5/03/2022, 21:16
—En realidad, no es el único, pero me guardaré el resto por el bien común —añadió Uchiha Datsue, con un suspiro, y Kintsugi le dirigió una mirada interrogante por detrás de su impenetrable antifaz de mariposa. No incidió en el tema, sin embargo. Si el Uzukage tenía algo que decir, lo acabaría diciendo. Estaba segura de ello—. Desde hoy, entonces, Uzushiogakure no Sato dejará de cuestionar a los ninjas de Kusagakure que entren en la Espiral, de vigilarlos y de poner una fecha límite a su estancia. Podrán entrar tan libremente como los amejines.
—Los ninja de Kusagakure no Sato también podrán entrar libremente a Arashi no Kuni, sin avisos, vigilancia o limitaciones —declaró a su vez Shanise, justo después de su igual del Remolino—. Es lo justo.
Aburame Kintsugi les dedicó a su vez una inclinación de cabeza, a modo de agradecimiento. Aquel punto parecía quedar salvado, y con muchos menos problemas de los que se podrían haber previsto. Era un buen avance que traía buenas noticias para las tres partes y para su futura convivencia.
El Uzukage volvió a tomar la palabra entonces, declarando que debían abandonar cualquier posición defensiva y pasar a la ofensiva para iniciar el plan de reconquista. Comenzó con el país del Rayo, donde sugería enviar un equipo de espías para evaluar qué zonas estaban controladas por Kurama, sus números y sus defensas. Del mismo modo, sugería redoblar la guardia en la frontera creando campamentos en los Arrozales del Silencio, la frontera directa con el País del Rayo. Una vez controlada la situación, sugería enviar un regimiento por tierra, cruzando los Arrozales del Silencio y llegando hasta la Villa de las Aguas Termales, y otro por mar, desde el puerto de Uzushiogakure hasta las Costas de las Islas Rompientes.
—Podemos ayudar con los Arrozales del Silencio —habló Kintsugi—. Después de todo es territorio del País del Bosque, y nuestra aldea es la que se encuentra más cerca. Desplegaremos campamentos allí y mantendremos la comunicación con Amegakure y Uzushiogakure, por lo que pudiera pasar.
Al respecto de eso, Datsue entonces comunicó la existencia de cierto Fūinjutsu de comunicación a distancia.
—Eso... resultaría de gran utilidad —Kintsugi había alzado ambas cejas, genuinamente sorprendida ante la ocurrencia de una técnica así.
Si no lo había entendido mal, algo así, sumado al teléfono de Amegakure, que ya conectaba a las tres aldeas, les permitiría estar en contacto todo el tiempo, sin importar la distancia que los separara. Entre campamentos, destacamentos y regimientos, esa comunicación podría suponer una invaluable fuente de información como lo que podría marcar la diferencia entre la victoria y la derrota en aquella gran hazaña.
Con respecto al País de la Tierra, Uchiha Datsue apostaba por colocar fuerzas en los puentes de la frontera. Entre ellos, el Puente Tenchi. También formuló su voluntad de enviar tropas de Uzushiogakure para reforzar las de Kusagakure.
—Si así lo deseáis, agradecemos toda ayuda posible —Asintió Kintsugi. Ciertamente, y con el secuestro de dos de sus mejores shinobi, Kusagakure no se encontraba en uno de sus mejores momentos. No podía permitirse el lujo de rechazar cualquier tipo de ayuda.
El Uzukage entonces les informó sobre Kurawa Ivvatsumi, la que una vez había sido legítima heredera al puesto de Daimyō y que posteriormente había sido exiliada por el que ahora era su difunto padre. Parecía que Kurawa se había estado preparando para derrocar a su tío, y Datsue apostaba por apoyarla abiertamente.
—Es curioso que posea una información tan... rigurosa sobre el País de la Tierra. Sobre todo estando tan lejos de Uzushiogakure... y más aún cuando esa información es sobre unos miembros tan importantes, como son la mismísima realeza —Comentó Kitnsugi, dedicándole una penetrante mirada. Sin embargo, terminó por sacudir la cabeza—. ¿De verdad podemos permitirnos dispersar tanto nuestras fuerzas?
—Mis ninjas se pueden encargar de Ivvatsumi —intervino Shanise—. Ya había pensado en montar un campamento en la Ciudad Fantasma para enviar exploradores al Norte. Es un punto estratégico importante y nuestros ninja conocen la zona mucho mejor que nadie. Tendríamos la ventaja si nos atacan. De hecho, fue él quien tuvo la idea de hacerse con la Ciudad Fantasma —añadió, señalando a su acompañante. Y Kintsugi le dirigió una mirada cargada de curiosidad. Amedama Daruu, si no recordaba mal. Le había visto combatir en el Torneo de los Dojos y sabía de sobra que era un ninja más que capaz. Pero... ¿hasta dónde llegaba su capacidad para contar con la confianza plena de la mismísima Arashikage?—. Si nos hacemos con la zona, además, tendríamos un sitio al que retirarnos si la cosa sale mal en el País de la Tierra.
—Algo que, esperemos, no suceda.
—Los ninja de Kusagakure no Sato también podrán entrar libremente a Arashi no Kuni, sin avisos, vigilancia o limitaciones —declaró a su vez Shanise, justo después de su igual del Remolino—. Es lo justo.
Aburame Kintsugi les dedicó a su vez una inclinación de cabeza, a modo de agradecimiento. Aquel punto parecía quedar salvado, y con muchos menos problemas de los que se podrían haber previsto. Era un buen avance que traía buenas noticias para las tres partes y para su futura convivencia.
El Uzukage volvió a tomar la palabra entonces, declarando que debían abandonar cualquier posición defensiva y pasar a la ofensiva para iniciar el plan de reconquista. Comenzó con el país del Rayo, donde sugería enviar un equipo de espías para evaluar qué zonas estaban controladas por Kurama, sus números y sus defensas. Del mismo modo, sugería redoblar la guardia en la frontera creando campamentos en los Arrozales del Silencio, la frontera directa con el País del Rayo. Una vez controlada la situación, sugería enviar un regimiento por tierra, cruzando los Arrozales del Silencio y llegando hasta la Villa de las Aguas Termales, y otro por mar, desde el puerto de Uzushiogakure hasta las Costas de las Islas Rompientes.
—Podemos ayudar con los Arrozales del Silencio —habló Kintsugi—. Después de todo es territorio del País del Bosque, y nuestra aldea es la que se encuentra más cerca. Desplegaremos campamentos allí y mantendremos la comunicación con Amegakure y Uzushiogakure, por lo que pudiera pasar.
Al respecto de eso, Datsue entonces comunicó la existencia de cierto Fūinjutsu de comunicación a distancia.
—Eso... resultaría de gran utilidad —Kintsugi había alzado ambas cejas, genuinamente sorprendida ante la ocurrencia de una técnica así.
Si no lo había entendido mal, algo así, sumado al teléfono de Amegakure, que ya conectaba a las tres aldeas, les permitiría estar en contacto todo el tiempo, sin importar la distancia que los separara. Entre campamentos, destacamentos y regimientos, esa comunicación podría suponer una invaluable fuente de información como lo que podría marcar la diferencia entre la victoria y la derrota en aquella gran hazaña.
Con respecto al País de la Tierra, Uchiha Datsue apostaba por colocar fuerzas en los puentes de la frontera. Entre ellos, el Puente Tenchi. También formuló su voluntad de enviar tropas de Uzushiogakure para reforzar las de Kusagakure.
—Si así lo deseáis, agradecemos toda ayuda posible —Asintió Kintsugi. Ciertamente, y con el secuestro de dos de sus mejores shinobi, Kusagakure no se encontraba en uno de sus mejores momentos. No podía permitirse el lujo de rechazar cualquier tipo de ayuda.
El Uzukage entonces les informó sobre Kurawa Ivvatsumi, la que una vez había sido legítima heredera al puesto de Daimyō y que posteriormente había sido exiliada por el que ahora era su difunto padre. Parecía que Kurawa se había estado preparando para derrocar a su tío, y Datsue apostaba por apoyarla abiertamente.
—Es curioso que posea una información tan... rigurosa sobre el País de la Tierra. Sobre todo estando tan lejos de Uzushiogakure... y más aún cuando esa información es sobre unos miembros tan importantes, como son la mismísima realeza —Comentó Kitnsugi, dedicándole una penetrante mirada. Sin embargo, terminó por sacudir la cabeza—. ¿De verdad podemos permitirnos dispersar tanto nuestras fuerzas?
—Mis ninjas se pueden encargar de Ivvatsumi —intervino Shanise—. Ya había pensado en montar un campamento en la Ciudad Fantasma para enviar exploradores al Norte. Es un punto estratégico importante y nuestros ninja conocen la zona mucho mejor que nadie. Tendríamos la ventaja si nos atacan. De hecho, fue él quien tuvo la idea de hacerse con la Ciudad Fantasma —añadió, señalando a su acompañante. Y Kintsugi le dirigió una mirada cargada de curiosidad. Amedama Daruu, si no recordaba mal. Le había visto combatir en el Torneo de los Dojos y sabía de sobra que era un ninja más que capaz. Pero... ¿hasta dónde llegaba su capacidad para contar con la confianza plena de la mismísima Arashikage?—. Si nos hacemos con la zona, además, tendríamos un sitio al que retirarnos si la cosa sale mal en el País de la Tierra.
—Algo que, esperemos, no suceda.
