17/03/2021, 02:37
Durante varias horas, Daigo se mantuvo en su asiento, inquieto incluso después de que le arreglasen el brazo. La estrategia nunca había sido su fuerte, pero simplemente no podía dejar de pensar en lo que sucedería aquella noche.
De vez en cuando notaba la mirada de Ranko, que parecía querer confirmarle que estaba bien. Él le respondía usualmente con una sonrisa, para hacerle ver que él también estaba bien y, sobre todo, que todo estaría bien.
El momento terminó llegando y, de camino a la prometida reunión, hasta una decena de personas acabaron uniéndose a la marcha.
«¿Estos son todos?» Pensó. «Si nos lo montamos bien, quizás consigamos evadirlos para avisar a Kintsugi-sama».
No sabía cuanto se equivocaba.
En el estadio, los genin se encontraron con un centenar de personas preparadas para cometer una verdadera tragedia en el nombre de Kusagakure.
«Pase lo que pase hoy... Kusagakure no volverá a ser lo mismo en mucho tiempo». Miró a su alrededor, con algo de tristeza. «Todos llevan capuchas y no puedo verlo, pero estoy seguro de que debo conocer a muchos de ellos».
Se mantuvo callado y serio durante el discurso, sabiendo que sin importar cómo se desenvolviese aquello acabaría teniendo que pelear con personas a las que solía llamar hermanos. Aunque hoy se estaba dando cuenta de que eso no parecía significar demasiado, al fin y al cabo solía considerar a Kenzou como su padre.
— Pues eso espero, porque la pobre no sabe que hoy llegaremos tarde a casa. —Comentó Daigo, sonriendo—. Estoy listo, Sagisō-chan. —Le dijo, chocando la base de su puño contra la de Ranko—. Por nuestra familia.
Acto seguido, el chico miró a su alrededor. Quizás si conseguían encontrar a algún grupo podrían unirse a ellos sin parecer sospechosos.
De vez en cuando notaba la mirada de Ranko, que parecía querer confirmarle que estaba bien. Él le respondía usualmente con una sonrisa, para hacerle ver que él también estaba bien y, sobre todo, que todo estaría bien.
El momento terminó llegando y, de camino a la prometida reunión, hasta una decena de personas acabaron uniéndose a la marcha.
«¿Estos son todos?» Pensó. «Si nos lo montamos bien, quizás consigamos evadirlos para avisar a Kintsugi-sama».
No sabía cuanto se equivocaba.
En el estadio, los genin se encontraron con un centenar de personas preparadas para cometer una verdadera tragedia en el nombre de Kusagakure.
«Pase lo que pase hoy... Kusagakure no volverá a ser lo mismo en mucho tiempo». Miró a su alrededor, con algo de tristeza. «Todos llevan capuchas y no puedo verlo, pero estoy seguro de que debo conocer a muchos de ellos».
Se mantuvo callado y serio durante el discurso, sabiendo que sin importar cómo se desenvolviese aquello acabaría teniendo que pelear con personas a las que solía llamar hermanos. Aunque hoy se estaba dando cuenta de que eso no parecía significar demasiado, al fin y al cabo solía considerar a Kenzou como su padre.
— Pues eso espero, porque la pobre no sabe que hoy llegaremos tarde a casa. —Comentó Daigo, sonriendo—. Estoy listo, Sagisō-chan. —Le dijo, chocando la base de su puño contra la de Ranko—. Por nuestra familia.
Acto seguido, el chico miró a su alrededor. Quizás si conseguían encontrar a algún grupo podrían unirse a ellos sin parecer sospechosos.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.