5/04/2021, 23:40
El día recién comenzaba para Koji, su despertador interno le había indicado que era hora de levantarse y hacer sus entrenamientos matutinos. Rápidamente algo llamo la atención del joven genin, el cielo estaba algo más oscuro de lo que pudiera ser normal, se asomo a la ventana y lo vio, humo, tanto humo como para nublar el cielo, y procedía de distintas zonas de la aldea. De pronto los altavoces de su zona de la ciudad hicieron un llamado: pidieron la colaboración de todo aquel shinobi que estuviese disponible para levantar el nuevo orden.
«¿Qué narices significara todo esto?, ¿nuevo orden...?, mierda la guerrilla.» El Kaguya sabia que un grupo revolucionario andaba tras la morikage, y por lo que decían por los altavoces, parece que lo habían logrado.
Los gritos empezaron a resonar desde las calles, casas y balcones, unos gritaban de alegría por el alzamiento del régimen, otros sin embargo parecían aterrados y desorientados. El muchacho estuvo un rato pensando en que podría hacer, había tenido suerte ya que su zona parecía alejada del resto del barullo, pero eso no significaba que estaba fuera de peligro. Por su parte no estaba dispuesto a apoyar a esos locos, primero porque, debido a su corta estancia en la aldea, no tenia nada en contra del gobierno actual, más bien al contrario, le habían recibido de buen agrado y eso lo agradecía. En segundo lugar y para él, lo más importante, habían atacado la aldea, y por lo tanto, herido a su gente. Si algo había aprendido de su abuelo, es que para ser un gran líder, lo primero es cuidar de los tuyos, alguien que gobierna a base de heridos y miedo no merece tener el control.
Rápidamente se vistió y decidió que lo mejor sería ir a buscar alguien conocido, o por lo menos, intentar pasar desapercibido mientras recababa información para saber como actuar.
Al salir a la calle, echo a caminar en busca de algo que aclarase sus pensamientos.
«¿Qué narices significara todo esto?, ¿nuevo orden...?, mierda la guerrilla.» El Kaguya sabia que un grupo revolucionario andaba tras la morikage, y por lo que decían por los altavoces, parece que lo habían logrado.
Los gritos empezaron a resonar desde las calles, casas y balcones, unos gritaban de alegría por el alzamiento del régimen, otros sin embargo parecían aterrados y desorientados. El muchacho estuvo un rato pensando en que podría hacer, había tenido suerte ya que su zona parecía alejada del resto del barullo, pero eso no significaba que estaba fuera de peligro. Por su parte no estaba dispuesto a apoyar a esos locos, primero porque, debido a su corta estancia en la aldea, no tenia nada en contra del gobierno actual, más bien al contrario, le habían recibido de buen agrado y eso lo agradecía. En segundo lugar y para él, lo más importante, habían atacado la aldea, y por lo tanto, herido a su gente. Si algo había aprendido de su abuelo, es que para ser un gran líder, lo primero es cuidar de los tuyos, alguien que gobierna a base de heridos y miedo no merece tener el control.
Rápidamente se vistió y decidió que lo mejor sería ir a buscar alguien conocido, o por lo menos, intentar pasar desapercibido mientras recababa información para saber como actuar.
Al salir a la calle, echo a caminar en busca de algo que aclarase sus pensamientos.
Narro — Hablo — Pienso