24/12/2020, 02:05
”No” pensó la chica cuando Zaofu utilizó una técnica que parecía diseñada para detener ataques en ráfaga, la defensa perfecta para sus Diez patadas instantáneas. La chica fue apartada. Pero si era derribada, Ranko se alzaría de nuevo, aunque el cansancio y el dolor lentamente se acumulaban en ella.
Al intentar ponerse de pie, alzó la vista primero. La escena sucedió con gran velocidad, pero Ranko apenas y la pudo procesar: Daigo había activado su técnica de los guantes y había conectado un golpe, pero el maestro contraatacó al instante: desactivó el movimiento de Daigo, de alguna manera, y, con un puñetazo propio, le rompió un hueso a su amigo. El sonido de la fractura era claro para ella, pues su brazo derecho había sufrido exactamente el mismo destino muchos años atrás. Ranko apretó los dientes cuando Zaofu le lanzó a Daigo encima.
"¡NO!"
Un instante para reaccionar.
Era una misión señuelo, ¿no? Los niños le estaban diciendo que huyeran, que se rindieran. Era un combate de demostración, no tenía que llegar hasta tal punto, ¿no? ¿Qué tipo de maestro presume ser mejor que sus alumnos? La voluntad de Ranko fue decisiva.
Un instante aprovechado.
El cuerpo de Daigo no cayó sobre Ranko, pues ella había desaparecido en ese instante. Su cuerpo se movió tan rápido como sólo una técnica podía permitírselo, aunque no le sorprendería que el viejo pudiese verla con sus ojos. Su cuerpo apareció justo a los pies de Zaofu, donde se apoyó del suelo para lanzar una patada hacia arriba, con toda su potencia.
—¡Viento ascendente!
Tenía la esperanza de que su golpe conectara, aunque no le sorprendería que no. Pero quería demostrar que, aunque fuese en contra de un adversario mucho más poderoso que ellos, un ninja de la Hierba podía apañárselas para continuar luchando sin mella en su voluntad.
Al intentar ponerse de pie, alzó la vista primero. La escena sucedió con gran velocidad, pero Ranko apenas y la pudo procesar: Daigo había activado su técnica de los guantes y había conectado un golpe, pero el maestro contraatacó al instante: desactivó el movimiento de Daigo, de alguna manera, y, con un puñetazo propio, le rompió un hueso a su amigo. El sonido de la fractura era claro para ella, pues su brazo derecho había sufrido exactamente el mismo destino muchos años atrás. Ranko apretó los dientes cuando Zaofu le lanzó a Daigo encima.
"¡NO!"
Un instante para reaccionar.
Era una misión señuelo, ¿no? Los niños le estaban diciendo que huyeran, que se rindieran. Era un combate de demostración, no tenía que llegar hasta tal punto, ¿no? ¿Qué tipo de maestro presume ser mejor que sus alumnos? La voluntad de Ranko fue decisiva.
Un instante aprovechado.
El cuerpo de Daigo no cayó sobre Ranko, pues ella había desaparecido en ese instante. Su cuerpo se movió tan rápido como sólo una técnica podía permitírselo, aunque no le sorprendería que el viejo pudiese verla con sus ojos. Su cuerpo apareció justo a los pies de Zaofu, donde se apoyó del suelo para lanzar una patada hacia arriba, con toda su potencia.
—¡Viento ascendente!
Tenía la esperanza de que su golpe conectara, aunque no le sorprendería que no. Pero quería demostrar que, aunque fuese en contra de un adversario mucho más poderoso que ellos, un ninja de la Hierba podía apañárselas para continuar luchando sin mella en su voluntad.
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