29/04/2019, 00:41
(Última modificación: 29/04/2019, 00:47 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
—Tranquilos, señores, tranquilos. ¡Todo está bien, calmaos! —avisaba él, en la sala de operaciones. El escuadrón de protección y la división de Fuuinjutsu se encontraba, a esas horas de la noche, alborotada por la intrusión de un chakra ajeno a la base de datos, que supuso pertenecer a Amedama Daruu. De no ser por la intervención de Akimichi Katsudon, a petición del mismísimo Hanabi, los ANBU hubieran aparecido ipso facto en el despacho para dirimir la amenaza que se ceñía tras el aviso de la técnica proporcionada por Hōzuki Shanise como método infalible para evitar futuras intrusiones como la que, hace más de cuatro meses, acabó con el asesinato de Uchiha Akame.
O eso creían.
—Os estoy diciendo que está todo en orden. Hanabi se encuentra hablando ahora mismo...
Una alarma se activó en el palmo de máquinas que manejaban un par de chunin del horario nocturno. Rastros rojos se mostraron a lo largo y ancho de la pantalla, que vislumbraba un esquema del mapado de Uzushiogakure en su magnitud, y que detectaba el lugar exacto en donde el rastro de chakra ajeno a la base de datos se encontraba.
—¡Katsudon-senpai, Katsudon-senpai! ¡el sistema acaba de detectar una nueva intrusión! ¡mire, allí, se encuentra en el área residencial!
El Akimichi, contrariado, se acercó con escrutinio y vislumbró el mapa. ¿Pero qué cojones estaba pasando ahora? ¿y ese no era la casa de...?
Lo más extraño de todo, no obstante, no fue que resultase ser la segunda intrusión de la noche —como si eso no fuera suficiente—. sino que se trataba de una alarma que no era arrojada por un cruce directo de los limites sobre los cuáles estaba trazada la barrera, sino que se disparaba desde el interior de la aldea. En ese instante, quizás, no iban a ser capaz de dirimir ese pequeño detalle. Pero estaba ahí, presente, y ese dato escondía una verdad irrefutable e infalible si se analizaba correctamente.
—Por Shiona-sama, está sucediendo de todo ésta noche —dijo, sobándose la papada. Miró a uno de los jounin con severidad—. ve al despacho de Uzukage-sama, ahora mismo e informa. Dile que nos estamos dirigiendo al sector residencial, cuadrante cinco. ¡Venga, rápido! —señaló a otro par de jounin más—. Tú, tú y tú. Conmigo.
»Nadare, te quedas a cargo de la sala de detección.
Acto seguido, echó a andar.
O eso creían.
—Os estoy diciendo que está todo en orden. Hanabi se encuentra hablando ahora mismo...
Una alarma se activó en el palmo de máquinas que manejaban un par de chunin del horario nocturno. Rastros rojos se mostraron a lo largo y ancho de la pantalla, que vislumbraba un esquema del mapado de Uzushiogakure en su magnitud, y que detectaba el lugar exacto en donde el rastro de chakra ajeno a la base de datos se encontraba.
—¡Katsudon-senpai, Katsudon-senpai! ¡el sistema acaba de detectar una nueva intrusión! ¡mire, allí, se encuentra en el área residencial!
El Akimichi, contrariado, se acercó con escrutinio y vislumbró el mapa. ¿Pero qué cojones estaba pasando ahora? ¿y ese no era la casa de...?
Lo más extraño de todo, no obstante, no fue que resultase ser la segunda intrusión de la noche —como si eso no fuera suficiente—. sino que se trataba de una alarma que no era arrojada por un cruce directo de los limites sobre los cuáles estaba trazada la barrera, sino que se disparaba desde el interior de la aldea. En ese instante, quizás, no iban a ser capaz de dirimir ese pequeño detalle. Pero estaba ahí, presente, y ese dato escondía una verdad irrefutable e infalible si se analizaba correctamente.
—Por Shiona-sama, está sucediendo de todo ésta noche —dijo, sobándose la papada. Miró a uno de los jounin con severidad—. ve al despacho de Uzukage-sama, ahora mismo e informa. Dile que nos estamos dirigiendo al sector residencial, cuadrante cinco. ¡Venga, rápido! —señaló a otro par de jounin más—. Tú, tú y tú. Conmigo.
»Nadare, te quedas a cargo de la sala de detección.
Acto seguido, echó a andar.