21/04/2022, 13:47
—¿Sabes? —le interpeló, captando de nuevo la atención de Suzaku—. Hanabi me dijo una vez: Datsue, tú tienes que estar para la villa; y la villa tiene que estar para ti.
«Hanabi-sama...» Suzaku no había tenido la oportunidad de conocer al anterior Uzukage, o de tener una conversación como la estaba teniendo con Uchiha Datsue; pero, como anterior líder de la aldea, le guardaba una adoración similar a la que le estaba dedicando al Uchiha. Además, ¡había librado a Uzushiogakure de la tiranía de Uchiha Zoku!
—Suzaku, tú eres mi ninja. Mi kunoichi. Mi espada. Pero yo también soy tu escudo. Tu Uzukage. No puedo pedirte que luches por mí, por esta villa, contra la mayor amenaza de Ōnindo y después no estar para ti en algo tan importante para ti. No se hable más al respecto. Volveremos a vernos y hablar del asunto. Te lo prometo.
Suzaku se vio enmudecida por las palabras del Uzukage. Ella no era más que una genin recién graduada, y el mismísimo Líder de la Aldea se empeñaba en ayudarla con un tema que, para él, debería haber sido trivial. Con las mejillas del mismo color que su pelo, Suzaku le dedicó una nueva reverencia.
—¡Muchas gracias, Uzukage-sama! —farfulló.
Durante un instante, sus ganas y su fervor por servir a aquel hombre que ni siquiera debía tener más años que su hermana, explotaron en su pecho. ¿Por qué demonios Umi le tenía tanta tirria? ¿De dónde salía su mala fama?
«Hanabi-sama...» Suzaku no había tenido la oportunidad de conocer al anterior Uzukage, o de tener una conversación como la estaba teniendo con Uchiha Datsue; pero, como anterior líder de la aldea, le guardaba una adoración similar a la que le estaba dedicando al Uchiha. Además, ¡había librado a Uzushiogakure de la tiranía de Uchiha Zoku!
—Suzaku, tú eres mi ninja. Mi kunoichi. Mi espada. Pero yo también soy tu escudo. Tu Uzukage. No puedo pedirte que luches por mí, por esta villa, contra la mayor amenaza de Ōnindo y después no estar para ti en algo tan importante para ti. No se hable más al respecto. Volveremos a vernos y hablar del asunto. Te lo prometo.
Suzaku se vio enmudecida por las palabras del Uzukage. Ella no era más que una genin recién graduada, y el mismísimo Líder de la Aldea se empeñaba en ayudarla con un tema que, para él, debería haber sido trivial. Con las mejillas del mismo color que su pelo, Suzaku le dedicó una nueva reverencia.
—¡Muchas gracias, Uzukage-sama! —farfulló.
Durante un instante, sus ganas y su fervor por servir a aquel hombre que ni siquiera debía tener más años que su hermana, explotaron en su pecho. ¿Por qué demonios Umi le tenía tanta tirria? ¿De dónde salía su mala fama?