18/04/2021, 12:29
La sangre maldita de Lyndis le pedía pelea, sí. ¿Pero había alguien contra quien pelear? Todo el mundo parecía haberse rendido, o sido encarcelado, o asesinado. Que se supiera, Kintsugi había sido apresada. Hay quien creía que había muerto. La resignación era el sentimiento más general. Había que adaptarse al nuevo orden, ¿o qué alternativa tenían? La mayoría tenían familias a las que proteger. ¿Iban a arriesgar a sus hijos en el nombre de un orden que ya parecía muerto?
En Kusagakure habían habido muchas desgracias, repartidas a lo largo de la historia. También cambios de orden. Estaba en su naturaleza. Quizás...
...quizás había que aceptarlo.
Koji sintió este ambiente mientras se daba una vuelta por la aldea. Cerca de los enmascarados, todo el mundo parecía o bien hacer vida normal con el rostro desangelado o ayudarlos transportando cajas, arreglando desperfectos o moviendo papeles. Entre los que no, habían cuchicheos. Algunos decían que Kintsugi estaba muerta, otros incluso que había huído. Alguien, de vez en cuando, osaba atreverse a decir que había que resistir, pero eran muy pocos. Demasiado pocos.
Y sus compañeros chistaban para que se callaran cuando Koji pasaba por delante.
La primera persona que se pasó por delante de Yota fue un enmascarado. Sin mediar palabra, se quedó observándole durante unos segundos. Hizo una seña con la mano y atrajo la atención de dos enmascarados más. Estos desenvainaron lentamente sus espadas.
—¿Acabas de llegar? ¿Nombre? —exigió el del centro.
En Kusagakure habían habido muchas desgracias, repartidas a lo largo de la historia. También cambios de orden. Estaba en su naturaleza. Quizás...
...quizás había que aceptarlo.
Koji sintió este ambiente mientras se daba una vuelta por la aldea. Cerca de los enmascarados, todo el mundo parecía o bien hacer vida normal con el rostro desangelado o ayudarlos transportando cajas, arreglando desperfectos o moviendo papeles. Entre los que no, habían cuchicheos. Algunos decían que Kintsugi estaba muerta, otros incluso que había huído. Alguien, de vez en cuando, osaba atreverse a decir que había que resistir, pero eran muy pocos. Demasiado pocos.
Y sus compañeros chistaban para que se callaran cuando Koji pasaba por delante.
La primera persona que se pasó por delante de Yota fue un enmascarado. Sin mediar palabra, se quedó observándole durante unos segundos. Hizo una seña con la mano y atrajo la atención de dos enmascarados más. Estos desenvainaron lentamente sus espadas.
—¿Acabas de llegar? ¿Nombre? —exigió el del centro.
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