22/01/2022, 00:15
Hasta que había parecido el nuevo Uzukage, algunos la habían mirado extrañados, preguntándose que hacia allí diciendo todo aquello. Otros, le habían devuelto todos y cada uno de los improperios que ella les había lanzado primero.
Y si, había llegado el Kage, pero ella no pensaba moverse de allí hasta que la gente empezase a marcharse, que no parecía que fuera a ser pronto, por que había empezado a llegar más y más curiosos. Así que extendió su tabla en el suelo, y sentó su culo en su asiento flotante personal, cruzándose de brazos.
Además, estaba su pequeño problema de no poder tener la boca cerrada y soltar lo primero que se le venía a la cabeza. Totalmente sincera, sin decorar nada.
—Muy bonito el discurso de el escudo, hasta que te das cuenta de que no puedes estar en todas partes. ¿Quien será el escudo de ese niño maltratado a palos por sus padres? ¿Quien estará ahí cuando unos abusones golpeen a sus compañeros de clase? ¿Quien entrará a casa de una pareja cuando uno golpee a el otro? Es imposible...
Y no lo había dicho mirando a Datsue, lo había hecho hablando al aire, como si estuviera haciendo una reflexión, mientras el pasado volvía a pasearse por su mente. En su caso, aunque los abusos habían cesado, para cuando pararon, ella era incapaz de contar las palizas que había recibido. Y además, aquella cicatriz seguía estando bien grabada en su mente y en su corazón. Una herida de esas que a veces, ni siquiera el tiempo es capa de curar.