvidé de las ofensas de Datsue y Eri, cuando la historia que me contaba el Uchiha superaba cualquier obra de ficción fantástica que se pudiese escribir. Una vez había acabado, aún tenía, sentía más bien, la necesidad de confirmar que no me habían reventado los tímpanos y había escuchado todo mal.
— A ver si lo he entendido. ¿Me estás diciendo que el amenio loco que se lanzó a abrazar a Ayame la psicopata, el bueno de Daruu, después de salvarle a él y a su novia, la jinchuriki de Amegakure, se dedicó a apuñalar a su salvador como si tal cosa? — era una pregunta retorica, así que seguí — Pero ¿qué coño? ¡Esa gente no está bien! Es que simplemente les falta gran parte de lo que viene siendo el sentido común. Panda de desagradecidos, traidores, hijos de... No me lo puedo creer.
Tras soltar la última oración bajé la cabeza hasta que mi frente tocó con el borde de la mesa, con cuidado de no meter nada en ningún recipiente ni tirar nada. Miré al suelo unos segundos y seguí sin entenderlo, así que volví a mirar a Datsue, algo más sereno.
— Deberíamos haberlos matado a todos, varias veces, y colgar sus cabezas en estacas en el Valle del Fin, los muy traidores.
—Nabi—