31/12/2021, 16:56
(Última modificación: 14/01/2022, 16:25 por Amedama Daruu. Editado 2 veces en total.)
Pese a la tormenta que estaba por avecinarse, aquel era un día espléndido en Uzushiogakure. No había ningún atisbo de nubes en el cielo, el sol resplandecía con toda su energía en lo alto, los pájaros trinaban desde unos árboles que habían comenzado a crecer nuevos brotes de cara a la primavera venidera... Era un día perfecto para despedir una era, y dar la bienvenida a la siguiente. Y el anuncio de que Sarutobi Hanabi iba a dar una noticia de máxima importancia había reunido a buena parte de la aldea, que ahora aguardaba impaciente frente a las puertas del Edificio del Uzukage. Entre los civiles se podían ver de vez en cuando chalecos y placas de shinobi, de forma dispersa los periodistas se preparaban para lo que intuían que podía ser un bombazo informativo. Y no se equivocaban. El murmullo inquieto se interrumpió de golpe cuando una figura envuelta en un haori blanco y con un puntiagudo sombrero rojo sobre la cabeza se asomó al balcón principal.
Sarutobi Hanabi respiró hondo, aspirando el aroma de su querida aldea natal. Sus ojos refulgían, llenos de emoción y nerviosismo. Pero sus manos no buscaban los botes de pastillas en sus bolsillos como otras veces solían hacer. Porque aquellos nervios no se debían a la habitual ansiedad que le atenazaba en los peores momentos. No. Aquellos nervios eran incluso agradables, en comparación.
—¡Gente de Uzushiogakure! —Bramó, haciéndose oír. La disposición de la azotea de aquel edificio ayudaba a tal función, pues su estructura estaba estratégicamente diseñada para amplificar la voz de forma fácil y eficaz para dar discursos como aquellos—. Estamos ante tiempos difíciles. Muy difíciles. No voy a mentiros: A la amenaza de Dragón Rojo, ahora se suma la de Kurama y sus Generales. Es probable que la sombra de una guerra pronto se cierna sobre nosotros.
Hanabi hizo una pequeña pausa, dejando que el mensaje calara en sus conciudadanos. Sin embargo, cuando los murmullos inquietos comenzaron a alzarse entre la multitud, alzó una mano para pedir de nuevo silencio entre sus filas.
—¡Por eso tenemos que estar preparados para enfrentar lo peor! ¡Y vamos a estarlo! Como ya sabéis, recientemente hemos proclamado la República en el País de la Espiral. Y me gustaría contar con vuestro apoyo como el primer Presidente de la República para poder seguir apoyando a mi País en este tiempo de máxima necesidad. Pero... no es momento de hablar de eso.
Hanabi alzó las manos, quitándose el sombrero de Uzukage de la cabeza y liberando sus cabellos de oro.
—Como también sabréis, presentarme candidato a Presidente es incompatible con mi actual puesto como Uzukage. —Más murmullos. Pero Hanabi no dejó que proliferaran y volvió a alzar la voz para hacerse escuchar—. Lo he estado meditando de forma concienzuda, durante mucho tiempo. Pero creo que he llegado a la mejor conclusión. Al destino que esta aldea merece y necesita.
Hanabi respiró hondo, y sus ojos se clavaron en el sombrero que llevaba entre las manos. El kanji "Remolino", inscrito en color carmesí, casi pareció devolverle la mirada como un viejo amigo.
—La historia de la aldea de Uzushiogakure comenzó con Uzumaki Shiomaru, nuestro primer Uzukage. A él le sucedieron Akimichi Daigo y nuestra querida Uzumaki Shiona. Después de ella nos sobrevino un tiempo de caos que pocos queremos recordar, y yo tomé el puesto de Godaime después de los fugaces mandatos de Uzumaki Gouna y... Uzumaki Zoku —Algo amargo como la bilis se atascó en su garganta a la hora de pronunciar aquel último nombre. Pero Hanabi sacudió enseguida la cabeza, dejándolo marchar. No valía la pena manchar aquel momento con el recuerdo de aquel tirano—: Ahora es el momento de despedir mi era como Godaime Uzukage, y dar la bienvenida a la nueva era: La era del Rokudaime Uzukage.
Hanabi se giró sobre sus talones, volviendo la espalda a su público para mirar a alguien que aguardaba al fondo de la balaustrada y que no se había dejado ver hasta entonces. Con aquella ardiente chispa de emoción en sus ojos, Sarutobi Hanabi le dedicó una última sonrisa antes de inclinar la cabeza e invitarle a acercarse. Sus manos le ofrecieron el sombrero que habría de llevar de aquí en adelante, hasta que su mandato terminara como lo habían hecho los cinco anteriores.
El título de Rokudaime Uzukage era para...
Sarutobi Hanabi respiró hondo, aspirando el aroma de su querida aldea natal. Sus ojos refulgían, llenos de emoción y nerviosismo. Pero sus manos no buscaban los botes de pastillas en sus bolsillos como otras veces solían hacer. Porque aquellos nervios no se debían a la habitual ansiedad que le atenazaba en los peores momentos. No. Aquellos nervios eran incluso agradables, en comparación.
—¡Gente de Uzushiogakure! —Bramó, haciéndose oír. La disposición de la azotea de aquel edificio ayudaba a tal función, pues su estructura estaba estratégicamente diseñada para amplificar la voz de forma fácil y eficaz para dar discursos como aquellos—. Estamos ante tiempos difíciles. Muy difíciles. No voy a mentiros: A la amenaza de Dragón Rojo, ahora se suma la de Kurama y sus Generales. Es probable que la sombra de una guerra pronto se cierna sobre nosotros.
Hanabi hizo una pequeña pausa, dejando que el mensaje calara en sus conciudadanos. Sin embargo, cuando los murmullos inquietos comenzaron a alzarse entre la multitud, alzó una mano para pedir de nuevo silencio entre sus filas.
—¡Por eso tenemos que estar preparados para enfrentar lo peor! ¡Y vamos a estarlo! Como ya sabéis, recientemente hemos proclamado la República en el País de la Espiral. Y me gustaría contar con vuestro apoyo como el primer Presidente de la República para poder seguir apoyando a mi País en este tiempo de máxima necesidad. Pero... no es momento de hablar de eso.
Hanabi alzó las manos, quitándose el sombrero de Uzukage de la cabeza y liberando sus cabellos de oro.
—Como también sabréis, presentarme candidato a Presidente es incompatible con mi actual puesto como Uzukage. —Más murmullos. Pero Hanabi no dejó que proliferaran y volvió a alzar la voz para hacerse escuchar—. Lo he estado meditando de forma concienzuda, durante mucho tiempo. Pero creo que he llegado a la mejor conclusión. Al destino que esta aldea merece y necesita.
Hanabi respiró hondo, y sus ojos se clavaron en el sombrero que llevaba entre las manos. El kanji "Remolino", inscrito en color carmesí, casi pareció devolverle la mirada como un viejo amigo.
—La historia de la aldea de Uzushiogakure comenzó con Uzumaki Shiomaru, nuestro primer Uzukage. A él le sucedieron Akimichi Daigo y nuestra querida Uzumaki Shiona. Después de ella nos sobrevino un tiempo de caos que pocos queremos recordar, y yo tomé el puesto de Godaime después de los fugaces mandatos de Uzumaki Gouna y... Uzumaki Zoku —Algo amargo como la bilis se atascó en su garganta a la hora de pronunciar aquel último nombre. Pero Hanabi sacudió enseguida la cabeza, dejándolo marchar. No valía la pena manchar aquel momento con el recuerdo de aquel tirano—: Ahora es el momento de despedir mi era como Godaime Uzukage, y dar la bienvenida a la nueva era: La era del Rokudaime Uzukage.
Hanabi se giró sobre sus talones, volviendo la espalda a su público para mirar a alguien que aguardaba al fondo de la balaustrada y que no se había dejado ver hasta entonces. Con aquella ardiente chispa de emoción en sus ojos, Sarutobi Hanabi le dedicó una última sonrisa antes de inclinar la cabeza e invitarle a acercarse. Sus manos le ofrecieron el sombrero que habría de llevar de aquí en adelante, hasta que su mandato terminara como lo habían hecho los cinco anteriores.
El título de Rokudaime Uzukage era para...