4/03/2022, 17:36
Ante el perdón de Kintsugi por su autoproclamada inexperiencia, Datsue esbozó una sonrisa gentil y una ligera inclinación de cabeza, en señal de agradecimiento, mientras por dentro se cagaba en los santísimos muertos de la Morikage. El sombrero le pesaba más que nunca, atenazándole la lengua e impidiéndole expresarse como le gustaría. Aunque no debería quejarse. Al final, había conseguido su objetivo: Kintsugi levantaba el veto a los suyos. A Reiji, a Ayame, a él mismo.
No solo había sido más sencillo de lo esperado, sino que Kintsugi aseguraba que era una decisión que tenía tomada de antemano a la campaña de conquista de Kurama. El Uchiha no confió demasiado en que eso fuese cierto. De serlo, bien podía haber avisado por teléfono semanas atrás. «A mí no me la vas a colar, perra».
—Así que, si ese tema era lo único que os preocupaba...
—En realidad, no es el único —tuvo que admitir—, pero me guardaré el resto por el bien común. —Suspiró, relajando la mirada—. Desde hoy, entonces, Uzushiogakure no Sato dejará de cuestionar a los ninjas de Kusagakure que entren en la Espiral, de vigilarlos y de poner una fecha límite a su estancia. Podrán entrar tan libremente como los amejines.
No tuvo dificultad en pronunciar aquellas palabras, sino que más bien sintió cierto alivio. Por más que le guardase rencor a Kintsugi, no tenía nada en contra de su aldea ni de sus ninjas. Una vez zanjado aquello, y de saber dónde se sentaba cada uno, ahora sí, Datsue se encontraba cómodo para hablar de Kurama y cómo afrontar la guerra que se cernía sobre Ōnindo.
—Creo que estaremos los tres de acuerdo en que no debemos permanecer a la defensiva, sino elaborar un plan de reconquista, y ejecutarlo cuanto antes. —Cada día que pasaba era un día más en el que el imperio de Kurama se asentaba. En el que se hacía más fuerte. En el que dejaba su huella en la población civil—. Respecto al País del Rayo, sugiero enviar un equipo de espías para evaluar qué zonas del país tiene controladas Kurama, los números con los que cuenta y las posibles defensas. Deberíamos redoblar la guardia en la frontera, creando campamentos aquí y aquí —dijo, señalando los Arrozales del Silencio—. Una vez sepamos a lo que nos enfrentamos, propongo enviar Regimientos de Batalla por dos frentes distintos. Uno por tierra —dijo, levantándose y trazando una línea con el dedo que atravesaba los Arrozales del Silencio y llegaba hasta la Villa de las Aguas Termales—, y otro por mar —dijo, trazando una nueva línea desde el puerto de Uzushiogakure hacia las Costas de las Olas Rompientes—. Fijémonos además que hay dos posibles puertos para embarcar. Si el Regimiento Terrestre encuentra problemas antes de tiempo, el Regimiento Naval podría desviarse al puerto del oeste y brindar ayuda. De lo contrario, iría al este.
Eso le recordaba una cosa.
—Amegakure ya conoce esto —dijo, dirigiéndose a Kintsugi—, pero en Uzushiogakure contamos con un fūinjutsu que nos permite comunicarnos a distancia a través de sellos. Estoy dispuesto a compartirlos para la guerra. Deberíamos formar un Equipo de Comunicación para permanecer en contacto con las tropas, y estas entre ellas, y así poder reaccionar a posibles eventualidades al momento y contar con una mayor compenetración.
Quizá Datsue se había llevado a Senju Hayato, un novato como ninja, a la reunión, pero eso no quería decir que no se hubiese preparado. Oh, no, había hablado con Uchiha Raito y el Consejo de Sabios largo y tendido sobre varios temas. Todos coincidían en que los sellos de comunicación eran un arma demasiado buena como para guardársela solamente para ellos en la guerra que se cernía sobre Ōnindo.
—Sobre el País de la Tierra, hay que apostar fuerzas cuanto antes en los puentes de la frontera. —Sus ojos no pudieron evitar desviarse hacia la Ribera del Norte. Dudó por un momento—. Uzushiogakure enviará tropas para reforzar a las vuestras, Kintsugi.
No, definitivamente no iba a dejar la vida de sus padres a la exclusiva dependencia del buen hacer kusajin. A decir verdad, no confiaba demasiado en sus fuerzas.
—Existe una mujer llamada Kurawa Ivvatsumi. Imagino que sabéis de quién se trata: una vez, legítima heredera al Daimyō, exiliada por su difunto padre hace ya años. Por una misión en la que participé un tiempo atrás —Ah, los Señores del Hierro. Menuda misión con mayúsculas—, sé por fuentes fiables que Ivvatsumi se estaba preparando para derrocar a su tío. Creo que deberíamos ayudarla, ahora que su enemigo es Kurama. Por lo que he visto en mi estancia allí, el pueblo la quiere. Deberíamos enviar a alguien a buscarla y aunar fuerzas con ella. Eso sí… —quiso puntualizar—, no creo que en este país debamos optar por la fuerza y los números.
»El País del Rayo está lleno de planicies, es fácil mover las tropas y difícil caer en emboscadas. El País de la Tierra, en cambio, es una auténtica fortaleza natural. Honestamente, si Kurama sabe lo que se hace, sería una sangría no ya reconquistarla, sino únicamente llegar a Notsuba. Llena de montañas, cañones, mil lugares donde tender emboscadas. Creo que aquí debemos ser más cautos, y enviar ninjas que traten de infiltrarse y asesinar a quién coño mande allí.
«Ah, pensé que lo iba a poner un poquito más difícil. ¡Qué lástima!»
No solo había sido más sencillo de lo esperado, sino que Kintsugi aseguraba que era una decisión que tenía tomada de antemano a la campaña de conquista de Kurama. El Uchiha no confió demasiado en que eso fuese cierto. De serlo, bien podía haber avisado por teléfono semanas atrás. «A mí no me la vas a colar, perra».
—Así que, si ese tema era lo único que os preocupaba...
—En realidad, no es el único —tuvo que admitir—, pero me guardaré el resto por el bien común. —Suspiró, relajando la mirada—. Desde hoy, entonces, Uzushiogakure no Sato dejará de cuestionar a los ninjas de Kusagakure que entren en la Espiral, de vigilarlos y de poner una fecha límite a su estancia. Podrán entrar tan libremente como los amejines.
No tuvo dificultad en pronunciar aquellas palabras, sino que más bien sintió cierto alivio. Por más que le guardase rencor a Kintsugi, no tenía nada en contra de su aldea ni de sus ninjas. Una vez zanjado aquello, y de saber dónde se sentaba cada uno, ahora sí, Datsue se encontraba cómodo para hablar de Kurama y cómo afrontar la guerra que se cernía sobre Ōnindo.
—Creo que estaremos los tres de acuerdo en que no debemos permanecer a la defensiva, sino elaborar un plan de reconquista, y ejecutarlo cuanto antes. —Cada día que pasaba era un día más en el que el imperio de Kurama se asentaba. En el que se hacía más fuerte. En el que dejaba su huella en la población civil—. Respecto al País del Rayo, sugiero enviar un equipo de espías para evaluar qué zonas del país tiene controladas Kurama, los números con los que cuenta y las posibles defensas. Deberíamos redoblar la guardia en la frontera, creando campamentos aquí y aquí —dijo, señalando los Arrozales del Silencio—. Una vez sepamos a lo que nos enfrentamos, propongo enviar Regimientos de Batalla por dos frentes distintos. Uno por tierra —dijo, levantándose y trazando una línea con el dedo que atravesaba los Arrozales del Silencio y llegaba hasta la Villa de las Aguas Termales—, y otro por mar —dijo, trazando una nueva línea desde el puerto de Uzushiogakure hacia las Costas de las Olas Rompientes—. Fijémonos además que hay dos posibles puertos para embarcar. Si el Regimiento Terrestre encuentra problemas antes de tiempo, el Regimiento Naval podría desviarse al puerto del oeste y brindar ayuda. De lo contrario, iría al este.
Eso le recordaba una cosa.
—Amegakure ya conoce esto —dijo, dirigiéndose a Kintsugi—, pero en Uzushiogakure contamos con un fūinjutsu que nos permite comunicarnos a distancia a través de sellos. Estoy dispuesto a compartirlos para la guerra. Deberíamos formar un Equipo de Comunicación para permanecer en contacto con las tropas, y estas entre ellas, y así poder reaccionar a posibles eventualidades al momento y contar con una mayor compenetración.
Quizá Datsue se había llevado a Senju Hayato, un novato como ninja, a la reunión, pero eso no quería decir que no se hubiese preparado. Oh, no, había hablado con Uchiha Raito y el Consejo de Sabios largo y tendido sobre varios temas. Todos coincidían en que los sellos de comunicación eran un arma demasiado buena como para guardársela solamente para ellos en la guerra que se cernía sobre Ōnindo.
—Sobre el País de la Tierra, hay que apostar fuerzas cuanto antes en los puentes de la frontera. —Sus ojos no pudieron evitar desviarse hacia la Ribera del Norte. Dudó por un momento—. Uzushiogakure enviará tropas para reforzar a las vuestras, Kintsugi.
No, definitivamente no iba a dejar la vida de sus padres a la exclusiva dependencia del buen hacer kusajin. A decir verdad, no confiaba demasiado en sus fuerzas.
—Existe una mujer llamada Kurawa Ivvatsumi. Imagino que sabéis de quién se trata: una vez, legítima heredera al Daimyō, exiliada por su difunto padre hace ya años. Por una misión en la que participé un tiempo atrás —Ah, los Señores del Hierro. Menuda misión con mayúsculas—, sé por fuentes fiables que Ivvatsumi se estaba preparando para derrocar a su tío. Creo que deberíamos ayudarla, ahora que su enemigo es Kurama. Por lo que he visto en mi estancia allí, el pueblo la quiere. Deberíamos enviar a alguien a buscarla y aunar fuerzas con ella. Eso sí… —quiso puntualizar—, no creo que en este país debamos optar por la fuerza y los números.
»El País del Rayo está lleno de planicies, es fácil mover las tropas y difícil caer en emboscadas. El País de la Tierra, en cambio, es una auténtica fortaleza natural. Honestamente, si Kurama sabe lo que se hace, sería una sangría no ya reconquistarla, sino únicamente llegar a Notsuba. Llena de montañas, cañones, mil lugares donde tender emboscadas. Creo que aquí debemos ser más cautos, y enviar ninjas que traten de infiltrarse y asesinar a quién coño mande allí.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
![[Imagen: 0tB1KIM.png]](https://i.imgur.com/0tB1KIM.png)