25/02/2022, 00:00
Una tregua, o algo parecido pareció tramarse con absoluta y rotunda eficacia, y eso es lo que parecía. Pero en realidad, nada es tan sencillo como parece. Es como... una carbonara; hay quien le pone cebolla, y hay quienes no entienden de cocina. No hay nada sencillo, siempre hay otro punto de vista. Y como no, en ésta ocasión el punto sobre la í tuvo que ponerlo ni más ni menos que Datsue. Hayato no pudo evitar que su mirada lo buscase cual rapaz, intentando entender el porqué. Pero en realidad ese porqué no tuvo que esperar demasiado, él mismo era uno de los afectados, y si se hacía una alianza debía ser completa y absoluta. Nada de medias verdades.
Siete no supo ni a quién mirar primero tras las palabras del Uzukage, pues en la sala había de todo. Quienes querían matarlo, quienes supuestamente ya lo habían hecho, quienes con éstas palabras ahora sí que querrían hacerlo...
¡En serio! ¡Ese hijoputa tenía enemigos hasta en la puta sopa!
Su mirada se lanzó en ésta ocasión con primicia a la mujer de las mariposas, la Morikage. Si lo había entendido bien, ella era la principal causa efecto de la actual tensión, y posiblemente una de las más peligrosas de la sala. Hayato intentó no mostrarse agresivo con la mirada, tan solo actuando como la mayoría, pues le acababan de pasar la pelota a la mujer mariposa, y estando en su campo la pelota era su obligación responder, ¿no?.
«No me sentía con tantos problemas encima ni cuando vendía opio... ¡me cago en la puta!»
Siete no supo ni a quién mirar primero tras las palabras del Uzukage, pues en la sala había de todo. Quienes querían matarlo, quienes supuestamente ya lo habían hecho, quienes con éstas palabras ahora sí que querrían hacerlo...
¡En serio! ¡Ese hijoputa tenía enemigos hasta en la puta sopa!
Su mirada se lanzó en ésta ocasión con primicia a la mujer de las mariposas, la Morikage. Si lo había entendido bien, ella era la principal causa efecto de la actual tensión, y posiblemente una de las más peligrosas de la sala. Hayato intentó no mostrarse agresivo con la mirada, tan solo actuando como la mayoría, pues le acababan de pasar la pelota a la mujer mariposa, y estando en su campo la pelota era su obligación responder, ¿no?.
«No me sentía con tantos problemas encima ni cuando vendía opio... ¡me cago en la puta!»