24/04/2020, 11:25
(Última modificación: 24/04/2020, 11:25 por Himura Hana.)
—Y antes de enseñarme ese bonito Rasengan, señorita, quiero los detalles de tu combate, ¡venga!
Hana, que había sido todo sonrisas y asentimientos ante las explicaciones de Datsue, se puso palida de golpe al ver que su sensei no dejaba pasar el tema tan fácilmente. Tendría que dar explicaciones. Y ya que se ponía, ¿por qué no darlas todas?
— Bueno, pues me tocó contra Ren. Ya la conoces, Eri-sensei, era y es mi hermana de Ame que no es mi hermana, solo que nos tratamos como familia porque... bueno, técnicamente ella sí tiene familia pero en un principio se suponía que era huérfana, aunque con el padre que tiene mejor que hubiese sido huérfana. — carraspeó, deteniendose ella sola — La cuestión es que la última vez que nos encontramos nosotros tres, que me enseñasteis el Rasengan, yo estaba un poco plof porque nos habíamos peleado... bueno, no peleado, ella simplemente empezó a ignorarme, no me abría la puerta de su habitación, no me contestaba y me evitaba, básicamente. Mi familia está muerta y mi hermana me ignoraba, estaba algo triste, por decirlo suavemente.
Hana, que nunca había sabido controlar sus emociones, tenía los ojos húmedos y le temblaba un poco el labio inferior, al igual que la voz.
— En fin, que la primera vez que la vi después de todo eso fue en el combate. Y claro, le pregunté que qué le pasaba conmigo. Igual, discutimos un poco... — bajó la mirada, incapaz de mirar a su sensei mientras narraba su propio combate. — Tal vez empezáramos a insultarnos y a pegarnos sin ton ni son. Supongo que nuestro combate, visto desde fuera, fue el de dos niñas enfadadas. No fui capaz de mantener la calma y creo que ni siquiera hicimos sello de confrontación. Lo siento, Eri-sensei, todo lo que hablamos sobre como afrontar los combates y todo lo que me has enseñado se ha malgastado por un estúpido enfado.
La genin hizo una pronunciada reverencia y la mantuvo disculpandose con la pelirroja.
— Lo siento mucho, Eri-sensei, sé que no hubieses estado orgullosa de mí si lo hubieses visto, sé que te has esforzado conmigo y yo he malgastado ese esfuerzo. Perdoname.
Las lágrimas volvían a escapar de los ojos de Hana. Sabía que el espectaculo que había dado no era digno de una kunoichi, pero en ese momento, todo el amor que sentía hacia Ren se había convertido en ganar de agarrarla y darle collejas hasta que entrase en razón. Había querido hacerle daño y no solo físicamente. No había habido un solo atisbo de calma en ella, ni se había planteado una estrategia o nada. Y estaba segura que todo el estadio había oído lo que se habían dicho, porque prácticamente habían sido todo gritos. No quería ni imaginarse qué hubiese llegado a oídos de su sensei si no se lo hubiese contado ella antes. Probablemente lo que le dijese Datsue.
Hana, que había sido todo sonrisas y asentimientos ante las explicaciones de Datsue, se puso palida de golpe al ver que su sensei no dejaba pasar el tema tan fácilmente. Tendría que dar explicaciones. Y ya que se ponía, ¿por qué no darlas todas?
— Bueno, pues me tocó contra Ren. Ya la conoces, Eri-sensei, era y es mi hermana de Ame que no es mi hermana, solo que nos tratamos como familia porque... bueno, técnicamente ella sí tiene familia pero en un principio se suponía que era huérfana, aunque con el padre que tiene mejor que hubiese sido huérfana. — carraspeó, deteniendose ella sola — La cuestión es que la última vez que nos encontramos nosotros tres, que me enseñasteis el Rasengan, yo estaba un poco plof porque nos habíamos peleado... bueno, no peleado, ella simplemente empezó a ignorarme, no me abría la puerta de su habitación, no me contestaba y me evitaba, básicamente. Mi familia está muerta y mi hermana me ignoraba, estaba algo triste, por decirlo suavemente.
Hana, que nunca había sabido controlar sus emociones, tenía los ojos húmedos y le temblaba un poco el labio inferior, al igual que la voz.
— En fin, que la primera vez que la vi después de todo eso fue en el combate. Y claro, le pregunté que qué le pasaba conmigo. Igual, discutimos un poco... — bajó la mirada, incapaz de mirar a su sensei mientras narraba su propio combate. — Tal vez empezáramos a insultarnos y a pegarnos sin ton ni son. Supongo que nuestro combate, visto desde fuera, fue el de dos niñas enfadadas. No fui capaz de mantener la calma y creo que ni siquiera hicimos sello de confrontación. Lo siento, Eri-sensei, todo lo que hablamos sobre como afrontar los combates y todo lo que me has enseñado se ha malgastado por un estúpido enfado.
La genin hizo una pronunciada reverencia y la mantuvo disculpandose con la pelirroja.
— Lo siento mucho, Eri-sensei, sé que no hubieses estado orgullosa de mí si lo hubieses visto, sé que te has esforzado conmigo y yo he malgastado ese esfuerzo. Perdoname.
Las lágrimas volvían a escapar de los ojos de Hana. Sabía que el espectaculo que había dado no era digno de una kunoichi, pero en ese momento, todo el amor que sentía hacia Ren se había convertido en ganar de agarrarla y darle collejas hasta que entrase en razón. Había querido hacerle daño y no solo físicamente. No había habido un solo atisbo de calma en ella, ni se había planteado una estrategia o nada. Y estaba segura que todo el estadio había oído lo que se habían dicho, porque prácticamente habían sido todo gritos. No quería ni imaginarse qué hubiese llegado a oídos de su sensei si no se lo hubiese contado ella antes. Probablemente lo que le dijese Datsue.