31/03/2020, 14:29
—No te preocupes Tsukisame-san, nos hemos saltado ambos las formalidades. Yo soy Sasaki Reiji. —Se presentó. —Iba a preparar té de más, para que fuese cogiendo la gente que quisiese cuando se levantasen, como eres el primero... Te dejo elegir el tipo, ¿Que té prefieres? He traído casi de todos...
—¡¿En serio?! ¡Muchas gracias Sasaki-san! Pues... Esto... —Volvía la gran duda de Takumi todas las mañanas, pero esta vez no podía estar pensando durante media hora ya que otra persona estaba esperando ante su indecisión. —Creo que tomaré un té verde, si tienes de sobra claro, tampoco quiero dejarte sin existencias.
El kazejin quería continuar con la conversación, al fin y al cabo estaba conociendo a un compañero shinobi y no estaría de más forjar un mínimo de compañerismo, pero la ansiedad social le invadía. ¿Cómo continuaba la conversación? Estaba claro que si estaba ahí iba a competir en el torneo, sería estúpido preguntarle por eso. Pese a que varias dudas le asaltaban internamente por fuera parecía impasible, con una gran calma. Y por estar tan distraído no se percató de que una cabeza se elevaba por encima del respaldo de un asiento cercano. Esta "espía" pudo observar al marionetista claramente: un joven de piel tostada, pelo negro alborotado y con unas lentes redondas que cubrían sus azules ojos.
—¡¿En serio?! ¡Muchas gracias Sasaki-san! Pues... Esto... —Volvía la gran duda de Takumi todas las mañanas, pero esta vez no podía estar pensando durante media hora ya que otra persona estaba esperando ante su indecisión. —Creo que tomaré un té verde, si tienes de sobra claro, tampoco quiero dejarte sin existencias.
El kazejin quería continuar con la conversación, al fin y al cabo estaba conociendo a un compañero shinobi y no estaría de más forjar un mínimo de compañerismo, pero la ansiedad social le invadía. ¿Cómo continuaba la conversación? Estaba claro que si estaba ahí iba a competir en el torneo, sería estúpido preguntarle por eso. Pese a que varias dudas le asaltaban internamente por fuera parecía impasible, con una gran calma. Y por estar tan distraído no se percató de que una cabeza se elevaba por encima del respaldo de un asiento cercano. Esta "espía" pudo observar al marionetista claramente: un joven de piel tostada, pelo negro alborotado y con unas lentes redondas que cubrían sus azules ojos.