2/01/2021, 12:18
Los ojos de Ranko se abrieron como platos dursnte el instante que duró la maniobra de Zaofu. ¿Era acaso ella tan lenta? ¿O eran los ojos del anciano tan buenos? No solo evadió su patada ascendente, sino que la tomó y dirigió hacia el puñetazo que Daigo le lanzaba.
"NO" gritó mentalmente la chica, sin poder hacer absolutamente nada para evitar el impacto en su vientre. Ranko cayó al suelo, sin aire, con un fuerte ardor en el estómago. Su bandana había bloqueado un poco del daño, pero le había dolido de todos modos, a como dolían los golpes del peliverde durante sus entrenamientos.
El maestro insinuó que aquel combate había terminado, sonriente. Ranko podía seguir, estaba segura de poder continuar, pero... ¿Cambiaría algo? ¿Lograrían derribar al hombre antes de que él los noqueara? Sólo lo habían alcanzado con un golpe, mientras que él les había hecho bailar a su gusto. Había una clara diferencia de poder.
Ranko se sentó, respiró profundamente un par de veces y, mirando a Daigo y su brazo afectado, se puso en pie.
—E-entendido, maestro —dijo la chica, haciendo una breve reverencia —. Ha sido un combate intenso. Gracias.
Ranko se acercaría entonces al peliverde, preocupada, para preguntarle su estado, con la esperanza de que pudieran tratar su brazo tan pronto como fuese posible.
"NO" gritó mentalmente la chica, sin poder hacer absolutamente nada para evitar el impacto en su vientre. Ranko cayó al suelo, sin aire, con un fuerte ardor en el estómago. Su bandana había bloqueado un poco del daño, pero le había dolido de todos modos, a como dolían los golpes del peliverde durante sus entrenamientos.
El maestro insinuó que aquel combate había terminado, sonriente. Ranko podía seguir, estaba segura de poder continuar, pero... ¿Cambiaría algo? ¿Lograrían derribar al hombre antes de que él los noqueara? Sólo lo habían alcanzado con un golpe, mientras que él les había hecho bailar a su gusto. Había una clara diferencia de poder.
Ranko se sentó, respiró profundamente un par de veces y, mirando a Daigo y su brazo afectado, se puso en pie.
—E-entendido, maestro —dijo la chica, haciendo una breve reverencia —. Ha sido un combate intenso. Gracias.
Ranko se acercaría entonces al peliverde, preocupada, para preguntarle su estado, con la esperanza de que pudieran tratar su brazo tan pronto como fuese posible.
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