24/04/2022, 21:07
El pulso de Hana se aceleraba cada segundo que pasaba en el barco. Dudaba llegar siquiera a mar abierto sin que le diese un infarto. Estaba convencida de que no era la más joven del lugar, había algunos genin que parecían recien graduados. Sin embargo, podía ser tranquilamente la más bajita del barco, y no solo eso, había gente que se giraba a mirarla.
De ahí, principalmente, venían los nervios. Ella no reconocía a absolutamente nadie. ¿Qué había pasado con su generación? ¿Y con la de Datsue? ¿Habían muerto todos? ¿Se habían retirado? ¿Se habían ido al otro campo de batalla? ¿¡Qué estaba pasando!? La cuestión era ¿por qué la reconocían? ¿Por quedar tercera en el Torneo de los Dojos? ¿Por el follón con Shizuka? Iba a pasar más vergüenza que dolor en esa misión.
De repente, su general empezó el discurso en cuanto empezó el viaje, moviendo la atención sobre él. Hana agradeció tener un sitio donde mirar aparte del suelo. Muy en resumen, les dijo que tendrían que hacer guardias y justo en ese momento recordó que existían los escuadrones.
El suyo estaba compuesto por tres Uchihas y un Senju. Le parecía curioso haber conocido a seis Uchihas y solo una Uzumaki. Con tanto Uchiha en su escuadrón, tenía la sensación de que la habían puesto en un escuadrón de combate. Tal vez lo había hecho demasiado bien en el Torneo de los Dojos, porque realmente no se le daba tan bien combatir. Sin contar el hecho de que hacía meses que no lo hacía.
Cuando su general acabó su discurso, cada capitan empezó a llamar a su equipo. Todos a la vez. Hana pudo distinguir quien había llamado al suyo y se dirigió a ella de inmediato. Andaba como un pingüino, dando pasos cortos y rápidos, e intentando evitar a la gente que se cruzaba de un lado a otro para llegar a su respectivo capitan.
Una vez delante de la que supuso sería Tsuta Neiru, hizo una leve reverencia.
— Himura Hana, Tsuta-san. — desde su incidente con el Shukaku, tenía miedo de llamar a alguien de una forma indebida y ser lanzada por la cubierta.
Tsuta Neiru sonaba increiblemente raro, por lo menos para Hana, ni Tsuta ni Neiru sonaban a nombre para nada, así que confió en que estuviese bien escrito en el pergamino para dirigirse a ella. Tras su breve presentación, se giraría a comprobar quienes eran sus compañeros, en un vano intento de reconocer quien era quien.
Lo primero que reconocería era que era la más chiquita del escuadrón.
De ahí, principalmente, venían los nervios. Ella no reconocía a absolutamente nadie. ¿Qué había pasado con su generación? ¿Y con la de Datsue? ¿Habían muerto todos? ¿Se habían retirado? ¿Se habían ido al otro campo de batalla? ¿¡Qué estaba pasando!? La cuestión era ¿por qué la reconocían? ¿Por quedar tercera en el Torneo de los Dojos? ¿Por el follón con Shizuka? Iba a pasar más vergüenza que dolor en esa misión.
De repente, su general empezó el discurso en cuanto empezó el viaje, moviendo la atención sobre él. Hana agradeció tener un sitio donde mirar aparte del suelo. Muy en resumen, les dijo que tendrían que hacer guardias y justo en ese momento recordó que existían los escuadrones.
El suyo estaba compuesto por tres Uchihas y un Senju. Le parecía curioso haber conocido a seis Uchihas y solo una Uzumaki. Con tanto Uchiha en su escuadrón, tenía la sensación de que la habían puesto en un escuadrón de combate. Tal vez lo había hecho demasiado bien en el Torneo de los Dojos, porque realmente no se le daba tan bien combatir. Sin contar el hecho de que hacía meses que no lo hacía.
Cuando su general acabó su discurso, cada capitan empezó a llamar a su equipo. Todos a la vez. Hana pudo distinguir quien había llamado al suyo y se dirigió a ella de inmediato. Andaba como un pingüino, dando pasos cortos y rápidos, e intentando evitar a la gente que se cruzaba de un lado a otro para llegar a su respectivo capitan.
Una vez delante de la que supuso sería Tsuta Neiru, hizo una leve reverencia.
— Himura Hana, Tsuta-san. — desde su incidente con el Shukaku, tenía miedo de llamar a alguien de una forma indebida y ser lanzada por la cubierta.
Tsuta Neiru sonaba increiblemente raro, por lo menos para Hana, ni Tsuta ni Neiru sonaban a nombre para nada, así que confió en que estuviese bien escrito en el pergamino para dirigirse a ella. Tras su breve presentación, se giraría a comprobar quienes eran sus compañeros, en un vano intento de reconocer quien era quien.
Lo primero que reconocería era que era la más chiquita del escuadrón.