27/10/2020, 23:23
Kintsugi extendió la palma de la mano hacia Ranko.
—Por favor, esas formalidades me parecen excesivas —dijo, incómoda—. Trátame con el debido respeto, con eso es suficiente. Aquí todos somos familia. —La mujer bajó la mano, dejó escapar un suave suspiro y se recostó sobre la silla cruzándose de brazos. Era una misión complicada, y siempre era difícil para ella hablar de detalles con los genin—. No podemos llamar la atención de la Guerrilla, de modo que debéis considerar que la misión es de largo plazo. Quiero que sigáis haciendo vida normal. Entrenad, salid por ahí. Tenemos que buscar la casualidad de que contacten con vosotros. Ahí es cuando entraréis.
»No puedo poneros sellos de protección de ningún tipo, ni hacer que una de mis mariposas os acompañe. Si detectasen cualquier anormalidad, estaréis muertos, no me cabe duda. Sabed que esta misión puede ser muy peligrosa. Ni siquiera sabemos si ellos disponen de alguna medida para cubrirse las espaldas. —Como el sello de Dragón Rojo, que volvía a los ninjas en su contra. Kintsugi lo tenía en cuenta, ¿pero qué podía hacer? Eso tan sólo la ponía más nerviosa—. Sé que puedo contar con vuestra lealtad. Por eso he contactado con vosotros. Pero no vengáis a informarme hasta que no estéis muy seguros de que tenéis una información precisa y preciada. A la mínima sospecha, podrían haceros algo, como os dije.
»A vosotros, o a vuestras familias. Tenedlo en cuenta, por favor.
—Por favor, esas formalidades me parecen excesivas —dijo, incómoda—. Trátame con el debido respeto, con eso es suficiente. Aquí todos somos familia. —La mujer bajó la mano, dejó escapar un suave suspiro y se recostó sobre la silla cruzándose de brazos. Era una misión complicada, y siempre era difícil para ella hablar de detalles con los genin—. No podemos llamar la atención de la Guerrilla, de modo que debéis considerar que la misión es de largo plazo. Quiero que sigáis haciendo vida normal. Entrenad, salid por ahí. Tenemos que buscar la casualidad de que contacten con vosotros. Ahí es cuando entraréis.
»No puedo poneros sellos de protección de ningún tipo, ni hacer que una de mis mariposas os acompañe. Si detectasen cualquier anormalidad, estaréis muertos, no me cabe duda. Sabed que esta misión puede ser muy peligrosa. Ni siquiera sabemos si ellos disponen de alguna medida para cubrirse las espaldas. —Como el sello de Dragón Rojo, que volvía a los ninjas en su contra. Kintsugi lo tenía en cuenta, ¿pero qué podía hacer? Eso tan sólo la ponía más nerviosa—. Sé que puedo contar con vuestra lealtad. Por eso he contactado con vosotros. Pero no vengáis a informarme hasta que no estéis muy seguros de que tenéis una información precisa y preciada. A la mínima sospecha, podrían haceros algo, como os dije.
»A vosotros, o a vuestras familias. Tenedlo en cuenta, por favor.