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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#54
Su subordinada tenía algo que decir al respecto, sin embargo. Y, esta vez, optó por tomarla iniciativa y hablar por sí misma. Algo que decía mucho de la confianza que, poco a poco, iba ganando su kunoichi.

Kurama no estará encerrado en Yukio —se inclinó y apuntó, no al asentamiento, sino a la cordillera—. No demos por sentado que no usará las montañas como vía de escape o similar. Es posible que ya tenga en cuenta todo lo que estamos planeando justo en este momento. Hay que cubrir nuestros flancos m-muy bien. Si bien no tenemos al tiempo de nuestro lado, no hay que apresurarnos a la batalla. ¿Qué inteligencia tenemos sobre sus ninjas? Técnicas, habilidades, estilos de pelea... Aunque no podamos contrarrestar cada uno de ellos... S-saber qué usará contra nosotros es imprescindible.

Ya hemos intentado interrogar a alguno, de hecho —intervino la Arashikage—. De momento es imposible sacarles nada. Tienen sellos y barreras mentales difíciles de romper, incluso para mí.

Eso dificulta la recolección de información... —murmuró Kintsugi, más para sí misma que para el resto.

Respecto a lo que dice Sagiso-san... —volvió a intervenir Daruu—. Me parece bastante difícil que puedan cruzar esas montañas. Son un terreno tan inhóspito que incluso los montañeros experimentados desaconsejan intentar alcanzar los picos más bajos —explicó. Y razón no le faltaba. Kintsugi no conocía personalmente aquellas montañas, pero a juzgar por lo que podía ver en el mapa, lo escarpado del terreno sumado a las continuas nevadas lo convertían en un lugar de lo más inhóspito. Al menos para un ser humano normal y corriente, ¿pero lo sería para un monstruo como Kurama?—. Probablemente no sea fácil tomar el puerto de Yukio... —agregó, respondiendo a la sugerencia de Kintsugi—. Una vez conquistado, intentarán hacer todo lo posible por recuperarlo, y tienen todo el territorio bajo sus garras. Sin embargo, Hayato tiene razón. Quizás podríamos atacar desde más de un frente, a intervalos de tiempo dispares. Que crean que vamos a por el puerto, y entonces atacamos por tierra. Es todo lo que tenía que decir —concluyó, tomando asiento de nuevo con cierto gesto de incomodidad. «Pese a todo», comprendió Kintsugi«, no le gusta llamar la atención»—. «Lamento la intromisión.»

Fue Kintsugi quien se incorporó entonces. Apoyando sendas manos sobre la mesa, o al menos sobre los restos de esta, paseó la mirada entre sus iguales.

Tendremos tiempo de retocar los detalles. No me gustaría alargar inútilmente esta reunión, pero hay algo más que debo tratar con ustedes, Arashikage-sono, Uzukage-dono. Hay algo de lo que debo advertiros —Hizo una breve pausa, preparando el terreno y asegurándose de que tenía toda su atención—. Estamos centrando toda la atención en ese Bijū de nueve colas, y es lo lógico, pero creo que estamos olvidando otro frente diferente y que puede llegar a ser igual de peligroso.

Dragón Rojo —pronunció, con los labios tan tensos que se convirtieron en una fina línea—. Hace relativamente poco recibí una visita de uno de sus integrantes: Uchiha Zaide. Al parecer... había capturado a dos de mis shinobi y ahora exigía una cuantiosa cantidad de ryō a cambio de sus vidas.

Sabía que la inevitable pregunta se produciría tarde o temprano, por lo que procedió a resolverla antes de darles la oportunidad de plantearla siquiera.

Me negué —admitió, y las manos sobre la mesa se convirtieron en dos puños apretados—. Era demasiado dinero. Tanto como para sacrificar el modo de vida del resto de ciudadanos de mi aldea. —No le importaba si la entendían o no, si compartían su punto de vista o no, sus intenciones en aquella conversación eran otras diferentes—. Pero eso no es todo —agregó, sacando de su haori un pergamino enrollado. Lo dejó sobre la mesa, al alcance de cualquiera que quisiera leerlo—. Nuestro amigo nos dejó un último regalo.


Querida Morikage,

Antes de nada, mis más sinceras condolencias por la pérdida de tus dos ninjas. Te envío lo que queda de Yota: su bandana. Ojalá pudiese acudir a su ceremonia, pero me pilla algo lejos. Sobre Daigo, te alegrará saber que encontré un segundo postor: Nathifa, de la Prisión del Yermo. Buena suerte al escuadrón que envíes para rescatar lo que quede de él.

Hubo una frase que se me quedó grabada de nuestro encuentro: con nuestro sacrificio, servimos a Kusagakure. Sacrificaste sin pestañear a dos de tus ninjas, pero, me pregunto: ¿estás dispuesta a hacerlo con toda tu villa?

Quiero que el País del Bosque siga los pasos de la Espiral y convoque elecciones para una República. Hace tiempo me dijiste que la democracia no funcionaba, pero eso fue una falacia. Quizá no sirva para una villa militar, pero, ¿para un país? Voy a darte la oportunidad de demostrártelo a ti misma. Convence a tu Daimyō, extorsiónale, amenázale, me da igual el método que emplees. Pero consigue las elecciones. Tienes hasta la Caída del Pétalo del 221.

El primer día de Ascua, si mi exigencia no se ha visto cumplida, haré una visita a Kurama. No solo le revelaré la posición de tu Villa, sino que haré que uno de mis compañeros de Dragón Rojo, conocido en su día como el Transportista de Bijūs —creo que ya sabes a quién me refiero—, lleve a Kurama al centro de Kusagakure en un parpadeo. ¿Te imaginas qué pasará entonces, Kintsugi? ¿Crees que tus mariposas podrán detener la bijūdama que se os caerá encima en apenas un segundo?

Con nuestro sacrificio, servimos a Kusagakure. Me pregunto si esa máxima la seguirá tu Daimyō. ¿Será capaz de sacrificar su sombrero por ella? ¿O serás tú quien sacrifique la Villa por el viejo?

Tres meses, Kintsugi.

Siempre tuyo,


...........................Zaide.

PD: El antifaz te sienta de maravilla.
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Mensajes en este tema
RE: La reunión de los nuevos Tres Grandes - por Aburame Kintsugi - 6/04/2022, 15:58


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