29/01/2022, 23:19
Apoyando la barbilla sobre sus manos entrelazadas, Hōzuki Shanise se encontraba sentada en su despacho, revisando un mapa que estaba abierto no sobre su escritorio, sino sobre una gran mesa circular que había mandado a poner para la ocasión. En el mapa habían varias notas pegadas detallando información diversa, especialmente en la zona Norte del País de la Tormenta.
Aunque la reunión estaba programada para dentro de un cuarto de hora, la Arashikage llevaba allí alrededor de una hora junto a Amedama Daruu, uno de los ninja en los que más confiaba. Durante ese tiempo, le informó sobre la situación actual de la guerra que se avecinaba y sobre los temas que tratarían durante la reunión. Ahora, y durante los últimos 30 minutos, Shanise se ha dedicado a planear con la ayuda de Daruu los que propondría como sus primeros movimientos para la guerra.
Tomó una pequeña figura de plomo con la forma de una tienda de acampar y la colocó en el mapa, justo en los Campos y Montañas de la Tormenta.
— ...Y deberíamos construirlos aquí para poder atacar y defendernos más velozmente.
Lejos de la debilidad y la fragilidad que había mostrado la última vez que se vieron en su despacho, ahora el Jōnin se encontraba sentado con una Shanise completamente centrada en lo que estaba por venir. Y es que fue ella quien había llamado a la guerra a las hijas y los hijos de puta más fuertes, temibles y orgullosos de Oonindo, pero no iba a permitir que hubiese otro Rōga, ni otro Mogura, ni otra Yui. No iba a llorar la muerte de nadie más.
Por eso esta parte, la que se hace en una reunión alrededor de una mesa con un mapa era tan extremadamente importante, y esa era exactamente su especialidad.