8/03/2022, 01:14
Una vez trazada la alianza, los kages comenzaron a elaborar movimientos sobre el mapa que tenían extendido sobre la mesa. La verdad, Hayato no entendía demasiado sobre el tema, no conocía gran parte de los sitios de los que hablaban. Aunque algunos sí que los conocía, como la mencionada ciudad fantasma. Incluso cuando la estrategia de esas grandes mentes iban haciendo mella en los metales que se arrojaban sobre los cimientos de la sociedad que conocían, algún que otro comentario algo pesimista surgía. A éste ritmo, la verdad es que ser positivo era toda una oda. Y sin embargo, hasta Datsue parecía remar en la misma dirección que el resto, como si todo comenzase a engranar bien en esa máquina.
Pero no duró demasiado.
El Uchiha hizo un inciso, una pregunta directa a él que por un momento le dejó helado. Un cubo de agua fría le hubiese sentado mejor que esa pregunta, eso casi seguro. La democracia... esa supuesta razón por la que Hanabi les había abandonado. ¿De verdad creía que el chico confiaba en ella, en esa palabra tan cruda y frívola?.
—Sinceramente, no me gusta. La democracia es la elección del grupo en sí. Y aunque gran parte de las veces el conjunto acierta, a veces el conjunto se puede precipitar al vacío por miedo, o por una mala decisión grupal.
Y para su sorpresa, aunque opinaba al contrario que su jefe directo —o eso parecía—, poco a poco Datsue fue dejando ver su planteamiento. Como una buena fábula, o una tesis bien redactada, el Uzukage poco a poco fue revelando el verdadero motivo de su pregunta. No dudó de lanzar la pregunta a otros, y desvelar la solución que porponía: un Mariscal. En cierta manera, razón no le faltaba, puesto que tener a tropas de distintas banderas manipuladas por distintos líderes iba a ser más problemático que beneficioso.
Datsue poco a poco fue tejiendo una realidad más clara que un vaso de agua. Y declaró que hoy mismo, y en esa misma reunión, debían proponer a un Mariscal para ésta guerra que se les venía encima. Inquirió que tenían miedo a su propuesta, y golpeó la mesa. Admitió tener él mismo miedo de su propuesta. Y al golpear por segunda vez la mesa, ésta quebró por la mitad. Y culminó sus palabras señalando que todo el mundo tiene un plan, hasta que lo parten en dos de un puñetazo.
Una metáfora que no necesitaba explicación.
El primero en contestar fue el de orbes blancos, el que al parecer tuvo la idea de defender la ciudad fantasma y utilizarla como punto estratégico. Hayato no entendió muy bien la posición del shinobi, pero entre sus palabras pareció autoproclamarse general. Hayato de nuevo permaneció en silencio, como debía ser.
Pero no duró demasiado.
El Uchiha hizo un inciso, una pregunta directa a él que por un momento le dejó helado. Un cubo de agua fría le hubiese sentado mejor que esa pregunta, eso casi seguro. La democracia... esa supuesta razón por la que Hanabi les había abandonado. ¿De verdad creía que el chico confiaba en ella, en esa palabra tan cruda y frívola?.
—Sinceramente, no me gusta. La democracia es la elección del grupo en sí. Y aunque gran parte de las veces el conjunto acierta, a veces el conjunto se puede precipitar al vacío por miedo, o por una mala decisión grupal.
Y para su sorpresa, aunque opinaba al contrario que su jefe directo —o eso parecía—, poco a poco Datsue fue dejando ver su planteamiento. Como una buena fábula, o una tesis bien redactada, el Uzukage poco a poco fue revelando el verdadero motivo de su pregunta. No dudó de lanzar la pregunta a otros, y desvelar la solución que porponía: un Mariscal. En cierta manera, razón no le faltaba, puesto que tener a tropas de distintas banderas manipuladas por distintos líderes iba a ser más problemático que beneficioso.
Datsue poco a poco fue tejiendo una realidad más clara que un vaso de agua. Y declaró que hoy mismo, y en esa misma reunión, debían proponer a un Mariscal para ésta guerra que se les venía encima. Inquirió que tenían miedo a su propuesta, y golpeó la mesa. Admitió tener él mismo miedo de su propuesta. Y al golpear por segunda vez la mesa, ésta quebró por la mitad. Y culminó sus palabras señalando que todo el mundo tiene un plan, hasta que lo parten en dos de un puñetazo.
Una metáfora que no necesitaba explicación.
El primero en contestar fue el de orbes blancos, el que al parecer tuvo la idea de defender la ciudad fantasma y utilizarla como punto estratégico. Hayato no entendió muy bien la posición del shinobi, pero entre sus palabras pareció autoproclamarse general. Hayato de nuevo permaneció en silencio, como debía ser.