27/03/2022, 13:36
El inesperado anuncio había llegado de sopetón, en forma de una carta que Suzaku no había dejado de mirar una y otra vez desde que la había recibido, como si no terminara de creer lo que estaba leyendo. Era una orden, una solicitud de audiencia para aquella mañana. Y estaba firmada por el mismísimo Uzukage. Suzaku temblaba de los pies a la cabeza, con todo tipo de escenarios dibujándose en su mente. ¿Acaso había hecho algo mal? ¿O estaría relacionado con el incidente ocurrido durante la proclamación de Uchiha Datsue como nuevo Uzukage?
«Ay, no... Ay, no... Ay, no...» Se repetía, una y otra vez. Tendría que disculparse de nuevo por lo ocurrido... y por el comportamiento de su hermana.
Y, pese al miedo que sentía, se presentó más puntual que nunca en el Edificio del Kage. Concretamente, una hora antes. Tuvo que esperar en la recepción durante todo aquel tiempo, entreteniéndose como podía mirando a través de las ventanas. En cierta manera le alivió comprobar que no parecía ser la única que había recibido aquella solicitud de audiencia. Justo antes de su turno, se cruzó con una chica de cabellos rubios, más mayor que ella, a la que no recordaba haber visto antes. Pero estaba tan nerviosa y asustada ante su reunión, que no le prestó demasiada atención. Comenzó a subir la escalinata de piedra, escalón a escalón, de camino hacia el segundo piso. Intentando calmarse, sus ojos viajaban entre los cuadros de los cerezos, pero ni siquiera eso logró alejar sus pensamientos. Y apenas había llegado al primer piso cuando el sonido de una violenta explosión la sobresaltó. Apartando todos sus problemas a un lado, y con el corazón martilleándole con fuerza en el pecho, Suzaku subió los escalones que le quedaban de dos en dos.
¿Qué había sido eso? ¿Una explosión en el Edificio del Uzukage? No estaba segura de dónde había venido el sonido, pero no le importó. En aquellos instantes, todas sus preocupaciones se volcaron en la preocupación de un posible atentado. Por eso, y olvidando cualquier tipo de decoro, abrió las puertas del despacho del Uzukage de par en par, resollando ligeramente.
—U... ¡Uzukage-sama! ¡¿Se encuentra bien?!
«Ay, no... Ay, no... Ay, no...» Se repetía, una y otra vez. Tendría que disculparse de nuevo por lo ocurrido... y por el comportamiento de su hermana.
Y, pese al miedo que sentía, se presentó más puntual que nunca en el Edificio del Kage. Concretamente, una hora antes. Tuvo que esperar en la recepción durante todo aquel tiempo, entreteniéndose como podía mirando a través de las ventanas. En cierta manera le alivió comprobar que no parecía ser la única que había recibido aquella solicitud de audiencia. Justo antes de su turno, se cruzó con una chica de cabellos rubios, más mayor que ella, a la que no recordaba haber visto antes. Pero estaba tan nerviosa y asustada ante su reunión, que no le prestó demasiada atención. Comenzó a subir la escalinata de piedra, escalón a escalón, de camino hacia el segundo piso. Intentando calmarse, sus ojos viajaban entre los cuadros de los cerezos, pero ni siquiera eso logró alejar sus pensamientos. Y apenas había llegado al primer piso cuando el sonido de una violenta explosión la sobresaltó. Apartando todos sus problemas a un lado, y con el corazón martilleándole con fuerza en el pecho, Suzaku subió los escalones que le quedaban de dos en dos.
¿Qué había sido eso? ¿Una explosión en el Edificio del Uzukage? No estaba segura de dónde había venido el sonido, pero no le importó. En aquellos instantes, todas sus preocupaciones se volcaron en la preocupación de un posible atentado. Por eso, y olvidando cualquier tipo de decoro, abrió las puertas del despacho del Uzukage de par en par, resollando ligeramente.
—U... ¡Uzukage-sama! ¡¿Se encuentra bien?!
