10/11/2018, 10:12
Los tres muchachos esperaron a que todo terminase, y fue el sacerdote quien concluyó aquella ceremonia, haciendo que todo el mundo comenzase a marcharse del lugar mientras el atardecer caía sobre sus hombros. Eri observó en silencio como todo ocurría, hasta que un hombre se acercó a ellos: mayor, con el rostro lleno de arrugas acentuadas por la edad.
El alguacil del pueblo: Tōjen Bonizatsu.
—Saludos, jóvenes —el hombre inclinó su cabeza, y Eri hizo lo propio—. Tōjen Bonizatsu, alguacil de Peñasco por la voluntad de Daimyō-sama, a su servicio. ¿No me estoy equivocando si aventuro que vosotros sois los ninjas enviados por Uzushiogakure no Sato? —Por lo que pudo apreciar, el tono del hombre no parecía del todo confiado, pero Eri aguardó en silencio a que acabase la explicación—. No os ofendáis, pero esperaba a alguien más... Bueno... Menos... Menos joven.
Sin embargo, antes de poder decir nada ni aclarar la situación, el hombre continuó.
—Disculpadme si os ha parecido grosero, pero es que el... "problema" que tenemos aquí, es de enormes dimensiones. Literalmente
—No se preocupe, señor —inició Eri antes de que explicase algo más—. Yo soy Uzumaki Eri, jounin de Uzushiogakure; él es Uchiha Datsue, chuunin de Uzushiogakure —explicó, señalando al moreno—. Y Inuzuka Nabi y Stuffy, ambos expertos rastreadores —señaló a ambos Inuzuka—. Podemos parecer jóvenes, pero tenemos experiencia y lo haremos lo mejor posible, así que déjelo en nuestras manos.
Y Eri inclinó de nuevo su cabeza.
—Antes de que se me olvide... El dinero para el hospedaje. [/sub]
La kunoichi no añadió nada y simplemente miró como el anciano rebuscaba entre los pliegues de su túnica por una bolsa.
—Esto es para manutención. Hachi-san, el tabernero, ya está avisado y os ha preparado la habitación para vuestro hospedaje. ¿Tenéis idea de cuantos días os vais a quedar?
—No lo sabemos, señor —se sinceró ella—. Intentaremos ser lo más rápidos posible para evitar cualquier ataque mayor, pero no podemos determinar unos días exactos, por eso le damos las gracias de antemano por todas las molestias que podamos causar.
Pero calló en cuanto la familia de la joven quemada pasó al lado del alguacil, y ella enmudeció, dedicándoles aquellos segundos de silencio por la pérdida.