4/11/2018, 12:59
Bostecé ante otra de las tantas promesas de terrible venganza de Datsue. Dos bostezos después ya estábamos de camino al más allá, al más allá de la frontera del País de la Tierra, claro.
Las Montañas de la Tierra hacían honor a su nombre, eran montañas hechas de tierra. Decían de ellas que eran terriblemente irregulares y que habían caidas hasta el Inframundo. Y la verdad es que juraría haber visto algún monstruo con cuernos trepando las paredes casi verticales de las montañas como si no fuese la gran cosa, estaba claro que Satán andaba cerca.
Me mantendría alerta por si veíamos algún niño amenio, que son la principal concentración de maldad de Onindo.
Llegamos al pueblo en cuestión y era un pueblo con todas las de la ley. Tenía una herrería, un establo, un borracho local, todo lo que un buen pueblo perdido de la mano de Shiona-sama debía tener.
Seguí a Eri y Datsue mientras Stuffy me seguía a mí. Tanto él como yo íbamos mirando de un lado a otro por si en algún momento veíamos al malo o una carnicería. La verdad es que había hambre, ¿para qué negarlo? Además había un olor a barbacoa en el ambiente que lo estaba haciendo todo más complicado.
Entonces llegamos a la plaza, y encontramos a mucha gente reunida alrededor de una hoguera, algunas personas llorando, un sacerdote. Eso no tenía pinta de barbacoa. Esperé a ver si alguno de mis superiores decía algo mientras admiraba la escena en busca del malo o una carnicería.
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Las Montañas de la Tierra hacían honor a su nombre, eran montañas hechas de tierra. Decían de ellas que eran terriblemente irregulares y que habían caidas hasta el Inframundo. Y la verdad es que juraría haber visto algún monstruo con cuernos trepando las paredes casi verticales de las montañas como si no fuese la gran cosa, estaba claro que Satán andaba cerca.
Me mantendría alerta por si veíamos algún niño amenio, que son la principal concentración de maldad de Onindo.
Llegamos al pueblo en cuestión y era un pueblo con todas las de la ley. Tenía una herrería, un establo, un borracho local, todo lo que un buen pueblo perdido de la mano de Shiona-sama debía tener.
Seguí a Eri y Datsue mientras Stuffy me seguía a mí. Tanto él como yo íbamos mirando de un lado a otro por si en algún momento veíamos al malo o una carnicería. La verdad es que había hambre, ¿para qué negarlo? Además había un olor a barbacoa en el ambiente que lo estaba haciendo todo más complicado.
Entonces llegamos a la plaza, y encontramos a mucha gente reunida alrededor de una hoguera, algunas personas llorando, un sacerdote. Eso no tenía pinta de barbacoa. Esperé a ver si alguno de mis superiores decía algo mientras admiraba la escena en busca del malo o una carnicería.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)