22/02/2022, 12:05
—Bien —La Arashikage asintió, complacida con las respuestas de las otras dos Sombras—. Me alegro de que esta sea vuestra respuesta, pues necesitaremos trabajar juntos si queremos llevar la guerra a Kurama.
«Antes muerta que dejar que un bijū tomara el control de Ōnindo» Pensó Kintsugi, apretando los dientes, pero no lo formuló en voz alta. Sabía que tanto en Amegakure como en Uzushiogakure existían ciertas afinidades con algunos bijū, y lo último que deseaba en aquellos instantes es que se malinterpretaran de alguna manera sus palabras.
—Ahora hablemos de los detalles —continuó Shanise—. Antes les dije que Kurama ya ha tomado el Norte del País de la Tormenta, pero tengo entendido que se ha apoderado del Este de Oonindo, también. ¿Sus ninja han investigado algo al respecto, Kintsugi?
La Morikage asintió.
—Tengo guardias apostados por las costas septentrionales del País del Bosque. Si me permite —solicitó, alzándose en su asiento e inclinándose sobre el mapa que estaba desplegado en la mesa—. Cuando recibimos las noticias de que Kurama estaba comenzando a moverse, decidí intensificar aún más la vigilancias en ciertos puntos estratégicos —explicó, señalando con su dedo índice lugares como las Cascadas del Mar, el puerto de Tane-Shigai o el cabo que quedaba al norte de la península que ocupaba Kusagakure—. También envié algunos shinobi al mar, buscando movimientos sospechosos en el océano. Y... no tardamos demasiado en encontrarlos. Shanise-dono, Datsue-dono, los shinobi de Kurama no están haciendo demasiados esfuerzos por ocultarse. Están confiados, seguros de su inminente victoria —Kintsugi arrastró el dedo por las aguas del mapa, al este, hasta tocar tierra de nuevo. Los ojos de la Morikage, ocultos tras aquella máscara de mariposa, quedaron fijos en las otras dos Sombras—. Y ahora ocupan también el País del Rayo. Desconozco si han tomado todo el país o algunos puntos en el territorio, pero... la situación es preocupante. Si siguen extendiéndose a esta velocidad, Kurama conseguirá reunir un ejército importante.
«Antes muerta que dejar que un bijū tomara el control de Ōnindo» Pensó Kintsugi, apretando los dientes, pero no lo formuló en voz alta. Sabía que tanto en Amegakure como en Uzushiogakure existían ciertas afinidades con algunos bijū, y lo último que deseaba en aquellos instantes es que se malinterpretaran de alguna manera sus palabras.
—Ahora hablemos de los detalles —continuó Shanise—. Antes les dije que Kurama ya ha tomado el Norte del País de la Tormenta, pero tengo entendido que se ha apoderado del Este de Oonindo, también. ¿Sus ninja han investigado algo al respecto, Kintsugi?
La Morikage asintió.
—Tengo guardias apostados por las costas septentrionales del País del Bosque. Si me permite —solicitó, alzándose en su asiento e inclinándose sobre el mapa que estaba desplegado en la mesa—. Cuando recibimos las noticias de que Kurama estaba comenzando a moverse, decidí intensificar aún más la vigilancias en ciertos puntos estratégicos —explicó, señalando con su dedo índice lugares como las Cascadas del Mar, el puerto de Tane-Shigai o el cabo que quedaba al norte de la península que ocupaba Kusagakure—. También envié algunos shinobi al mar, buscando movimientos sospechosos en el océano. Y... no tardamos demasiado en encontrarlos. Shanise-dono, Datsue-dono, los shinobi de Kurama no están haciendo demasiados esfuerzos por ocultarse. Están confiados, seguros de su inminente victoria —Kintsugi arrastró el dedo por las aguas del mapa, al este, hasta tocar tierra de nuevo. Los ojos de la Morikage, ocultos tras aquella máscara de mariposa, quedaron fijos en las otras dos Sombras—. Y ahora ocupan también el País del Rayo. Desconozco si han tomado todo el país o algunos puntos en el territorio, pero... la situación es preocupante. Si siguen extendiéndose a esta velocidad, Kurama conseguirá reunir un ejército importante.
