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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#22
Disculpe... —Dijo Yakiniku cuando el Uzukage término de hablar. —¿Le importaria extenderlo? —Echó una mirada al pergamino. —Yo y el papel... No nos llevamos muy bien... Se pondria negro antes de terminar de leerlo y luego le llenaría todo el despacho de cenizas.

Aunque a esas alturas... Iba a tener que limpiar igual, o mejor dicho, quizas cambiar los tablones de madera del suelo. Bajo sus pies ya estaban negros, y Yakiniku se había movido ligeramente a un lado por miedo a que ese trozo de madera cediera bajo sus pies tras convertirse poco a poco en carbon.

Mire —Diria la muchacha si le extendían el perfamino para que pudiera leerlo. —No tengo ningun inconveniente en cumplir con las tareas que me asignen, pero creo que se está equivocando de persona. La gente no me quiere cerca, y mucho menos cerca de los niños. Usted puede ordenar que me dejen entrar y hacer mi trabajo, pero las miradas y las caras de los profesores y el personal de la academia seran suficientes para que los niños aprendan todo lo contrario a lo que usted intenta prevenir enviandome allí.

Al contrario que la recepcionista, el uzukage no había hecho ninguna broma o comentario respecto a su problema y Yakiniku de dió cuenta de que quizás había empezado con mal pié. Pero eso no quitaba que su problema fuera real y estuviese allí. Ella era consciente de que había cosas que podia hacer y otras cosas que no podía hacer.

Además, ya ha visto como me pongo cuando alguien hace algún comentario sobre mi problema. Aunque quiero, no puedo evitar estar a la defensiva, y ya sabe como son los niños. No puede terminar bien.

No se estaba quejando, si tenia que cumplir la misión, lo intentaría, pero tampoco iba a prometer que aquello saldría bien cuando, en su cabeza, todo apuntaba a desastre.
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Mensajes en este tema
RE: El escudo, las espadas y los cerezos silvestres - por Yuki Yakiniku - 31/01/2022, 21:30


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