12/05/2022, 22:20
Datsue empezó a darse cuenta que quizá su propuesta había sido demasiado… intrépida cuando una llamarada de fuego se prendió en el puño de Umi. «Ey, ey, ¿tiempo muerto?» ¡Creía que iba a darle una hostia, no a utilizar un puto Katon!
El ejercicio de autocontrol que tuvo que hacer para no evadir aquel golpe, o desviarlo, fue titánico. Tan solo comparable a ver un billete de quinientos ryōs en el suelo y, en vez de guardárselo discretamente en el bolsillo, preguntar si a alguien se le había caído. Qué cojones, quizá hasta fue peor. Porque pocas cosas había en el mundo que odiase más a que le golpeasen en…
… ¡la jodida cara!
Instintivamente, cerró los ojos y torció el rostro para encajar el golpe en la mejilla. El puñetazo fue tan brutal que su cuerpo salió despedido contra los ventanales, cuyos cristales rompieron en mil pedazos, hasta derrumbarse sobre el riachuelo. El agua le empapó de cabeza a los pies y él tardó un rato en salir. Más que nada porque le ardía tanto la cara que el agua fresquita del río era lo único que le calmaba un poco.
—Maldita… cría. Haciendo puras D con semejante poder —farfulló, usando las manos para apoyarlas en la superficie del río gracias al uso del chakra y levantarse.
—¿Uzukage-sama…? ¡Uzukage-sama, ¿qué ha pasado?! —gritó Akimichi Yashiro, que con semejante estruendo había salido del edificio a ver qué pasaba. Un par de ninjas jóvenes habían también salido, asustados. ¿Sus próximos entrevistados?—. ¡VOY A AVISAR A LOS ANBU!
—No… ¡No avises a nadie! Yashiro, ¡por los Dioses! —gritó, con un cabreo monumental que ya no sabía muy bien cómo gestionar—. Solo estaba… ¡practicando una técnica!
—¿En el despacho? —preguntó Yashiro, atónita.
—Era una demostración para… Bueno, ¡qué ha sido un accidente! ¡No pasa nada, de verdad! —exclamó. Por el rostro de los tres, no parecían muy convencidos—. Volved con... vuestros quehaceres. —Antes de que le atosigasen a nuevas preguntas, Datsue realizó un poderoso salto haciendo uso del chakra que le hizo aterrizar en el umbral de los ventanales de su despacho.
Con cuidado de no cortarse con un cristal, se metió adentro.
—Bueno, ¡estarás satisfecha, espero! —exclamó, sin poder disimular esta vez su irritación. Le dolía demasiado la jodida cara, y tenía unas ganas casi irresistibles de lanzarle un Gōkakyu a algo. «Su escudo, su escudo. ¡Al diablo con tu discursito de mierda, Datsue! ¡Escudo mis cojones bien gordos!»
Se quitó la chaqueta, empapada, y la dejó sobre la mesita donde se tomaba el té. Luego hizo lo propio con la camiseta que llevaba debajo, enrollándola con fuerza para quitarle algo de agua. Luego se quitó las gomas que sujetaban sus trenzas e hizo lo mismo con su cabello. Era una suerte que Datsue no tuviese un espejo en el que verse en aquellos momentos. Porque aparte del moretón que le había salido en la mejilla derecha y el hilo de sangre seco que le caía por la nariz…
Bueno, digamos que con el fuego se había quedado sin ceja y media.
El ejercicio de autocontrol que tuvo que hacer para no evadir aquel golpe, o desviarlo, fue titánico. Tan solo comparable a ver un billete de quinientos ryōs en el suelo y, en vez de guardárselo discretamente en el bolsillo, preguntar si a alguien se le había caído. Qué cojones, quizá hasta fue peor. Porque pocas cosas había en el mundo que odiase más a que le golpeasen en…
… ¡la jodida cara!
Instintivamente, cerró los ojos y torció el rostro para encajar el golpe en la mejilla. El puñetazo fue tan brutal que su cuerpo salió despedido contra los ventanales, cuyos cristales rompieron en mil pedazos, hasta derrumbarse sobre el riachuelo. El agua le empapó de cabeza a los pies y él tardó un rato en salir. Más que nada porque le ardía tanto la cara que el agua fresquita del río era lo único que le calmaba un poco.
—Maldita… cría. Haciendo puras D con semejante poder —farfulló, usando las manos para apoyarlas en la superficie del río gracias al uso del chakra y levantarse.
—¿Uzukage-sama…? ¡Uzukage-sama, ¿qué ha pasado?! —gritó Akimichi Yashiro, que con semejante estruendo había salido del edificio a ver qué pasaba. Un par de ninjas jóvenes habían también salido, asustados. ¿Sus próximos entrevistados?—. ¡VOY A AVISAR A LOS ANBU!
—No… ¡No avises a nadie! Yashiro, ¡por los Dioses! —gritó, con un cabreo monumental que ya no sabía muy bien cómo gestionar—. Solo estaba… ¡practicando una técnica!
—¿En el despacho? —preguntó Yashiro, atónita.
—Era una demostración para… Bueno, ¡qué ha sido un accidente! ¡No pasa nada, de verdad! —exclamó. Por el rostro de los tres, no parecían muy convencidos—. Volved con... vuestros quehaceres. —Antes de que le atosigasen a nuevas preguntas, Datsue realizó un poderoso salto haciendo uso del chakra que le hizo aterrizar en el umbral de los ventanales de su despacho.
Con cuidado de no cortarse con un cristal, se metió adentro.
—Bueno, ¡estarás satisfecha, espero! —exclamó, sin poder disimular esta vez su irritación. Le dolía demasiado la jodida cara, y tenía unas ganas casi irresistibles de lanzarle un Gōkakyu a algo. «Su escudo, su escudo. ¡Al diablo con tu discursito de mierda, Datsue! ¡Escudo mis cojones bien gordos!»
Se quitó la chaqueta, empapada, y la dejó sobre la mesita donde se tomaba el té. Luego hizo lo propio con la camiseta que llevaba debajo, enrollándola con fuerza para quitarle algo de agua. Luego se quitó las gomas que sujetaban sus trenzas e hizo lo mismo con su cabello. Era una suerte que Datsue no tuviese un espejo en el que verse en aquellos momentos. Porque aparte del moretón que le había salido en la mejilla derecha y el hilo de sangre seco que le caía por la nariz…
Bueno, digamos que con el fuego se había quedado sin ceja y media.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado