10/04/2022, 16:10
El resto de presentes en la reunión no estaban conformes con su respuesta. Lo sabía, y desde el principio había sabido que la reacción sería algo similar a lo que estaba presenciando: en la ceja alzada del Uzukage, en el tenso silencio de la Arashikage... Pero no le importaba. Sus razones, y las de su gente, eran ajenas a todos los que se encontraban allí.
—Quizá un día le sorprenda ver lo bien que funciona la democracia en la Espiral —se atrevió a decir el Uzukage, y Kintsugi frunció el ceño en su dirección—. Aunque reconozco que es pronto para decirlo. Sea como sea, ni se me ocurriría deciros cómo debéis regir vuestro país, claro. Aunque, me gustaría dejar una reflexión. No sé cómo fuisteis elegidas Kages, pero tengo bastante claro que no fue por ser hijos de nadie en concreto, sino por méritos propios, como me sucedió a mí. El problema con el feudalismo es que sucede lo primero, y si tienes suerte con el primogénito pues genial, pero si te toca la oveja negra de la camada…
»La contacto que me reveló la situación en el País de la Tierra me contó una cosa que me indignó mucho en el momento, pero que ahora, cada vez que lo pienso, más que enfadarme, me aterra. Hayato estaba presente, puede dar fe de lo que digo. Cuando le pregunté a mi contacto, casi dándolo por hecho, si el pueblo apoyaría la revolución contra Kurama desde dentro… Bueno, me vino a decir que muchos no. Que había gente de a pie tan disgustada con el Daimyō anterior, que tenían la sensación de que el cambio estaba siendo a mejor . Me dijo, incluso, que algunos ni siquiera notaron el cambio de régimen. No notaron la diferencia —repitió, como si ese mensaje fuera a suponer algún tipo de diferencia en la opinión de Kintsugi—. —En fin, no quiero abrir un debate sobre esto. Con que le dediquéis un pensamiento a lo que implican mis palabras antes de dormir, me doy por más que satisfecho.
—Siento interrumpir, pero... —intervino el invitado del Uzukage—. ¿Por qué iniciar la mecha de un explosivo que tenemos en las manos?. Son criminales, y con ellos no se debe cumplir exigencias normalmente, pero no tiene porqué ser cierto del todo. ¿Tanto cuesta hacerles pensar que se va a implementar ese sistema político? Se puede aparentar, mimetizar la situación en lo que afrontamos el mayor problema, y tras ello volver a la normalidad y afrontar a ese grupo. Hay más tonos entre el blanco y el negro. Ser radicales nunca solucionó problema alguno.
Aquella vez fue Kintsugi quien alzó una ceja.
—¿Fingir un cambio político? ¿Qué clase de tontería es esa? —Kintsugi plantó la mano en la mesa, furibunda—. ¡No voy a organizar un circo sólo para satisfacer el ego de un psicópata!
—Estoy seguro de que Uzushiogakure ha adoptado la democracia bajo sus propios términos y con los tiempos apropiados —intervino de repente el Hyūga—. Yo no tengo claro cuál es el mejor sistema, pero cualquier concesión al hijo de la gran puta que mató al hermano de Yui es un insulto a su memoria. Por otra parte, Datsue, estoy seguro de que puedes venderle las bondades de la democracia a cualquiera. Pero no es menos cierto que el contexto cultural de cada uno es distinto, y basta con abrir un libro de historia para darse cuenta de por qué tan solo sugerirle eso a Kusagakure es una afrenta. Zaide no busca transformar el mundo. Busca la sumisión y la humillación. ¿En que se diferencia de lo que quiere Kurama, si quiere imponer un modelo por la fuerza? No veo que nadie haya sugerido "pretender" que nos rendimos a su supuesto Imperio. Parece que eso es inaceptable para todo el mundo.
Kintsugi tenía que admitirlo, aquella intervención le había sorprendido. Después de tener a todos los integrantes en su contra desde la primera intervención, que alguien de otra aldea le brindara algo de apoyo era, cuanto menos, algo refrescante.
—No voy a intentar convenceros de qué sistema político es mejor o peor. Y tampoco espero que entendáis o apoyéis mi decisión de mantenerme fiel al modelo que prácticamente nos devolvió a la vida después de una intensa crisis. Pero espero que entendáis que no pienso doblarme a las exigencias de un criminal —Kintsugi se reincorporó lentamente en su asiento y le hizo una señal a Ranko para que hiciera lo mismo—. Creo que está todo dicho. Sólo quería informaros sobre los últimos movimientos de Dragón Rojo, no organizar un debate alrededor. Ahora, si nos disculpáis.
Con una última inclinación de cabeza, Kintsugi volvió a colocarse el sombrero de Morikage sobre la cabeza, y se dio media vuelta para abandonar el lugar.
—Quizá un día le sorprenda ver lo bien que funciona la democracia en la Espiral —se atrevió a decir el Uzukage, y Kintsugi frunció el ceño en su dirección—. Aunque reconozco que es pronto para decirlo. Sea como sea, ni se me ocurriría deciros cómo debéis regir vuestro país, claro. Aunque, me gustaría dejar una reflexión. No sé cómo fuisteis elegidas Kages, pero tengo bastante claro que no fue por ser hijos de nadie en concreto, sino por méritos propios, como me sucedió a mí. El problema con el feudalismo es que sucede lo primero, y si tienes suerte con el primogénito pues genial, pero si te toca la oveja negra de la camada…
»La contacto que me reveló la situación en el País de la Tierra me contó una cosa que me indignó mucho en el momento, pero que ahora, cada vez que lo pienso, más que enfadarme, me aterra. Hayato estaba presente, puede dar fe de lo que digo. Cuando le pregunté a mi contacto, casi dándolo por hecho, si el pueblo apoyaría la revolución contra Kurama desde dentro… Bueno, me vino a decir que muchos no. Que había gente de a pie tan disgustada con el Daimyō anterior, que tenían la sensación de que el cambio estaba siendo a mejor . Me dijo, incluso, que algunos ni siquiera notaron el cambio de régimen. No notaron la diferencia —repitió, como si ese mensaje fuera a suponer algún tipo de diferencia en la opinión de Kintsugi—. —En fin, no quiero abrir un debate sobre esto. Con que le dediquéis un pensamiento a lo que implican mis palabras antes de dormir, me doy por más que satisfecho.
—Siento interrumpir, pero... —intervino el invitado del Uzukage—. ¿Por qué iniciar la mecha de un explosivo que tenemos en las manos?. Son criminales, y con ellos no se debe cumplir exigencias normalmente, pero no tiene porqué ser cierto del todo. ¿Tanto cuesta hacerles pensar que se va a implementar ese sistema político? Se puede aparentar, mimetizar la situación en lo que afrontamos el mayor problema, y tras ello volver a la normalidad y afrontar a ese grupo. Hay más tonos entre el blanco y el negro. Ser radicales nunca solucionó problema alguno.
Aquella vez fue Kintsugi quien alzó una ceja.
—¿Fingir un cambio político? ¿Qué clase de tontería es esa? —Kintsugi plantó la mano en la mesa, furibunda—. ¡No voy a organizar un circo sólo para satisfacer el ego de un psicópata!
—Estoy seguro de que Uzushiogakure ha adoptado la democracia bajo sus propios términos y con los tiempos apropiados —intervino de repente el Hyūga—. Yo no tengo claro cuál es el mejor sistema, pero cualquier concesión al hijo de la gran puta que mató al hermano de Yui es un insulto a su memoria. Por otra parte, Datsue, estoy seguro de que puedes venderle las bondades de la democracia a cualquiera. Pero no es menos cierto que el contexto cultural de cada uno es distinto, y basta con abrir un libro de historia para darse cuenta de por qué tan solo sugerirle eso a Kusagakure es una afrenta. Zaide no busca transformar el mundo. Busca la sumisión y la humillación. ¿En que se diferencia de lo que quiere Kurama, si quiere imponer un modelo por la fuerza? No veo que nadie haya sugerido "pretender" que nos rendimos a su supuesto Imperio. Parece que eso es inaceptable para todo el mundo.
Kintsugi tenía que admitirlo, aquella intervención le había sorprendido. Después de tener a todos los integrantes en su contra desde la primera intervención, que alguien de otra aldea le brindara algo de apoyo era, cuanto menos, algo refrescante.
—No voy a intentar convenceros de qué sistema político es mejor o peor. Y tampoco espero que entendáis o apoyéis mi decisión de mantenerme fiel al modelo que prácticamente nos devolvió a la vida después de una intensa crisis. Pero espero que entendáis que no pienso doblarme a las exigencias de un criminal —Kintsugi se reincorporó lentamente en su asiento y le hizo una señal a Ranko para que hiciera lo mismo—. Creo que está todo dicho. Sólo quería informaros sobre los últimos movimientos de Dragón Rojo, no organizar un debate alrededor. Ahora, si nos disculpáis.
Con una última inclinación de cabeza, Kintsugi volvió a colocarse el sombrero de Morikage sobre la cabeza, y se dio media vuelta para abandonar el lugar.