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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#10
Ante las palabras del Senju, no fue el Uzukage el primero en responder. Para su sorpresa, fue el mismísimo shukaku el que emprendió el contraargumento. El mapache, opinaba bien contrario al shinobi. Para el demonio, era el poder en su expresión pura lo más importante. Si, el coludo tenía razón, el poder en sí es la mayor muestra de poder, de eso no cabe duda. Es lógico. Pero, como el bien había dicho, el dinero era una invención humana, y en un mundo dominado mayormente por humanos, el dinero era la verdadera muestra de poder absoluto.

El Senju quiso hablar, pero para antes de que ordenase las palabras en su cabeza, el Uchiha fue quien tomó la delantera. Expresó que en algún momento de su vida pensó como Hayato, y poco después también aludió a haber pensado como el Shukaku, pero sugirió que había un tercer punto de vista. Sin embargo, dijo que era algo de lo que no podía convencerlos, al menos hoy.

«Ni hoy ni nunca, vamos...»

Pero no desembocaba tan solo en eso la conversación, había un punto que venía dispuesto a marcar el Uzukage. A sus ojos, estaba bien que ocultase su rastro —fuese cual fuese el método—, pero no era suficiente. Un shonobi del remolino debía aparentar, y SER integro. Aseguró que le daban igual sus trapicheos, pero inquirió que mientras portase esa bandana, había una línea que no debía cruzar, y el opio estaba al otro lado de la misma.

«¿¡PERO QUÉ!? ¿¡QUE COÑO...!?»

Quiso contestar de inmediato, quejarse más bien. Pero de haberlo hecho, seguro que habría sonado mal.

¿Acaso sabía ese hombre todo el esfuerzo invertido en ese negocio?

El Uchiha preguntó a Siete si quería dinero, y eso que ya conocía la respuesta. En su curriculum no aparecía ninguna misión de rango B o C hecha, y así se lo hizo saber. Dijo que ya tenía edad y potencial para ello, y que si lo hacía en breve podía estar ganando dos o cuatro veces más. Razón no le faltaba en cuanto al sueldo militar, pero había algo que no tenía en cuenta. Continuó expresando que si quería un sobresueldo, él no se lo iba a impedir, pero le inquirió de nuevo que el opio tenía que acabar, y que podía darle vueltas a una posible reforma del local.

Señor Uzukage, con todo mi respeto, aunque cambiase hoy mismo el tema del opio... yo seguiría siendo un maldito problema con patas. Toda la villa me ve así. Soy de los primeros a los que preguntan si ha habido un robo, o si ha habido una pelea. Para un shinobi normal sería lo correcto que se le asignen misiones con más responsabilidad y todo eso... ¿pero usted confiaría en un problema para resolver otros problemas?.

»Prometo que no tendré nada que ver con el local por el momento, después de avisar a mi socia. Pero señor Uzukage, le aseguro que no dispongo de años para lo que tengo que hacer. El local me importa un pimiento, lo único que me interesa es el dinero, y ha sido la manera más rápida de obtenerlo.
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Mensajes en este tema
RE: El escudo, las espadas y los cerezos silvestres - por Senju Hayato - 27/01/2022, 19:55


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