19/02/2022, 13:39
Aquella mañana empezó de la forma más extraña. Uno de esos días en los que a uno le aporrean la puerta de su solitario cuchitril. Entre algún que otro bostezo y algún silencioso quejido por no dejarme dormir me levanté, a mi ritmo, claro, y fui a ver de quién se trataba. El despertador marcaba la primera hora de la mañana. Me froté los ojos una vez más y accioné el mecanismo de la puerta de entrada. Nada, ni una mera silueta. Estuve a punto de cagarme en los muertos de alguien, pero la vista se me fue al suelo al mismo tiempo que la diestra acariciaba mi nuca.
«¿Una notificación? »
Era una carta y se podía ver el sello del remolino, identificativo de Uzushiogakure, así que la abrí y vi que el reciente ascendido como Rokudaime Uzukage reclamaba una audiencia conmigo. De nuevo tuve que frotarme los ojos. Volví a leerlo y, en efecto, reclamaba de mi presencia esa misma mañana.
— Joder, será mejor que me dé prisa
Aquel día ni siquiera desayuné, simplemente me vestí tan rápido como pude, me pusé mi bandana en la frente como solía hacer siempre y puse dirección al edificio más emblemático de la aldea, donde se suponía que iba a tener aquella cita, si es que se le podía llamar así. En el interior del edificio me crucé con la chica estufa con la que también tuve un pequeño encuentro durante la caótica presentación del nuevo Uzukage. Seguí mi camino y me paré un la puerta que daba acceso a mi destino. La hice sonar un par de veces con los nudillos, me tomé unos segundos y tomé aire, luego entré. En el interior di unos pasos con la mirada en el horizonte, comprobando que efectivamente Uchiha Datsue estaba allí, hinqué mi rodilla al suelo, haciendo descender mi cuerpo a la par que mi cabeza bajaba y la mirada se clavaba en el suelo.
— Lamento la demora, Rokudaime-sama, creo que me solicitaba
«¿Una notificación? »
Era una carta y se podía ver el sello del remolino, identificativo de Uzushiogakure, así que la abrí y vi que el reciente ascendido como Rokudaime Uzukage reclamaba una audiencia conmigo. De nuevo tuve que frotarme los ojos. Volví a leerlo y, en efecto, reclamaba de mi presencia esa misma mañana.
— Joder, será mejor que me dé prisa
Aquel día ni siquiera desayuné, simplemente me vestí tan rápido como pude, me pusé mi bandana en la frente como solía hacer siempre y puse dirección al edificio más emblemático de la aldea, donde se suponía que iba a tener aquella cita, si es que se le podía llamar así. En el interior del edificio me crucé con la chica estufa con la que también tuve un pequeño encuentro durante la caótica presentación del nuevo Uzukage. Seguí mi camino y me paré un la puerta que daba acceso a mi destino. La hice sonar un par de veces con los nudillos, me tomé unos segundos y tomé aire, luego entré. En el interior di unos pasos con la mirada en el horizonte, comprobando que efectivamente Uchiha Datsue estaba allí, hinqué mi rodilla al suelo, haciendo descender mi cuerpo a la par que mi cabeza bajaba y la mirada se clavaba en el suelo.
— Lamento la demora, Rokudaime-sama, creo que me solicitaba