1/02/2022, 01:19
El Senju miró con recelo el metálico suelo, así como las paredes y todo lo que les envolvía. No, el Uchiha no era el único que estaba incómodo viajando en un cubículo de metal agarrado por míseros cables. El invento de Amegakure era muy útil, a la par que peliagudo. ¿Dónde iban a parar si caían desde a saber por qué altura andaban a toda velocidad en una jaula? Se iban a hacer mierda, eso como mínimo.
—Sí, lo mejor será no tomar más ésta cosa... —Contestó presto.
El final del viaje se hizo de rogar, pero por fin sendos shinobis de Uzu lo lograron. Llegaron al final del trayecto, y como almas que lleva el diablo, salieron a toda prisa de la doncella de hierro. Datsue de hecho no salió corriendo, si no que hasta saltó. Hasta el punto que casi salta por un ventanal. Pero aun así, no perdió el hilo de cosas importantes, le preguntó a Siete si recordaba lo que habían hablado anoche. Sí, así era, lo recordaba y bien. El Senju afirmó con un gesto rápido y tosco de cabeza, al parecer el Rokudaime Uzukage era toda una celebridad, una estrella. Curiosamente, no para bien. No sabía aún cuantas personas habría en esa reunión, pero al menos un tercio de la sala habría atentado contra la vida del Uchiha.
Cosas de la vida.
Datsue hizo un último hincapié en que andase atento, y arrancaron a caminar por un extenso pasillo. El Uzukage se quitó el sombrero , y lo dejó caer sobre su espalda agarrado por una cuerda sobre el cuello, y le cedió la capa a Hayato. «Para lo que hemos quedado...» Pensó el Senju, en lo que su compañero de viaje golpeaba en las puertas del que al parecer era el despacho de la Arashikage. Poco después, se dispusieron a entrar en la sala. Pero antes, una última advertencia: Añadir a la lista una persona que sí llegó a matarle.
Hayato quedó bastante desconcertado, no entendía a qué se refería su superior... ¿Cómo que sí llegó a matarle?
Pero bueno, otra persona más que podía o no querer hacer algo contra Datsue, la lista parecía interminable. Para colmo, él tan solo era un genin, y no de los más fuertes o habilidosos de su promoción. Para nada entendía qué se suponía que iba a poder hacer él. Como mucho podía quemar las supuestas mariposas, o quizás la sala a unas malas, pero dudaba que con tales rangos uno de sus jutsus fuese a servir de mucho en ese habitáculo.
Con una sonrisa a modo de espada, el Uchiha soltó una descabellada broma. Hayato intentó no destacar demasiado, se limitó a seguir los pasos del Uzukage a cierta distancia, y en completo silencio. No iba a ser más que una sombra, una sombra con mil ojos en qué pasaba a su alrededor. Y Datsue entonces hizo lo más descabellado hasta el momento, abrazar a un tipo de orbes extraños.
«Maldito cabrón... si no te fías de ésta gente, ¿por qué abrazas a alguien? ¡Podría meterte una bomba en el bolsillo! ¡o algo peor!»
Tanta era la desconfianza del Senju, que ni dejó la capa del Uzukage en algún sitio, se la quedó en el brazo diestro, en pos de que nadie pudiese joderlo dejando algo en la misma. Quería controlar la situación, pero quizás era la situación la que le controlaba.
A todo ésto, el Uchiha le dio las condolencias a Shanise, la que parecía ser la Arashikage. Casi de seguido, entró en la sala una mujer peculiar, una mujer que portaba una máscara de mariposa. Ahora Hayato entendía sobre quién era la persona que posiblemente más debía mantener la vista. Acompañada de otra chica de robusto porte, la Morikage saludó a la Arashikage, y le dedicó unas palabras a Datsue. Tras ello, también le dio las condolencias a la Arashikage.
—Sí, lo mejor será no tomar más ésta cosa... —Contestó presto.
El final del viaje se hizo de rogar, pero por fin sendos shinobis de Uzu lo lograron. Llegaron al final del trayecto, y como almas que lleva el diablo, salieron a toda prisa de la doncella de hierro. Datsue de hecho no salió corriendo, si no que hasta saltó. Hasta el punto que casi salta por un ventanal. Pero aun así, no perdió el hilo de cosas importantes, le preguntó a Siete si recordaba lo que habían hablado anoche. Sí, así era, lo recordaba y bien. El Senju afirmó con un gesto rápido y tosco de cabeza, al parecer el Rokudaime Uzukage era toda una celebridad, una estrella. Curiosamente, no para bien. No sabía aún cuantas personas habría en esa reunión, pero al menos un tercio de la sala habría atentado contra la vida del Uchiha.
Cosas de la vida.
Datsue hizo un último hincapié en que andase atento, y arrancaron a caminar por un extenso pasillo. El Uzukage se quitó el sombrero , y lo dejó caer sobre su espalda agarrado por una cuerda sobre el cuello, y le cedió la capa a Hayato. «Para lo que hemos quedado...» Pensó el Senju, en lo que su compañero de viaje golpeaba en las puertas del que al parecer era el despacho de la Arashikage. Poco después, se dispusieron a entrar en la sala. Pero antes, una última advertencia: Añadir a la lista una persona que sí llegó a matarle.
Hayato quedó bastante desconcertado, no entendía a qué se refería su superior... ¿Cómo que sí llegó a matarle?
Pero bueno, otra persona más que podía o no querer hacer algo contra Datsue, la lista parecía interminable. Para colmo, él tan solo era un genin, y no de los más fuertes o habilidosos de su promoción. Para nada entendía qué se suponía que iba a poder hacer él. Como mucho podía quemar las supuestas mariposas, o quizás la sala a unas malas, pero dudaba que con tales rangos uno de sus jutsus fuese a servir de mucho en ese habitáculo.
Con una sonrisa a modo de espada, el Uchiha soltó una descabellada broma. Hayato intentó no destacar demasiado, se limitó a seguir los pasos del Uzukage a cierta distancia, y en completo silencio. No iba a ser más que una sombra, una sombra con mil ojos en qué pasaba a su alrededor. Y Datsue entonces hizo lo más descabellado hasta el momento, abrazar a un tipo de orbes extraños.
«Maldito cabrón... si no te fías de ésta gente, ¿por qué abrazas a alguien? ¡Podría meterte una bomba en el bolsillo! ¡o algo peor!»
Tanta era la desconfianza del Senju, que ni dejó la capa del Uzukage en algún sitio, se la quedó en el brazo diestro, en pos de que nadie pudiese joderlo dejando algo en la misma. Quería controlar la situación, pero quizás era la situación la que le controlaba.
A todo ésto, el Uchiha le dio las condolencias a Shanise, la que parecía ser la Arashikage. Casi de seguido, entró en la sala una mujer peculiar, una mujer que portaba una máscara de mariposa. Ahora Hayato entendía sobre quién era la persona que posiblemente más debía mantener la vista. Acompañada de otra chica de robusto porte, la Morikage saludó a la Arashikage, y le dedicó unas palabras a Datsue. Tras ello, también le dio las condolencias a la Arashikage.