11/05/2022, 17:27
Datsue aguantó los varapalos verbales como buenamente pudo. En otra época, más desenfrenada e irresponsable, hubiese rebatido un par de cosas. Decir que Hanabi había cazado a dos personas que tan solo trataban de huir era contar una media verdad. Una de las que él estaba muy habituado a soltar, y por eso lo sabía mejor que nadie: era una puta falacia.
En cambio, en otras cosas tenía razón. Suzaku y Umi se habían quedado sin padres, y no había injusticia más grande que esa. Habían cometido el error de apostar por Zoku, ¡algo que él mismo había hecho en el pasado! El padre de ellas había muerto por amor, había traicionado a las raíces de la villa por amor. Y empatizaba con él. Joder, había estado a punto de estar en su lugar dos veces. ¡Dos! De hecho, lo único que les diferenciaba es que Datsue se había quedado en el casi, en el maldito límite. Una vez, le habían frenado a hostias. La otra, se había quedado a tan solo un suspiro.
Nada jodía más a Uchiha Datsue que no le creyesen cuando decía la verdad. Que en el pasado eran muy pocas veces, cosa que tan solo hacía irritarle más cuando hacía el esfuerzo de ser sincero y aún así desconfiaban de su palabra. Que Umi no le creyese cuando decía que quería ser el escudo de todos, sin embargo, le dolió más que irritarle. ¿Qué podía decir para que viese la verdad en su corazón?
«Nada», se dio cuenta, abatido. Las palabras no bastaban. No ante aquella situación. Aguantó que Umi comparase a Hanabi con Zoku. Aguantó que le espetase que mandaba a Suzaku para protegerse a él mismo. Aguantó, aguantó, aguantó… porque ese era su deber ahora.
Adelantó un brazo. Verla rota por el llanto y el dolor le partió el alma. Porque ahora… Ahora que tenía el sombrero, ella no era una persona más. Otra desconocida de tantas. No, ahora era uno de sus cerezos. Un cerezo silvestre. Quiso abrazarla, pero retrajo la mano a medio camino, antes siquiera de intentarlo.
Se levantó.
—Si supieses por qué acepté este sombrero… Si supieses por qué me inscribí en la Academia… Si supieses lo que estuve a punto de hacer por amor… Lo que estuve a punto de hacer cuando pensé que Hanabi… Cuando creí que… —negó con la cabeza, y dejó el sombrero sobre la mesa. Se desanudó la capa de Uzukage y la dejó sobre el respaldo del sillón—. Pero no lo sabes. Claro que no lo sabes, o no me estarías acusando de todo esto.
Caminó lentamente hasta la entrada del despacho. Abrió las puertas, comprobando que no había nadie en el pasillo, y volvió a cerrarlas.
—¿Quieres odiarme, Umi? Entonces hazlo por las razones correctas —dijo, acercándose tanto a ella que apenas quedaron a un palmo—. Ódiame porque cuando tenía los mismos años que tu hermana, por unos días, yo también me dejé tentar por las palabras de Zoku. Ódiame porque por amor, yo también estuve dispuesto a traicionar a la villa, y la única forma de detenerme fue con una paliza que me dejó dos meses en el hospital. Ódiame, porque después de eso llegué a enamorarme tanto de lo que significa Uzushiogakure no sato, ¡lo que de verdad significa!, que estoy dispuesto a arriesgar la vida de tu hermana por protegerla. Ódiame, porque tengo más similitudes con tu padre de las que tú jamás querrías ver y yo jamás admitiré ante nadie, pero él murió por ello y yo sigo vivo, y eso es injusto. Y ahora toma todo ese odio, Umi…
»… y golpéame con él. La habitación está insonorizada, nadie vendrá a detenerte. Nadie sabrá lo que has hecho. Hazlo, Umi. Golpéame si eso te hace sentir mejor. Aunque solo sea ínfimamente mejor. Soportaré todo tu odio. Lo haré, porque mientras portes esa placa en la cintura…
»… seré tu Uzukage. Y sí, aunque te joda oírlo, también tu escudo. Incluso si eso significa ser el escudo de tu propio odio. Así que hazlo. Hazlo, hazlo, ¡hazlo!
En cambio, en otras cosas tenía razón. Suzaku y Umi se habían quedado sin padres, y no había injusticia más grande que esa. Habían cometido el error de apostar por Zoku, ¡algo que él mismo había hecho en el pasado! El padre de ellas había muerto por amor, había traicionado a las raíces de la villa por amor. Y empatizaba con él. Joder, había estado a punto de estar en su lugar dos veces. ¡Dos! De hecho, lo único que les diferenciaba es que Datsue se había quedado en el casi, en el maldito límite. Una vez, le habían frenado a hostias. La otra, se había quedado a tan solo un suspiro.
Nada jodía más a Uchiha Datsue que no le creyesen cuando decía la verdad. Que en el pasado eran muy pocas veces, cosa que tan solo hacía irritarle más cuando hacía el esfuerzo de ser sincero y aún así desconfiaban de su palabra. Que Umi no le creyese cuando decía que quería ser el escudo de todos, sin embargo, le dolió más que irritarle. ¿Qué podía decir para que viese la verdad en su corazón?
«Nada», se dio cuenta, abatido. Las palabras no bastaban. No ante aquella situación. Aguantó que Umi comparase a Hanabi con Zoku. Aguantó que le espetase que mandaba a Suzaku para protegerse a él mismo. Aguantó, aguantó, aguantó… porque ese era su deber ahora.
Adelantó un brazo. Verla rota por el llanto y el dolor le partió el alma. Porque ahora… Ahora que tenía el sombrero, ella no era una persona más. Otra desconocida de tantas. No, ahora era uno de sus cerezos. Un cerezo silvestre. Quiso abrazarla, pero retrajo la mano a medio camino, antes siquiera de intentarlo.
Se levantó.
—Si supieses por qué acepté este sombrero… Si supieses por qué me inscribí en la Academia… Si supieses lo que estuve a punto de hacer por amor… Lo que estuve a punto de hacer cuando pensé que Hanabi… Cuando creí que… —negó con la cabeza, y dejó el sombrero sobre la mesa. Se desanudó la capa de Uzukage y la dejó sobre el respaldo del sillón—. Pero no lo sabes. Claro que no lo sabes, o no me estarías acusando de todo esto.
Caminó lentamente hasta la entrada del despacho. Abrió las puertas, comprobando que no había nadie en el pasillo, y volvió a cerrarlas.
—¿Quieres odiarme, Umi? Entonces hazlo por las razones correctas —dijo, acercándose tanto a ella que apenas quedaron a un palmo—. Ódiame porque cuando tenía los mismos años que tu hermana, por unos días, yo también me dejé tentar por las palabras de Zoku. Ódiame porque por amor, yo también estuve dispuesto a traicionar a la villa, y la única forma de detenerme fue con una paliza que me dejó dos meses en el hospital. Ódiame, porque después de eso llegué a enamorarme tanto de lo que significa Uzushiogakure no sato, ¡lo que de verdad significa!, que estoy dispuesto a arriesgar la vida de tu hermana por protegerla. Ódiame, porque tengo más similitudes con tu padre de las que tú jamás querrías ver y yo jamás admitiré ante nadie, pero él murió por ello y yo sigo vivo, y eso es injusto. Y ahora toma todo ese odio, Umi…
»… y golpéame con él. La habitación está insonorizada, nadie vendrá a detenerte. Nadie sabrá lo que has hecho. Hazlo, Umi. Golpéame si eso te hace sentir mejor. Aunque solo sea ínfimamente mejor. Soportaré todo tu odio. Lo haré, porque mientras portes esa placa en la cintura…
»… seré tu Uzukage. Y sí, aunque te joda oírlo, también tu escudo. Incluso si eso significa ser el escudo de tu propio odio. Así que hazlo. Hazlo, hazlo, ¡hazlo!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado