11/04/2022, 16:21
Pese al intento de varios por tratar de poner una tirita al crítico problema de Dragón Rojo, quedó claro que la Morikage tenía sus propias ideas, y no iba a cambiar de parecer. Al igual que el de orbes blancos, que incluso comparó la situación con la de Kurama. Aunque había una pequeña diferencia: Dragón Rojo quería una república, mientras que el Zorro quería ver a todos muertos. Pero Dragón Rojo era un problema del que simplemente había avisado la Morikage, y quizás ya buscarían solución más adelante. Lo primordial ahora mismo, era la guerra que tenían a las puertas. Ese era el verdadero motivo por el que estaban todos allí, aunque al final hubiesen unas sorpresas entre medio.
Fuese como fuese, Kintsugi sentenció que ya estaba todo dicho, y fue la primera en volver a ataviarse con el sombrero. Con un gesto avisó a su acompañante de que había llegado la hora de irse, y sin preámbulo se puso en pie despidiéndose ante todos con una reverencia. Datsue por su parte hizo un comentario de lo más singular. Hayato quedó helado ante el comentario, la idea de que los Amejines pudiesen ir de un lado a otro corriendo bajo la lluvia despelotados. Sobre todo porque luego tendría un rato para pasear por las calles, en lo que el Uzukage se reunía con el chico de orbes blancos y la acompañante de la Morikage. Podía ser un poco espeluznante...
¿Quizás solo bromeaba, no?.
Datsue apenas dejó tiempo de respuesta antes de anunciar que evidentemente iba a pasar el día por las calles de Amegakure, así como anunció a Siete que era hora de irse. El segundo en ponerse nuevamente el sombrero fue Datsue, y seguidamente sendos Uzujines abandonarían la sala. La reunión parecía haber acabado, y después de todo, nadie había resultado herido.
Bueno, salvo la mesa.
Lamentablemente, luego tendría que negociar con Datsue para ver quién la pagaba. Ambos parecían compartir ese cariño legítimo a no desprenderse de las monedas...
Fuese como fuese, Kintsugi sentenció que ya estaba todo dicho, y fue la primera en volver a ataviarse con el sombrero. Con un gesto avisó a su acompañante de que había llegado la hora de irse, y sin preámbulo se puso en pie despidiéndose ante todos con una reverencia. Datsue por su parte hizo un comentario de lo más singular. Hayato quedó helado ante el comentario, la idea de que los Amejines pudiesen ir de un lado a otro corriendo bajo la lluvia despelotados. Sobre todo porque luego tendría un rato para pasear por las calles, en lo que el Uzukage se reunía con el chico de orbes blancos y la acompañante de la Morikage. Podía ser un poco espeluznante...
¿Quizás solo bromeaba, no?.
Datsue apenas dejó tiempo de respuesta antes de anunciar que evidentemente iba a pasar el día por las calles de Amegakure, así como anunció a Siete que era hora de irse. El segundo en ponerse nuevamente el sombrero fue Datsue, y seguidamente sendos Uzujines abandonarían la sala. La reunión parecía haber acabado, y después de todo, nadie había resultado herido.
Bueno, salvo la mesa.
Lamentablemente, luego tendría que negociar con Datsue para ver quién la pagaba. Ambos parecían compartir ese cariño legítimo a no desprenderse de las monedas...