3/08/2019, 15:57
La carcelera la envolvió con su propio brazo y la ayudó a salir de aquella maldita celda. Jadeante y aún temblorosa, la kunoichi se dejó ayudar de buen grado.
—¡No, no puede volver así, guardiana! ¡mírese, mírese! ¡apenas se puede estar de pie!
Ayame apretó las mandíbulas, con un sentimiento que mediaba entre la impotencia y la irritación.
—Me llamo Ayame... —balbuceó, justo en el momento en el que una risotada sonaba tras su espalda. Se volvió lentamente, a tiempo de ver a aquel asqueroso ricachón riéndose a mandíbula batiente y los ojos chispeantes.
—¡JaJAjaJAja ese crío está muerto! ¡Nioka le cortará la cabeza y te la traerá en un pico de regalo, hija de puta!
—Él no va a morir. Pero no podría decir lo mismo de vosotros... Yui-sama no será tan compasiva como lo he sido yo —replicó, con un peligroso siseo.
Sin embargo, y aunque nunca lo admitiría en voz alta, las palabras del ahora prisionero habían calado hondo en sus oídos. Nunca antes había arrastrado a dos personas consigo usando la técnica de teletransporte que el mismo Daruu le había enseñado, y ahora, a consecuencia de ello, se sentía tan agotada que las piernas le temblaban con violencia. Además era consciente de que sus reservorios de chakra estaban al mínimo, ni siquiera podría hacer el viaje de vuelta. ¡Pero no podía dejar a Daruu a su suerte contra un enemigo tan formidable como lo era Nioka!
Aunque había una solución... Una solución terriblemente arriesgada, pero era mejor que nada.
Ayame jadeó angustiada, y miró de reojo a la carcelera. Seguramente no le dejaría hacerlo si se daba cuenta de sus intenciones.
—¿Puedes... Puedes avisar a Yui-sama o a Shanise-senpai? Yo... yo esperaré aquí... —farfulló, apoyándose contra la pared más cercana para recobrar el aliento.
—¡No, no puede volver así, guardiana! ¡mírese, mírese! ¡apenas se puede estar de pie!
Ayame apretó las mandíbulas, con un sentimiento que mediaba entre la impotencia y la irritación.
—Me llamo Ayame... —balbuceó, justo en el momento en el que una risotada sonaba tras su espalda. Se volvió lentamente, a tiempo de ver a aquel asqueroso ricachón riéndose a mandíbula batiente y los ojos chispeantes.
—¡JaJAjaJAja ese crío está muerto! ¡Nioka le cortará la cabeza y te la traerá en un pico de regalo, hija de puta!
—Él no va a morir. Pero no podría decir lo mismo de vosotros... Yui-sama no será tan compasiva como lo he sido yo —replicó, con un peligroso siseo.
Sin embargo, y aunque nunca lo admitiría en voz alta, las palabras del ahora prisionero habían calado hondo en sus oídos. Nunca antes había arrastrado a dos personas consigo usando la técnica de teletransporte que el mismo Daruu le había enseñado, y ahora, a consecuencia de ello, se sentía tan agotada que las piernas le temblaban con violencia. Además era consciente de que sus reservorios de chakra estaban al mínimo, ni siquiera podría hacer el viaje de vuelta. ¡Pero no podía dejar a Daruu a su suerte contra un enemigo tan formidable como lo era Nioka!
Aunque había una solución... Una solución terriblemente arriesgada, pero era mejor que nada.
Ayame jadeó angustiada, y miró de reojo a la carcelera. Seguramente no le dejaría hacerlo si se daba cuenta de sus intenciones.
—¿Puedes... Puedes avisar a Yui-sama o a Shanise-senpai? Yo... yo esperaré aquí... —farfulló, apoyándose contra la pared más cercana para recobrar el aliento.